La historia detrás del vínculo entre la yerba mate Romance y el criadero de peces Cultivo Dorado ya la contamos algunos años atrás en Bichos de Campo. Ambos proyectos son propiedad de la empresa familiar Gerula SA y se desarrollan en Misiones, donde empezó esa larga novela hace 48 años.
Lo curioso de volver una y otra vez sobre ciertas historias es que se puede obtener nuevas fotos que configuren la película completa. En este caso, una película fuera de lo común, en la que una yerbatera también lleva adelante el único criadero de surubí y dorado del país, que además ya está en vistas de expandir la venta de su pescado envasado a Brasil.
Gran parte del mapa productivo de la agroindustria argentina está configurado por las empresas familiares. Gerula SA es del selecto grupo que aún conserva su estructura originaria y es conducida por sus fundadores o sus descendientes.
El último eslabón de esa cadena lo integra Florencia Gerula, junto a su hermano y sus primos. Esa generación hoy se pone parte de la firma al hombro, pero tiene la fortuna de aún poder sentarse a tomar mates y a comer su pescado con su abuelo, Miguel José Gerula, quien en 1978 inauguró la famosa marca de yerba Romance.
En esa misma localidad de San José, al sur de la provincia de Misiones, es que nació hace casi 20 años Cultivo Dorado. El proyecto impulsado por uno de los dueños, un fanático de la pesca que trabajó con pares brasileros para montar un criadero de peces de río en las cercanías de su establecimiento yerbatero.
De seguro que Florencia Gerula escuchó hasta el hartazgo esas historias en la mesa familiar, pero hoy es una de sus protagonistas. “Nos emociona y estamos muy orgullosos, tanto de la yerba como de nuestro criadero de peces”, señaló, en diálogo con Bichos de Campo.
Desde ya que es esperable que así sea, pues hoy tienen montada una gran estructura con la que crían seis especies de río -surubí, dorado, boga, salmón, sábalo y pacú-, que luego procesan y envasan para vender congelado hasta en las góndolas de las grandes cadenas de supermercados del país.
Comúnmente, se asocia el pescado de río con el gusto a barro, pero en Cultivo Dorado sostienen que han podido sortear eso a pesar de que una parte de la cría la hacen a orillas del Río Paraná.
La razón está en que, luego del proceso de desove en el laboratorio, se hace un trabajo muy minucioso en los estanques con los alevinos, que son los ejemplares recién nacidos. “Ahí empieza la etapa de adiestramiento, en la que se le enseña a los peces a subir a la superficie y comer el alimento que flota en vez del que está en el suelo”, explicó Florencia, que asegura que, gracias a ello, cuando los llevan en jaulas al río no corren riesgos de que coman residuos del fondo.
Terminar el engorde en el río tiene además otro beneficio ulterior, que es darle al pez un contacto con el ecosistema y exponerlo a condiciones adversas, lo que, señalan, deriva en un mejor y más sano crecimiento.
“Todo el trabajo se hace con mucho esfuerzo y cabeza”, afirmó la nieta del fundador.
Mirá la entrevista completa:
– ¿De cuánto tiempo estamos hablando desde ese primer momento en laboratorio hasta que termina con el último engorde en la orilla del río?
– En promedio, se demora entre 8 y 12 meses en lograr el tamaño de pez ideal para iniciar el proceso de cosecha.
– Luego de la cosecha, ¿cómo se trabaja en las últimas etapas hasta el envasado?
– En un principio el proyecto tercerizaba la etapa de los frigoríficos. Una vez que estuvimos en condiciones de salir de la provincia a comercializar en el resto del país, nos vimos obligados a construir un frigorífico propio en Misiones. Ahí es donde se hace todo el proceso hasta que se vende la carne congelada.
– ¿En qué circuitos venden hoy su producto?
– En CABA y en la provincia de Buenos Aires se pueden conseguir con seguridad en dos cadenas de supermercados muy importantes, Coto y Carrefour. De a poco, estamos llegando a otros lugares del país y estamos iniciando un proceso para exportarlos a Brasil. Estamos muy contentos porque es un salto muy importante que dio la marca.