Hasta mediados de la década de los 90 Lucy De Cornelis nunca pensó en tener que ocupar un lugar protagónico en la historia y mucho menos en ser la fundadora del Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha. Hasta ese momento, ella había sido simplemente la esposa de un mediano productor de la localidad pampeana de Winifreda, ama de casa y madre de cuatro hijas. Todo cambió cuando con Eduardo decidieron comprar un tractor pequeño, que valía 30 mil dólares.
Nacida en General Acha el 16 de febrero de 1945, Lucy Abram de Cornelis fue entrevistada este fin de semana por el programa Nuestra Tierra, de Radio Perfil. La excusa era recordar a Ana Galmarini, la dirigente chacarera fallecida hace unos pocos días y quien secundó a Lucy como vicepresidente de ese movimiento de mujeres agropecuarias. Pero la charla incluyó la situación actual y sus semejanzas con aquel escenario que, en tiempos del menemismo, expulsó del campo a miles de familias rurales.
“Aquí estamos. Más grandes, pero estamos”, saludó Lucy, quien primero que nadie despidió a su amiga de tantas luchas definiéndola como “una gran patriota”. Así, directo y sencillito.
-¿Cómo fue que nació Mujeres Agropecuarias en Lucha?
-Nació por mi caso personal, pero que era el caso general en toda la República Argentina. Por eso fuimos tan grandes como movimiento. Todo nació cuando mi esposo compra un tractor que valía 30.000 dólares o 30.000 pesos (por la ley de convertibilidad). A los tres meses ya debíamos 10 tractores. Eso era general para todos los productores. Debido a “la revolución productiva” (un eslogan de Carlos Menem sobre su propia gestión), tenías que tecnificarte. Y los hombres lo creyeron. Bueno, cuando llega el rematador a mi casa y a tomar los bienes, todas mis cosas…
-Ustedes tenían un campo de 180 hectáreas. Eran productores de pequeños a medianos en Winifreda.
-Sí, y mi esposo alquilaba más campo. Todo esto empezó por ese tractor que era imposible de pagar porque al poco tiempo esa deuda se fue a 500.000 dólares. ¿Te imaginás? ¿Con qué íbamos a pagar? Por eso decidí hacer una asamblea el 3 de junio de 1995 en mi localidad, porque ahora vivo en Santa Rosa, y participaron 350 mujeres. Ahí nos conocimos con las mujeres de La Pampa, porque lo mismo le estaba pasando a muchas familias. Ahí hicimos un petitorio. No sabíamos nosotras cómo seguir porque no teníamos experiencia. Yo solo era mujer del campo, de la casa.
-¿Qué plantearon en el petitorio?
-Bueno, le pedimos al gobernador (en ese momento era el peronista Rubén Marín) que parara los remates, que nos diera tiempo y una forma para pagar con tasas de acuerdo a nuestra producción. El gobernador nos pidió una semana, y a la semana nos atendió el ministro de la Producción, que nos dijo que nuestros maridos eran unos inútiles y que teníamos que ir a sembrar, a cosechar orégano o a cazar avestruces. Bueno, toda una tomada de pelo. Ahí empezamos la lucha.
-¿Fue entonces que decidieron interrumpir los remates de campos?
-Cuando empezaban con los remates dijimos que no íbamos a permitir que a ningún productor se le sacara un pedazo de tierra ni una maquinaria. A partir de ahí empezamos a parar los remates. Otras mujeres del país se conectaron con nosotros y el 21 de septiembre de 1995 juntamos 1.500 mujeres acá en Santa Rosa. Bueno, ahí el movimiento empezó a conocerse en cualquier parte de la República Argentina y nuestra única arma, como dije yo, era el himno nacional argentino y la bandera para parar los remates.
-¿Solo eso hacían? Iban a los remates en grupos, las mujeres con sus hombres, y se ponían a cantar el himno impidiendo que el rematador hiciera la subasta.
-Así salvamos miles y miles de campos. Ahí te empezás a dar cuenta, a tener conocimiento, de qué venían a quedarse con 14 millones de hectáreas que estaban hipotecadas en el Banco Nación. Menem iba a venderlas a Estados Unidos, eran tierras buenas. Yo no sé, siempre digo, ¿cómo no lo hizo? Porque yo en los discursos, le hablaba a la madre, no a Menem. Porque yo digo: si la madre hubiera estado en esta situación estaría junto a nosotros. Y por eso creo que no privatizó el Banco Nación y no vendió las hectáreas. Algo de sentimiento tenían encima.
El peligro de remates masivos debido a la gran cantidad de hipotecas agropecuarias que quedó luego de la crisis de 2001 en poder de los bancos, especialmente el Banco Nación, logró empezar a ser desactivado por la pesificación asimétrica de las deudas. El ex presidente Néstor Kirchner, además, ordenó parar cualquier tipo de posibilidad de remate. De Cornelis se muestra agradecida con aquella decisión política.
“La noche en que nos recibe Néstor, era una noche de lluvia fría, estábamos paradas todas, un montón de mujeres en la Casa Rosada, y él entraba. Le dije: Néstor, atendenos. Y Néstor nos hizo pasar y nos escuchó y dijo ‘no va a haber más remates’ y le dio la orden a Felisa Miceli, que estaba en el Banco Nación, de que todas las deudas volvieran al monto de origen con una tasa razonable”, contó la fundadora del movimiento, que consideró aquella decisión como “un acto patriota que salvó la soberanía y los alimentos de los argentinos”.
En ese contexto, Lucy no pudo evitar trazar un paralelo con la situación actual y pidió: “Yo llamo hoy, más que nunca, a que pensemos en nuestra patria y el domingo que viene, seamos conscientes a quién le vamos a dar nuestro voto”. Vale recordar que Lucy tuvo u n acercamiento visible con el kirchnerismo.
-Hablando de las mujeres… Están las madres de Plaza de Mayo, también las Abuelas, estuvieron ustedes… ¿Qué reflexión hacés sobre las mujeres empujando estas luchas?
-Ante todo porque somos madres, porque si vos le diste la vida a tus hijos, tenés que darle también un futuro. En ese momento, yo tenía a mis hijas estudiando en la universidad pública y tenían que volverse. Muchos chicos se suicidaron en esa época porque tuvieron que volverse a su campo. Y bueno, terminaron muchos matándose. Como muchos productores, como muchas mujeres. Yo quiero honrar a todos ellos, porque fueron mártires. Y bueno, si vos no le das el futuro a tus hijos, como sucede ahora, ¿qué nos queda?
Lucy De Cornelis pertenece a aquella sociedad que soñaba con progresar. Su madre era ama de casa y su padre portero de una escuela. Ella terminó sus estudios primarios y a los 16 años comenzó a trabajar como administrativa en la Casa de Gobierno de La Pampa. A los 20 años se casó, tuvo 4 hijas y se estableció en Winifreda, donde comenzó a trabajar junto a su marido, Eduardo Cornelis. Luego establecieron un estudio contable.
Ahora razona: “En un país donde tenemos para dar de comer a 400 millones de personas, se estén muriendo nuestros compatriotas. Me parece que es el acto más injusto que puede haber. Ahí no hay humanidad. Entonces tenemos que reflexionar. Todos tenemos derecho a vivir dignamente y a estudiar. Todo lo que está pasando ahora con los discapacitados, para mí es inhumano. Que se ponga la mano en el corazón cada uno y piense, pero si seguimos así no tenemos futuro.
-¿Te parece que hay muchos paralelos entre aquellos 90 y las situaciones actuales?
-Hay similitudes. Yo no sé si no esto es peor que los 90. Como lo veo, me parece que es más inhumano.
Muy bien señora De Cornelis. Y muy a su pesar, muchos de sus “colegas”, productores, chicos, medianos o grandes, no importa, junto a una porción considerable de los “argentinos mal nacidos” han permitido esta barbarie social y económica que estamos atravesando. El gran problema de este país es la falta de memoria. El trabajo de ingeniería social que han realizado desde el 76 para acá ha sido digno de publicar en ejemplares de tesis doctorales de Harvard. Si no rompemos con esta lógica, no salimos más del pozo. Por eso mi voto este 26 será para Cúneo.
Gracias por ésta nota, en ésa época no tenía ninguna conciencia de lo que pasaba en el pais, tenía 19 en los 90… mucho menoa en el campo… vi la historia ésta por primera vez en la pelicula documental de Pino Solanas, Memorias del Saqueo… me saco el sombrero ante la fuerza de éstas mujeres… y vale recordar la actitud de Néstor Kirchner… porque nos quedó solo la malisima imagen de la 125…