El cinturón hortícola del Gran Rosario contiene a más de 200 productores que abarcan unas 2000 hectáreas. Hace décadas que allí se producen los alimentos que supieron abastecer a los mercados distribuidores más importantes del país, pero que ahora encuentran en la industria alimenticia un destino mucho más atractivo.
Una de las tres plantas procesadoras instaladas en la zona pertenece a MBRF, una firma brasilera que surgió con la fusión de otros dos gigantes de los alimentos a base de proteína animal, Marfrig y BRF, y se dedica a la producción de congelados. Junto a los enlatados y los deshidratados, la actividad es un estímulo a la horticultura de la región, ya que motoriza el agregado de valor y dota de mayor vida útil a esos alimentos.
Bichos de Campo conoció de primera mano ese otro lado del mostrador en la voz de Robertino Salvagno, gerente de esa planta que opera hace ya más de 30 años en la zona, pero que adquirió un impulso renovado con el ingreso de la nueva empresa.

El esquema de trabajo es muy similar al de otras industrias vinculadas a la actividad agropecuaria: la empresa no produce sus propias hortalizas sino que, en base a sus cálculos de consumo, cada campaña firma contratos con los productores que la abastecerán. El fuerte de MBRF son las verduras de hoja, como acelga y espinaca, pero además producen brócoli, choclo, chauchas y arvejas en cantidad.
“Cuando vos compras un vegetal fresco, desde que se cosechó hasta que llegó al mercado pasó casi una semana. Nosotros, en cambio, en pocas horas lo tenemos congelado, preservando los componentes y nutrientes del alimento y sin agregarle nada. Esa es la gran virtud que tenemos”, explicó Salvagno.
Más allá de la pata “sustentable”, si se quiere, que significa la reducción de los desperdicios, el principal atractivo de la industria de los congelados es distribuir alimentos en todo el país, como lo hace MBRF con su marca Green Life.
Mirá la entrevista completa:
Eso explica por qué los productores de la zona, consultados también por Bichos de Campo, celebran la proliferación de esas actividades industriales y reclaman una mayor difusión aún en la zona, pues así pueden agregar valor a sus alimentos y asegurarse mejores índices de rentabilidad.
Del mismo modo, producir congelados en ese mismo polo productivo también reduce costos, brinda certidumbre y favorece la logística de la firma, que hoy emplea de forma directa a unos 103 trabajadores.
Entre acelga y espinaca, MBRF procesa unas 3000 toneladas al año, el equivalente a 250 hectáreas de producción intensiva. Pero, como no basta con detentar el 10% del área total de la zona, el gerente de la planta explicó que uno de los factores clave para asegurarse abastecimiento continuo de alimentos muy estacionales es la planificación.
“Trabajamos por zafras y mientras estamos cosechando algún cultivo estamos procesando otro. La idea cuando nos abastecemos es contar con alimento para el resto del año”, explicó. Eso luego les asegura el éxito en las góndolas, donde las ventas lógicamente crecen cuando la provisión de circuitos frescos se termina.
Más allá de los tiempos y cantidades, la planificación a veces pasa también por las zonas elegidas, pues se suelen también hacer contratos con productores de otras localidades para evitar que las dificultades climáticas generen mermas en su abastecimiento. Eso explica por qué pueden hacer choclo en el sudeste bonaerense o arveja en el norte provincial, más allá de que el grueso de su producción esté 100 kilómetros a la redonda de la planta de procesamiento.





