Nacida en el seno de la Asociación de Cooperativas Argentinas, a partir de la aprobación de la Ley de Biocombustibles en 2006, ACA Bio logró unir con éxito el modelo del trabajo cooperativo con la producción bioenergética. Aquello, que se basa en los postulados de la economía circular, les permitió no solo tener la planta de bioetanol más grande del país, sino también estar presentes –aunque no lo parezca- en la vida diaria de muchos argentinos.
“Uno de cada 40 autos nafteros de toda Argentina, todos los días del año, funcionan con combustible de nuestra planta de Villa María”, destacó en conversación con Bichos de Campo Víctor Accastello, director de ACA Bio, quien recordó el empuje que significó la obligatoriedad del corte de los hidrocarburos con biocombustibles a partir del 2010.
“Empezamos con el proyecto de una planta industrial importante en Córdoba, para 145 metros cúbicos año. Luego, esa planta se duplicó en plena pandemia. Hoy, con 290.000 metros cúbicos año, esta cooperativa, formada por ACA y 59 cooperativas más, es la planta de bioetanol más grande de Argentina”, celebró el titular a continuación.
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En ese camino, la elección de la localidad en la que levantar la planta resultó clave, ya que necesitaban no solo de una zona agrícola pujante sino también de la presencia de otras actividades productivas paralelas, como la lechera, para volcar los subproductos obtenidos.
“Teníamos que hacer una empresa que esté alejado de los puertos, donde haya mucho maíz y donde haya una cuenca lechera importante. Los productores producen en su campo, la cooperativa recepciona el maíz y ACA Bio lo procesa. Ese era el concepto”, contó Accastello.
“Hoy, una parte de lo que se obtiene va a las petroleras locales, otra se exporta a Brasil, a Europa, a Uruguay y a Chile. Y la burlanda, el grano destilado, vuelve a los productores que tienen feedlots o tambos, y que lo usan en la dieta de los animales”, explicó luego.
Con el paso del tiempo, la cooperativa sumó otros productos a su portfolio como la purificación y aprovechamiento del dióxido de carbono obtenido de los fermentadores, que sirve tanto para la industria de los matafuegos como para la de bebidas gasificadas.
“Eso es fruto de la innovación, del empuje que tenemos los argentinos para buscar el mayor valor siempre en cada producto”, afirmó el director.
-Parecería que en esto de encarar proyectos innovadores el asociativismo se vuelve clave. Debe ser difícil, por no decir imposible, hacerlo en forma individual.
-Totalmente, esto se hace en forma asociativa. Hoy para ser competitivo, en cualquier proyecto industrial, tenés que tener alta escala. ¿Por qué diríamos que la Asociación de Cooperativas Argentinas es un caso de éxito? Porque junta la producción de 50.000 productores agrícolas de Argentina y produce fertilizantes, vende fertilizantes a buenos costos industriales, semillas de sus criaderos, produce fitosanitarios, silobolsas en sus propias industrias. Eso se logra a través del asociativismo porque exige mucho capital. Un solo productor no lo podría hacer, pero 50.000 productores unidos, asociados a 134 cooperativas, sí.
“Tenemos que ser buenos en lo económico, generando rentabilidad para seguir reinvirtiéndola. ACA Bio es un éxito en lo económico, pero también lo es en lo social. Eso nos vinculó mucho más con las cooperativas socias. Aquí las cooperativas socias sienten orgullo por ACA Bio. La clave es la innovación siempre. Hoy, por ejemplo, tenemos una integración energética como nadie, porque co-generamos nuestra propia energía eléctrica. No tomamos energía de la red, sino que con los excedentes del vapor industrial generamos energía”, concluyó Accastello.