De las 40.000 hectáreas dedicadas a la producción limonera que supo tener Tucumán en algún momento, casi el 30% fueron abandonadas o se reconfiguraron en los últimos años. Para el principal polo productor y procesador del mundo eso significó un embate importante, sobre todo con la aparición de competidores como Sudáfrica y Turquía.
“No es una crisis terminal, es un reacomodamiento”, afirmó José Ignacio Lobo, que es miembro de la Confederación de Asociaciones Rurales de Tucumán (Cartuc) y dialogó con Bichos de Campo sobre el mapa productivo de su provincia.
Respecto al limón, Lobo sostiene que la crisis “está terminando” y lo que se inaugura de ahora en más es una “nueva etapa” para el sector, que aún lidera los envíos al exterior en materia industrial, con la venta de jugo, aceites y cáscara a todo el mundo, pero bajó mucho sus exportaciones de fruta fresca.
Esa nueva etapa de la que habla el ruralista es, mejor dicho, un nuevo mapa productivo. Es que gran parte de las tierras que antes se destinaban al limón mutaron hacia la caña de azúcar, otra actividad clave para los tucumanos, y también hacia la naranja, que ofrece mejores precios.
Tanto ha crecido la superficie de caña, que aseguran que ya le ha ganado varias hectáreas hacia el este a las fincas sojeras
Sin ir más lejos, de cara a la presente zafra, Lobo estima que habrá una “producción récord”, y da por descontado que habrá excedente suficiente para que sigan aumentando las exportaciones. El complejo sucroalcoholero fue uno de los que más aumentó sus ventas entre 2023 y 2024.
Mirá la entrevista completa con José Ignacio Lobo:
Para los 8000 productores que se estima que hay en Tucumán, en su mayoría pequeñas fincas de no más de 50 hectáreas, el aumento de la superficie también se traduce en una baja de precios en la materia prima. Con los costos que han ido en alza, sobre todo por la incidencia que tienen los tributos provinciales, el esquema no termina de ser conveniente.
“Es una ecuación difícil pero estamos acostumbrados. El productor sabe aguantar y esperar a que llegue el buen momento”, señaló el dirigente. Actualmente, estima, el precio del azúcar está a niveles del 2023.
Mientras en la provincia crecen lentamente otros negocios de exportación, como es el caso de los arándanos y las frutillas, los ruralistas insisten en que hay una veta sin aprovecharse. Y es que el sector azucarero reclama hace tiempo que se avance en la regulación de los biocombustibles para permitir que se incremente el nivel de alcohol que puede ser utilizado para el corte.
“Tiene que haber una ley de biocombustibles que de un horizonte de crecimiento”, insiste Lobo. Es Agenda 2030 pura y, argumentan, sería la chance de que la producción provincial despegue completamente copiando modelos de otros países, como es el caso de Brasil.