Ha sido noticia en las últimas horas la presencia de carne “argentina” en un supermercado de Japón, que además se vende a un muy buen precio. Hasta el presidente Mauricio Macri visitó ese establecimiento comercial y destacó ese hito comercial para el país. Por cierto, es la primera vez en la historia que la carne vacuna se vende en tan lejano mercado, que siempre ha sido el más exigentes en materia sanitaria. A lo largo de muchas décadas, desde los años ’30, Japón se negó a recibir carne argentina porque exigía a sus proveedores “riesgo cero” en materia de fiebre aftosa.
Medio hipócritas somos los argentinos, que siempre nos apropiamos de las buenas noticias, y nos subimos a la ola de éxito, pero después miramos hacia el costado cuando aparecen los problemas y se necesita del trabajo. En este sentido, en el caso de esta operación, no debería ser tan importante el lugar a dónde llegó la carne argentina sino el lugar de dónde proviene. Es carne de la Patagonia, primero que nada. Con todo el trabajo adicional que ello implica.
Es esta rasgo de origen al que nadie le prestó atención cuando se hizo viral la noticia de la presencia de carne argentina en Japón. Todos miramos el altísimo precio a que se vendió ese manjar (hasta 100 dólares por kilo) y nos sentimos dueños del asombroso desembarco en las góndolas más exigentes del mundo. Pero nadie reparó (y lamentablemente el presidente Macri tampoco lo hizo) en su origen patagónico.
Este punto de partida es determinante para saber algunas otras cosas. Por ejemplo, que los volúmenes enviados hasta ahora a Japón son muy escasos, apenas 40 toneladas (dos contenedores). Y que deberán redoblarse los esfuerzos para hacer de este flamante negocio una constante.
Con lógica, el que salió a reivindicar que la carne que llegó a Japón proviene de una de las regione smás desfavorecidas del país fue el frigorífico Fridevi, ubicado en Río Negro, muy cerca de Viedma. Se trata del establecimiento que realizó el envío y que es el único que está habilitado para hacerlo. En rigor, es el único establecimiento faenador de bovinos que está habilitado para exportar entre los ubicado al sur de la Barrera Sanitaria Patagónica, que ha sido la garantía para poder realizar este negocio con Japón, la llave de acceso a ese exigente mercado.
Ver Postales de Río Negro: “Los defensores de la barrera”Ver
Como ya se explicó, no es toda “la Argentina” la que está habilitada para vender carne a Japón sino solamente su región patagónica, la que se ubica al sur del río Colorado. Todo allí se hace cuesta arriba: Además de las distancias adicionales que la separan de los grandes centros de consumo, la región tiene un escaso stock bovino, de solamente unas 700 mil cabezas, una sola planta frigorífica habilitada para exportar (la mencionada Fridevi).
Pero, a su favor, tiene una gran ventaja. Es la única que ha sido declarada como la “zona libre de aftosa sin vacunación” por la OIE (Organización Veterinaria internacional) en mayo de 2014.
Todo ese proceso sanitario fue muy trabajoso: demandó muchísimo tiempo y mucho dinero desde que se monto la barrera, a mediados de los noventa. Los controles sanitarios para preservar la región como libre de fiebre aftosa fueron realizados durante mucho tiempo por la Funbapa, una fundación mixta entre los productores, las provincias patagónicas y el Estado nacional. Más recientemente fueron absorbidos por el Senasa, que a veces flaquea por falta de presupuesto necesario para cumplir con esa tarea estratégica. Macri debería tener muy presente esta venta de carne a Japón la próxima vez que confeccione el presupuesto nacional.
Por eso el origen de la carne, en este caso, es tanto o más meritorio que el destino al que llegó. Fridevi logró completar estos dos contenedores para vender en más de 100 locales de la cadena Ito Yokado, en Japón, luego de que a mediados del año pasado ambos países acordaron la apertura recíproca del mercado de carnes. En la Patagonia todo cuesta el doble o triple de esfuerzo: conseguir la hacienda gorda no es tan sencillo como en las provincias del norte.
“Luego de meses de mucho trabajo, la carne de nuestra Patagonia está llegando al consumidor final en Japón, lo cual es un gran orgullo. Pero a la vez sigue siendo un desafío y compromiso constante trabajar con un mercado tan exigente como lo es el japonés”. resumió Sergio Seisdedos, el gerente general de Fridevi. La empresa tiene otro rasgo muy meritorio que vale la pena destacar: es una sociedad anónima de origen cooperativo. Sus dos accionistas son la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) y la Cooperativa de Patagones y Viedma Ltda.
El frigorífico que produjo la carne que terminó vendiéndose en Japón está ubicado sobre un predio de 12 hectáreas y puede faenar unos 8.000 vacunos al mes. Tiene una capacidad de almacenaje en cámaras de 2.500 medias reses y también cuenta con una planta de procesamiento de porcinos con una capacidad para más de 2.500 cerdos mensuales. Más recientemente incorporó una planta de embutidos con capacidad de producción de 200 toneladas al mes.