En el litoral argentino hay fuerte preocupación por la difusión de la garrapata, un parásito que además lleva a los animales a sufrir “tristeza bovina” y es vector de otras enfermedades.
Su control exige de la toma de conciencia de los productores primero y del trabajo coordinado con dependencias públicas nacionales, según lo que indicaron referentes de la actividad ganadera consultados por Bichos de Campo.
Controlar la enfermedad no es barato, pero la pérdida económica por no poner en marcha los protocolos sanitarios correspondientes es mucho más costosa aun.
Los ganaderos de Corrientes reconocieron que hay un número creciente de focos de esta problemática mientas que en Entre Ríos, donde se había llegado a un piso de 200, ahora ya están en 600 focos, aunque todavía muy lejos de los 2.000 alcanzados tiempo atrás.
En las provincias del litoral el problema es endémico y requiere sobre todo el trabajo de los productores.
Julio “Pipio” Reggi, ganadero y veterinario en Corrientes, explicó que la garrapata encuentra allí -por clima, temperatura, humedad y ambiente- condiciones ideales para su desarrollo. En algunos años puede haber hasta 5 generaciones de la garrapata, una población que fluctúa pero no desaparece. Y si se agrega a esto el factor de la resistencia adquirida a los garrapaticidas, el escenario es preocupante. “Los problemas son mayores pero son heterogéneos según el campo”, indicó.
Reggi agregó que “hay productores proactivos que ejecutan bien los planes, en tiempo y forma, pero luego están los reactivos que actúan cuando el problema está avanzado y no hay herramientas de control”.
En tal sentido, consideró que “el problema es tranqueras adentro y se deben adoptar los planes basados en la investigación y para eso tenemos una fortaleza enorme en los que está haciendo el INTA. El aporte del estado nacional o provincial no es el eje del problema”, aclaró.
Otro factor que favorece el desarrollo de la esta situación tiene que ver con que “en los últimos años la industria farmacéutica dejó a la ganadería en segundo plano y puso el foco sobre mascotas, aves y cerdos. Eso nos deja con menos herramientas”.
Luego agregó: “A fines de los 90 habíamos erradicado la garrapata en la mitad de la provincia y luego se retrocedió. Hoy la provincia tiene el status de sucia o de control, donde la responsabilidad primaria es del productor”
El especialista explicó que el Estado Nacional delegó el Plan Nacional de Control de la Garrapata en las provincias, pero explicó que “no es responsabilidad del Estado su solución”.
En cuanto a las pérdidas económicas, dijo que en la región “un animal deja de ganar hasta 80 kilos al año lo que afecta el proceso de recría de la hembra que demora de los 18 a los 30 meses la preñez. Además genera ‘tristeza’, que deriva en la muerte del animal. El 50% de estos se va sin tratamiento y los que no se mueren tardan un año en tener capacidad productiva y reproductiva. Esta es la mayor limitante para la producción”, alertó.
El dirigente rural y ganadero Martín Rapetti coincidió con Reggi en que la primera responsabilidad es de los ganaderos: “Esto pasa primero por una decisión del productor, pero también por las políticas pública que ayuden a tomar conciencia y a controlarlo”.
El ganadero de Curuzú Cuatiá consideró que “es necesario tomar medidas, que se arme una zona buffer con Entre Ríos y otras provincias”, y agregó que en los próximos días se reunirán con funcionarios nacionales, provinciales y referentes de la producción para ver si se puede armar un programa conjunto para toda la región.
Gabriel Simonatto, de la FUCOFA entrerriana, también se refirió al tema. “De 2.000 focos que tuvimos en 2005 cuando empezamos a trabajar nos fuimos a menos 200 y ahora estamos en 600”, lo mensuró.
El ganadero explicó los motivos: “Ese aumento fue efecto de que las ivermectinas comenzaron a bajar su sensibilidad, de las cuestiones climáticas como los incendios de Corrientes y el norte de Entre Ríos, las sequías tuvieron que ver mucho y también los movimientos por las urgencias de las crecientes de los ríos que se hicieron sin el debido control”.
De todos modos reconoció: “El problema es nuestro, no tiene que ver con lo que pasa en Corrientes”.
En cuanto al costo de control de la garrapata dijo que “es de entre 25.000 y 30.000 pesos por animal. Si uno tiene 2.000 vacas y se te mueren 200 es mucho más costoso, porque poner en valor 200 vacas es muy costoso”. A un millón de pesos cada vaquillona preñada el monto se eleva a 200 millones de pesos o 200.000 dólares.
Simonatto dijo que el problema primero es de los ganaderos pero también indicó “en un país con tanta inestabilidad económica y con políticas en contra del sector durante años, la garrapata es casi una externalidad en una cadena enorme de dificultades que impidieron inversiones, que es uno de los problemas que tiene la ganadería y que se refleja en la falta de infraestructura en muchos campos que no cuentan con las herramientas necesarias para combatir estos problemas”.