Días atrás en la localidad de Garupá, próxima a la capital provincial de Misiones, un camión amarillo transitaba incesantemente por la Ruta Nacional 12 para abastecer a los mercados locales que se anticiparon a la llegada de agosto. La parte posterior del camión no dejaba lugar a dudas sobre su misión con la leyenda: “estamos entregando caña Cachapé”.
Cada 1 de agosto, una tradición del norte argentino pero extendida en el resto del país, reza tomar tres tragos de caña con ruda en ayunas como muestra de agradecimiento, pero sobre todo para ahuyentar los males del invierno.
Junto a la tradición hay un nombre asociado indefectiblemente: Cachapé, la marca de caña tipo habana macerada con hojas de ruda macho y que es elaborada por la firma Bebidas Misioneras. El nombre de Cachapé refiere al carro de madera tirado por bueyes – o tractor – utilizado tradicionalmente en la región para el acopio y traslado de la caña de azúcar.
Javier Vera, titular de la firma Bebidas Misioneras, dialogó con Bichos de Campo, iniciando el mes de agosto con la satisfacción de saber que parte de su trabajo estaba realizado y que miles de personas comenzaron su jornada con la bebida que tiene origen en su industria.
“Esta PyME nació hace casi 40 años e inicialmente es un desprendimiento de gente que venía trabajando en la industria vitivinícola. Cuando salió el tema del fraccionamiento en origen únicamente en las provincias productoras, mi viejo promovió una reconversión convencido de que esto podía funcionar y salió con la botella de caña bajo el brazo para meterla en el mercado”, rememora Vera.
La empresa se fundó e inició su producción con Cachapé, su marca emblema, a partir de la cual fueron creciendo y sumando una diversidad de productos que abarca desde licores hasta alcohol etílico. Hoy ya son tres generaciones involucradas en la firma que actualmente gestiona Vera junto a su hijo.
Sobre su producción Vera afirma que “en la región estamos bien considerados, pero no deja de ser difícil. Lo nuestro es un producto muy regional, parte de un pequeño nicho acá. Estamos entre Brasil y Paraguay y las asimetrías siempre nos golpean. Más allá de esto, se vende la caña como así también las otras bebidas alcohólicas y productos fraccionados de alcohol etílico”.
“Somos una pequeña PyME, con diez empleados, que estamos trabajando todo el año. En particular con la caña, como toda nuestra producción, nos enfocamos en la calidad” define Vera y remarca que la materia prima es fundamental. Anteriormente, adquirían la caña producida por ex Ingenio Azucarero ubicado en la localidad misionera de San Javier. El derrotero del ingenio y su posterior cierre los llevaron a buscar el alcohol en otros centros productores por fuera de la provincia.
-Y la ruda, ¿de dónde la sacan?
– Tenemos una gente con una reserva que se llama Tupá Pojá, ubicada en Gobernador Roca, donde ellos plantan la ruda y con mucho cariño – remarca – porque la ruda es jodida para que crezca.
Luego, con la caña elaborada continúa un trabajo artesanal, principalmente cada mes de junio, para colocar la ruda dentro de cada botellita que posteriormente se distribuye en tiempo y forma, llegando a almacenes y supermercados y así poder recibir agosto como la tradición manda.
“Actualmente, vendemos en Córdoba, Rosario, San Luis, vamos llegando a otros lugares por fuera de la región. Este año la producción alcanzó unos 6.000 litros de caña con ruda que se comercializan en diferentes formatos”, comparte Vera.
– ¿Crees que hay un público que es fiel tanto a la tradición como a la marca?
– Yo creo que sí. El consumidor de caña tiene esa fidelidad a determinadas marcas. Además de Cachapé, nosotros tenemos otra marca de caña con ruda que se vende muy bien y que es Picapalos. Todos nuestros nombres tienen identidad regional y tienen su fidelidad, si bien es el mismo producto, la gente que toma una no toma la otra.
– Para afrontar este año, ¿tres traguitos como siempre o un poco más?
– Tres traguitos como siempre, hay que mantener la actitud. Nosotros después de años en la parte de producción, de dar tantas batallas y aún sobrevivir, hay que poner actitud nomás. Tres traguitos que traigan buena onda y como todo emprendedor y toda gente de campo, que está en la parte productiva, somos optimistas pero casi enfermos de optimismo porque siempre estamos peleándola.
Con una amplia trayectoria en la elaboración de bebidas de alta graduación alcohólica, Vera afirma que la caña no sólo es un producto de consumo popular, sino que también tiene una altísima calidad. Como parte de la puesta en valor de la gastronomía regional, el industrial cuenta que “bármanes locales están elaborando nuevos tragos con la caña, lo que generó mucho interés y buenas devoluciones por parte de la gente. El producto tiene buena aceptación, hace muchos años que estamos y la calidad siempre es buena, así que hay que meterle para adelante”.