Cuando en el año 1984 Eduardo Spiaggi empezó a involucrarse en el mundo de la agroecología, apenas se daban los primeros pasos en el país en estos modos productivos que ahora se están difundiendo de modo mucho más masivo. Sin embargo, al docente ya le venía preocupando la crisis de los recursos naturales y el manejo de la fauna, y no se quedó de brazos cruzados. Fue así que fundó junto a otros colegas una novedosa cátedra de ecología y ecodesarrollo dentro de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario, para seguir de cerca estas problemáticas.
Ahora, “más convencido que nunca” de los beneficios de la agroecología, Spiaggi trata de aportar más ciencia a estas prácticas productivas, midiendo su impacto directamente en el campo. Desde hace 20 años impulsa el Proyecto Agroecológico Casilda, en una finca diversificada ubicada sobre la ruta S-26, entre la ciudad de Casilda y la Comuna de Fuentes.
Mirá la entrevista a Eduardo Spiaggi:
“Nosotros vimos que era una necesidad trabajar con los productores de la zona, meter un pie en el territorio, salir de la academia. Así generamos hace casi 20 años, el proyecto agroecológico Casilda. Son once hectáreas de una granja diversificada, en medio del corazón sojero. Ahí se producen 70 toneladas de alimentos saludables anuales. Hacemos harina de trigo y verduras que se venden directamente a los consumidores, contó Spiaggi a Bichos de Campo.
Para Eduardo, este proyecto es algo más que una granja productiva, también es una especie de investigación mediante la cual obtiene datos tangibles de los beneficios de producir bajo prácticas agroecológicas. “Hemos sacado mucha información de ahí porque nosotros la necesitamos para demostrar con números cómo se produce. También tratamos de hacer incidencia política con eso, porque es un modelo aplicable a los periurbano, donde se puede producir sin fumigar evitando el conflicto”, explicó el docente.
“Hace falta crecer, que se sistematice más y que la academia se abra un poco. Pero creo que eso está sucediendo: nosotros somos academia y lo estamos haciendo. Lleva su tiempo, pero los resultados de 20 o 30 años atrás evidencian que crece y que va a seguir creciendo”, aseguró.
En este particular, el docente rosarino se remontó a los comienzos, para mostrar el crecimiento de las experiencia y proyectos agroecológicas en la provincia. “Cuando empezamos en Santa Fe, lo único que había era Naturaleza Viva. Ahora hay 200 experiencia, con distintos grados de avances y de distintas escalas. Hacer las cosas bien, no dañar a la naturaleza, producir alimentos saludables de cercanía, alimentar, generar trabajo, cierra por todos lados.
-¿La agroecología sirve solo para los periurbanos?
–No, justamente está el caso de La Aurora, que fue emblemático, con 700 hectáreas bajo manejo agroecológico. Hay otro productor que tiene ganadería regenerativa en 70 hectáreas y así muchos casos en distintos lugares de de la Argentina, que son superficie medianas o grandes.
-¿Para el productor es buen negocio porque al cambiar las formas de producir y deja de ser tan dependiente de los insumos?
-Si, mucho menos dependiente, más autosuficiente y gasta menos. Si vos ves los costos de los insumos hoy: la urea, el fósforo o las mismas semillas son carísimas. Entonces si vos te generas tu propia semilla y tenés tu pequeña fábrica de bioinsumos, de fertilizantes, la mayoría de los costos los achicas muchísimo. El argumento económico irrebatible. Pero tenés que hacer todos los números, no solamente el volumen por hectárea, que a veces te quieren encerrar ahí.
-¿Qué se necesita para que crezca el movimiento agroecológico?
-Hacen falta políticas públicas. Cuando estuvo la Dirección de agroecología se dio un saltito cuantitativo, t mucha gente que se sumó. Pero bueno, con un presidente que niega el cambio climático que quiere el cierre del CONICET, que cierra la universidad, que es difícil, va a ser más difícil. Igual la agroecología en el territorio se está haciendo camino.
“Si se da un cambio, se va a dar por implosión del sistema más que por un cambio regulado del sistema. Yo creo que esta sociedad consumista está desbocada, está fuera de control, entonces se va a chocar contra el límite que le ponga la naturaleza y ahí tendremos que que repensar las cosas”, concluyó.