En Salto Encantado, en la zona centro de Misiones, un grupo de mujeres rurales transforma frutos de la chacra y del monte misionero en mermeladas únicas que rescatan sabores nativos y cuidan la biodiversidad. La Asociación Civil Mujeres Soñadoras, integrada por unas 50 familias, nació en 1996 con el impulso inicial del Pro Huerta. Hoy cuentan con su propia sala de elaboración, donde Claudia Kozaczek, Verónica Zurakovski y Fabiana Da Vega crean recetas originales que ponen en valor la producción local y la riqueza del monte.
“Nosotras estamos trabajando con frutas tanto de la chacra como nativas. Alguna de las nativas son Guabiroba, Pitanga, Ubajay, Cerella, Yacaratiá, Jabuticaba, Guaviyú, Uvaia, más o menos, unas ocho clases de frutas del monte que trabajamos y con las que elaboramos mermeladas envasadas bajo el sello Soñadoras”, cuenta Kozaczek, actual presidenta de la asociación de productores, en diálogo con Bichos de Campo.
“Nuestros productos son a base de 100% fruta y azúcar, sin ningún otro agregado, es toda fruta de monte. También, hacemos mermeladas de la chacra como por ejemplo mamón con maracuyá, mamón con quinoto, naranja con zanahoria, mandarina con zanahoria, guayaba, rosella (Hibiscus sabdariffa), todas frutas de plantaciones que nosotras mismas tenemos”, comparte con entusiasmo Kozaczek.
En julio de 2025, frutas como la Jabuticaba (Plinia cauliflora), Uvaia (Eugenia pyriformi cambess) y el Yvaporoity (Plinia rivulari), entre otras, fueron incorporadas al Código Alimentario Argentino (CAA), brindando así un marco legal que autoriza su producción, procesamiento y comercialización en todo el país. Previamente en 2019 había sido agregado otro fruto nativo como la Pitanga (Eugenia uniflora).
“Es de gran ayuda que estas frutas hayan ingresado al Código Alimentario Argentino ya que veníamos trabajando desde 2015 con el registro provincial. Ahora, estamos tramitando el registro nacional de estos productos. También, la gente va conociendo un poco más estas frutas y pierden el miedo de consumir algo que no conocen”, afirma la productora.
En este sentido, Kozaczek señala que “todas las frutas de estas plantas nativas tienen buenas propiedades para la salud que ayudan para una cosa u otra, cada fruta tiene sus cualidades”. El trabajo realizado por el Instituto Misionero de la Biodiversidad (IMiBio) no sólo le da la razón, sino que fue un aporte clave para la caracterización e inclusión de algunas de estas frutas en el Código Alimentario Argentino. Por ejemplo, la Jabuticaba se destaca por poseer antioxidantes y un alto valor nutricional, es fuente de vitamina C y minerales como hierro y potasio. En tanto, el Uvaia es fuente de vitamina C, potasio, hierro, zinc y tiene un alto contenido carotenoides.
La presencia en eventos de alcance nacional fueron instancias importantes para que las Mujeres Soñadoras se dieran a conocer con sus singulares mermeladas. “Hace varios años participamos en ferias provinciales y también en Buenos Aires, como la Feria Masticar y Caminos y Sabores. Estos últimos años no pudimos ir porque estaba muy difícil la situación económica, pero otros años sí se pudo participar con la ayuda del Programa USUBI (Uso Sustentable de la Biodiversidad). Si bien este proyecto terminó, nos ayudó mucho a que la gente de afuera de la provincia también nos conozca”, según manifestó Kozaczek. Estos eventos les permitieron a Mujeres Soñadoras vincularse con referentes gastronómicos como Germán Martitegui, Dolli Yrigoyen e Inés de los Santos, entre otros.
–¿Qué significa para ustedes cuidar el monte nativo y hacer un uso sustentable de sus frutas?
–Nosotras, las Mujeres Soñadoras, siempre defendimos cuidar el monte, las plantas nativas de las cuáles recolectamos los frutos. Nuestros antepasados, nuestros abuelos, usaban mucho estas frutas nativas, luego se fueron reemplazando o perdiendo. Hoy, se está volviendo a plantar y se las recupera para su uso en las chacras.
–Actualmente, además de la recolección, ¿cómo impulsan el cultivo de los frutales nativos?
–Nuestros hijos, los más jóvenes tienen un vivero en frente al predio de Mujeres Soñadoras que se llama Reverdecer. Nosotras, por ejemplo, usamos las frutas que juntamos y seleccionamos las mejores semillas, le pasamos a los chicos y ellos van plantando en el vivero. Ahí tienen plantas nativas, tanto maderables como frutales. También trabajan con la elaboración de bocashi y caldo de ceniza, entre otros biopreparados.
–Valga la redundancia, con casi 30 años trabajando juntas, ¿qué sueños faltan concretar con Mujeres Soñadoras?
–Nuestro sueño es que los jóvenes se involucren cada vez más con el monte, con cuidar lo natural que tenemos, que eso ayuda mucho y que es algo necesario. Plantando una nativa, sea frutal o de monte. Cuando florecen o dan frutas, incrementa la presencia de pájaros y ello favorece la biodiversidad. También, proyectamos que además de las mermeladas, nosotras u otras personas puedan hacer nuevos productos con los frutos de monte, que sean nuevos sabores por descubrir.
“Así estamos yendo en todo este tiempo” reflexiona Kozaczek y cierra “es lindo que los jóvenes se interesen en el cuidado del monte porque así es el camino para mejorar la salud de todos, de nosotros, de ellos y de los que vendrán en el futuro”.
“Lo nativo funciona”, parece querer decir Kozaczek porque el trabajo de las Mujeres Soñadoras rescata y revaloriza los frutos del monte, utilizadas antaño pero que recién hoy transitan el camino para ser reconocidas en su producción y consumo como el alimento que siempre fueron.