Por Matías Longoni.-
Escuchen este audio. Es el presidente del denominado Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), Jerónimo Altschuler, durante una asamblea de tareferos realizada el sábado pasado en la localidad de Guaraní, en el departamento Oberá, Misiones. El tipo provocó alboroto convocando a los trabajadores de la cosecha de yerba mate a una “rebelión” contra los patrones, a los que piensa
“Aún si los patrones pagaran todo como debe ser, todo en blanco, el patrón seguiría ganando mucha más plata que el obrero. No hay igualdad, hay diferencia social. El cambio social sería una gran rebelión, de todos los pobres agarrando machetes, agarrando pico, yendo a la casa del patrón, echándolo, agarrando su casa, sus tierras para la gente”, enfatizó el dirigente.
No sería un problema grave si no hubiera gente alrededor que le daba la razón. No son un problema ni los locos ni los revolucionarios cuando a su alrededor no existen circunstancias objetivas que le den sentido a sus palabras. En este caso, el entorno es la crisis de la yerba mate y, sobre todo, la situación mucho más grave de los tareferos, el último orejón del tarro de esa cadena productiva. Por eso no parece adecuado ni reírse ni menospreciar las palabras de Altschuler.
Tampoco hay que alegrarse por las reacciones que se producen luego de este tipo de hechos. La más obvia y predecible de todas es la de la política, que se suele indignar frente a estos pronunciamientos pero no lo hace frente a la situación degradante en la que viven y trabajan quienes cosechan la infusión más popular entre los argentinos.
Fue el caso del intendente de Oberá, Carlos Fernández, quien se mostró preocupado por la amenaza y defendió la gestión de su municipio. “El pueblo misionero es un pueblo de gente seria, capaz, pujante, de trabajo y con ganas de desarrollarse y crecer mejor. Estas situaciones son lamentables”, aseguró Fernández.
Luego agregó que “en todos los municipios de la provincia se los asiste, se los acompaña, nadie está en contra de ellos”. Hablaba de los tareferos, como si fuesen leprosos.
“A mediados de marzo me integré a esta asociación pero no pensé que era tan dificil o drástica para el obereño, el tarefero o el misionero. No estamos preparados o dispuestos a hacer estos actos casi delictivos que convoca a hacer Jerónimo Altschuler. Por eso renuncié este último fin de semana”, dijo Ramón Barboza, referente tarefero de Villa Ruff, quien incluso instaló en su casa un merendero para los niños del barrio a través del Frente de Organizaciones en lucha (FOL).
Consultado por Meridiano 55, Barboza aclaró: “Cuando dijo lo que era rebelión, me quedé mal, no sabía que se pueda convocar a hacer esto, no nos enseñaron eso, somos tranquilos y aunque estemos mal, buscamos el consenso. El tarefero quiere tarefear y cobrar la interzafra. Les digo a los compañeros que tengan cuidado, incluso de firmar planillas porque no se sabe para qué estan firmando”, apuntó.
Se refirió también al tema Cristian Klingbeil, dirigente de la Asociacion de Productores Agropecuarios de Misiones (Apam). En declaraciones a Aire de Integración dijo que “no entiendo a este dirigente del FOL, es muy grave lo que dijo, de correr a los patrones con machetes y picos, nosotros nunca nos enfrentamos al tarefero. Al contrario, luchamos juntos, productores y tareferos, nunca tiramos el precio de la tarefa abajo, y ahora en este momento también se los acompaña. La caída de hojas afecta a productores y tafereros. no sabemos si vamos a cosechar el té siquiera. El productor y el peón rural laburan a la par acá. Espero que la gente no le siga, sino será una pelea de pobres contra pobres”, acotó.
En fin. Otra postal que muestra la precariedad social de las zonas productivas de yerba mate. Cuando cebemos el próximo seguramente hablaremos de estas declaraciones, pero no del contexto donde se escucharon.