A Ricardo Alfredo Barrios Arrechea o simplemente “Cacho” Barrios, la vida lo llevó por diversos caminos. A sus 90 años se autodefine como productor agropecuario jubilado. Pero es mucho más que eso. Según Wikipedia, Cacho es médico y político perteneciente a la UCR.
A Barrios también le gusta presentare como productor de yerba mate, impulsor de la Red Verde de árboles nativos para que los productores los incorporen en sus yerbales. También está dedicado a la ganadería, con un proyecto de pasturas y enfardadoras para pequeñas superficies.
En materia productiva, Barrios explica que es yerbatero por cuarta generación, algo que no es simple en la región, ya que su familia está afincada ahí desde la guerra del Paraguay, y cosechaban la yerba natural, o de monte. También Barrios fue uno de los primeros sembradores de soja de Argentina, ya que Misiones fue primicia con ese cultivo extraño que llegó en los ´70, y Cacho fue uno de los que lo probó.
La pasión por la política también dejó huella en la vida de Barrios, ya que gracias a su militancia llegó a ser gobernador de Misiones con el regreso de la democracia hasta 1987, cuando decidió encabezar el Ministerio de Salud durante el tramo final de la presidencia de Raúl Alfonsín. Luego de esa experiencia, fue diputado nacional y Jefe del Sistema Forestal del país en la Secretaría de Agricultura que conducía Antonio Berhongaray, en el regreso de los radicales al gobierno.
Barrios conoce de primera mano el actual conflicto yerbatero, ya que sigue produciendo actualmente. Por estos meses, luego del proceso de desregulación del sector que llevó a cabo el presidente Javier Milei al quitarle al Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM] la función de fijar precios mínimos de referencia, los productores enfrentan las condiciones de un mercado desparejo, y deben aceptar el precio bajo que se le impone desde un sector industrial más concentrado para comprar su mercadería: la hoja verde.
Sin el organismo mediando, las condiciones son muy desfavorables para los productores minifundistas, que son muchos en territorio misionero, unos 12.000. En plena tierra roja, desde hace meses que los colonos yerbateros mantienen medidas de protesta en las rutas, exigiendo mejores precios de la industria. En la mayoría de los casos, se están pagando valores que rondan los 250 pesos por kilo de hoja verde, mientras los productores piden exactamente el doble que eso, para cubrir costso calculados en unos 400 pesos. Además, según denuncian, los acopios o secaderos están pagando parte en efectivo y el resto en cómodas cuotas, hasta de 120 días.
La situación es desesperante para los colonos yerbateros, y Barrios, ante este escenario, viene proponiendo una solución a sus pares yerbateros: la “cosecha por goteo”. La yerba mate, que es un arbusto perenne del cual se toman en cada cosecha solo algunos brotes, lo permite. Lo que intenta Barrios es que cosechando poco, y entregando solo lo necesario ara sobrevivir, los secaderos o molinos, que necesitan de esa materia prima, queden condicionados a pagar un precio más alto por caía de la oferta.
Para explicar la medida, Barrios en diálogo con Bichos de Campo, analiza lo ocurrido desde 2024: “Se pasó de lo normal de la demanda, que son los 800 millones de kilos de hoja verde, y se produjeron casi 1.000 millones, unos 200 millones de más. ¿Qué pasa en un sistema de oferta y demanda libre? Que si hay superproducción, lo primero que pasa es que baja el precio. Entonces, cuando la superproducción empezó a notarse en el precio, fue cuando se hicieron esos primeros cortes de ruta”.
Según Barrios, en ese momento el productor misionero “se autorrestringió” y entonces pasó de un precio bueno de 380, a un precio bajísimo de 280 pesos y en cuotas. Se restringió el precio, comenzó a faltar yerba y volvió a subir a 305 pesos.
La realidad de la tarefa, o cosecha, es que 14 mil familias dependen de ella, y esa presión juega contra el productor. “Si tenés buena producción, 305 pesos no es un precio, ni siquiera para alcanzar los costos, pero es tan fuerte la presión de tener que cosechar y de que hay 14 mil obreros de la cosecha que se quedaron sin comer”.
“Cuando llegó a 305 pesos, se largaron como un tsunami a cosechar y reventaron los secaderos. Consecuencia, se fue al piso otra vez el precio, bajando otra vez a 200 y en cuotas; una cosa humillante y vergonzosa”, analiza Barrios.
“Yo insisto con la autorregulación –sostuvo el productor, con tono firme–. Ahí entra esto de la ‘cosecha por goteo’. No hay que atorar el secadero con yerba mate, porque automáticamente cae el precio. Y ahora llegó el momento justo para eso. Con la cosecha por goteo no ganás plata, pero le da de comer a la gente: al tarefero, al pequeño colono que se la rebusca como puede”, graficó.
“No se trata de restringir violentamente ni de cortar rutas, sino de practicar una autorregulación constante, desde cada productor. No está la CRYM, no está el INYM. Bueno, entonces vos, que tenés la hoja verde, sos dueño de la materia prima. El poder está en la chacra. Lo único que hay que hacer es abrir apenas el grifo, no mandar el 100% como se está haciendo ahora”, recordó también Barrios.
Para esta idea, el exgobernador detalló: “Cada uno puede cosechar lo que quiera, claro. Pero hay que tener conciencia. Mirá, yo soy un productor mediano. Si antes cosechaba 6 mil kilos por día, ahora llevo 3 mil, la mitad. Si el año pasado se procesaron 1.000 millones de kilos, este año deberían ser 500 millones. Esa sería una forma de emparejar la oferta con la demanda. Y eso haría que la industria pague lo que corresponde. Porque ellos saben que tienen que pagar bastante más que los 305 pesos actuales”.
A su vez, Barrios también recordó: “El problema es que este es un matrimonio desavenido. El molino, sin la hoja verde de los productores, tiene solo un 10% de autoabastecimiento. Necesita un 90%, o por lo menos un 85%, del productor. Y el productor no puede llevar la hoja verde a la góndola. Necesita al molino.”
En un caso extremo, Barrios considera que la justicia también puede ser un recurso, pero no debería llegar a eso: “Si querés escrachar a los molineros, si tal no paga o abusa del productor, te vas a la Justicia y reclamás por precio justo. Existe una ley para eso. Si hay abuso de posición dominante, se puede accionar legalmente y crearle un problema al molino. Pero no hace falta llegar a eso si simplemente se sentaran a conversar”.
Para graficar su idea y ponerlo en términos históricos, Cacho recuerda lo que ocurrió hasta la década del 90, cuando se desreguló la comercialización de yerba con las condiciones que llevaron a forjar la Ley de Yerba Mate, (25.564), donde se establece la creación del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) y regular precios orientativos para la producción.
“Si repasamos la historia, antes estaba la CRYM, la Comisión Reguladora de la Yerba Mate. Era una autoridad que podía resolver problemas de acuerdo a la realidad del momento. En el ‘66 hubo una superproducción y la CRYM directamente prohibió el corte. Y la gente obedeció, porque en esa época todavía había disciplina. En el ‘67 se cosechó solo el 25%, al año siguiente el 50%, y luego se liberó. Se reguló por oferta y demanda y siguió normalmente… hasta que llegó Menem y desreguló todo otra vez. Ahí te pagaban con bonos, como en la época del mensú. Bonos que solo servían para gastar en el supermercado del molino”.
Luego cerró con un dato contundente sobre la estructura productiva del sector: “Los productores son muy chicos. Arrancan con cinco hectáreas, a veces veinte o veinticinco, y después vienen los medianos. En total somos unos 13 o 15 mil productores pequeños y medianos que aportamos el 85% de los 800 millones de kilos de hoja verde que se cosechan cada año. Eso equivale a 245 millones de kilos de yerba molida y empaquetada, y parte de eso incluso se exporta”.