La ganadería disfruta de un año atravesado por abundantes lluvias, una muy buena producción forrajera, buenos precios del ganado y una conveniente relación con el maíz, que alienta el agregado de kilos en los corrales.
Además, la demanda interna se recuperó y los precios de la carne le ganan a la inflación. En el frente externo, hay una notable mejora de la competitividad, lo que se refleja en niveles creciente de exportaciones.
Pero a pesar de este muy positivo escenario, tanto productivo como comercial, la retención de hacienda no aparece y se presume que este año caería nuevamente el stock.
“Estamos viendo una ganadería que está viviendo más del presente que de las expectativas, y en la que hay mucha toma ganancia, mucho aprovechamiento de los precios del ternero, del ganado para faena. Y en muchas regiones actúa como rueda de auxilio de la agricultura, que sufrió sequías en los últimos años y bajos precios en este”, señaló el consultor Diego Ponti.
De acuerdo con sus cálculos, los precios de los terneros que venden los criadores subieron en forma interanual un 65%, mientras que la renta ganadera en los planteos pastoriles mejoró un 60%.
El analista consideró que gracias a eso, los productores están haciendo toma de ganancias porque “falta financiamiento para las inversiones, para la retención que implica apostar por beneficios futuros, pero no hay créditos para ello. Por lo tanto, se usan los ingresos que surgen de la venta de ganado para financiar los gastos como sueldos, movilidad, reparación o reposición de maquinaria, entre otros. No queda otra que financiarse con lo propio”.
A los problemas financieros se suman los políticos. Pasaron las elecciones en la provincia de Buenos Aires y se vienen las legislativas de octubre. Mientras tanto, el mercado presiona por el dólar y el gobierno hace malabares.
“El ruido político influye en la cabeza del productor, que está esperando ver cómo se acomodan los tantos luego de octubre. Eso atenta contra las inversiones en hacienda, que son de largo plazo”, sostuvo.
Para Ponti, la ganadería disfruta de “las tres P”, es decir, “pasto, precio y políticas sectoriales”, pero considera que es necesario resolver los otros dos temas para que se revierta la caída de los últimos años y comience a crecer el rodeo vacuno.
“Es posible pensar que en 2026, de mantenerse las políticas, haya una mayor intención de retención de parte de los ganaderos, siempre que se mantengan las condiciones productivas y comerciales. Quizás el año que viene se de vuelta la página”, afirmó.
Para el 2026 se espera una producción de terneros similar a la de este año, por lo que no debería faltar ganado para el engorde. Si hubiera retención, se reduciría en tal caso la faena de categorías como vaquillonas y quizás también de vacas, lo que debería sostener en buenos niveles los precios también del resto de las categorías, que van a la faena para atender al mercado local y a la exportación.
Si se diera ese escenario, Argentina no perdería competitividad porque, dijo Ponti, los demás países de la región tendrían también precios altos de la hacienda.
“En Uruguay hay un faltante claro de oferta que no se recompondrá rápidamente, por lo que el novillo ronda los 5,30 a 5,40 dólares por kilo gancho. De Brasil se espera que produzca y exporte menos por lo que sus precios también se afirmarán”, finalizó el consultor.