Este 2019 es uno de los peores años que recuerde el negocio citrícola de la Mesopotamia, donde se producen las naranjas y mandarinas que se consumen en todo el país. Los que producen esas frutas, en la inmensa mayoría de las ocasiones, cobran menos de lo que gastan en producir. No cubren los costos y por eso el sector se va descapitalizando rápidamente.
“Se juntaron muchos factores que perjudicaron a la producción. Tenemos un mercado interno muy disminuido, y el 70% de nuestra producción va a ese mercado. Hablando en términos históricos, otro 15% va a industria y otro 15% a la exportación”, explicó a Bichos de Campo Martín González, productor citrícola en el norte de Entre Ríos.
El escenario actual es el siguiente: González explicó que “si el consumidor compra naranjas en verdulerías o supermercados a 20 o 23 pesos el kilo, yo creo que si está interesado en el producto, lo pagará igual. Hoy nosotros estamos recibiendo 2 o 3 pesos por ese kilo, dependiendo de la variedad”. En este escenario, “estamos descapitalizándonos porque sacamos reservas de otros años para aguantar y poner en la quinta”, aseguró.
Mirá la entrevista completa realizada a Martín González:
El ingeniero agrónomo de 42 años, que en 2004 formó una sociedad con sus hermanos con los que trabajan varias quintas, repitió que “el mercado interno, que es el que más tracciona, está con problemas, y no podemos reemplazarlo con aumentos de exportaciones porque tenemos limitantes en cuanto a los mercados”.
González agregó que “todos estos años perdimos mercados y sabemos lo que cuesta recuperarlos cuando se pierden. En el caso de la naranja, lo perdimos en manos de Sudáfrica, y en cuanto a mandarina, Perú y Chile crecieron mucho. Incluso Uruguay, que tiene acceso a Estados Unidos y nosotros no. Cuesta volver a los niveles de exportación que hemos tenido otros años”, afirmó. En la actualidad se estima que la exportación cayó a la mitad, de 15% histórico de participación a entre solo 7% y 8%.
Tampoco la industria juguera tracciona. El productor hizo referencia a Brasil como el principal jugador en el mercado del jugo de naranja concentrado. “Tiene una super producción, pero los mercados no traccionan, no hay demanda y nosotros vamos atrás de eso. El precio no lo ponemos nosotros, el precio es internacional y se vino abajo”.
“No hay ventas, y tampoco hay una alternativa, ya que si no podemos exportar tampoco podemos colocar la producción en el mercado interno o en la industria”, resumió.
González dice que la consecuencia de esto es un proceso de desinversión en la actividad. “Pensemos que la planta es como una caja de ahorro. Si hoy no le ponemos fertilizante no pasa nada. El año que viene ya dará menos producción, y lo mismo al año siguiente. Si no repongo, en algún momento va a colapsar. Entonces no fertilizamos o pulverizamos como deberíamos. Sobre todo con el tema de enfermedades como el HLB que es tan destructiva”, concluyó.