Bichos de Campo difunde casi obsesivamente la información del OCLA (Observatorio de la Cadena Láctea) referida a la estructura de la producción de leche, porque detrás de esas cifras frías hay un montón de historias humanas, muchas de gran sacrificio pero tantas más de fracaso. Si uno lo piensa en términos de arraigo en el medio rural, de gente que vive en el campo, es escalofriante la estadística que muestra la producción lechera en cada vez menos manos.
Citando los registros del Senasa, el OCLA publica este gráfico que revela que por primera vez que la cantidad de tambos en la Argentina por primera vez en la historia reciente es menor a las 10.000 unidades productivas. Son exactamente 9.735 los tambos que quedan en pie. La caída respecto de 2023 llega a 4,5%.
Todo un logro para el primer año de una gestión, la de Javier Milei, que se ufana de no intervenir en los mercados y desarmar todo tipo de política pública activa. Todo esto sucede en un año donde la producción de leche, de enero a octubre, viene cayendo 8,8%, el consumo interno lo hace cerca del 15% y solo repuntan las exportaciones, como para compensar. Curiosamente, por los faltantes de producción, los precios al productor resultan ventajosos en términos históricos, y casi nadie se queja. Pero la película de fondo no se modifica.
Menos de 10 mil tambos quedan en la Argentina. La concentración en la producción sigue su camino sin que nadie pretenda hacerle frente.
En octubre pasado, de acuerdo con el análisis del OCLA, hubo 600 tambos del estrato más grande (de más de 10.000 litros de producción diaria) que entregaron un promedio de 19.845 litros diarios y aportaron más de un tercio de la producción total de leche. Son el 6,7% de las unidades productivas, pero concentran el 35,6% de la oferta de materia prima.
En el otro extremos de la estructura productiva, unos 4.600 tambos de pequeña escala (con menos de 2.000 litros diarios) siguen siendo casi la mitad del total de establecimientos, pero entregaron nada más que 13,2% de la producción nacional de leche.
Dice el OCLA, que se limita a exponer los datos para que las consideraciones las hagan los otros (aunque lamentablemente cada vez hay menos voces que hablen en nombre de los productores más chicos), que si se compara esta foto actual con la de 2010, “los tambos de más de 10.000 litros diarios de producción multiplicaron por 7 su participación en la producción”.
En aquel momento, 14 años atrás, los tambos más pequeños eran 60% del total y aportaban un 27% de la producción (el doble que ahora), mientras que los establecimientos de más de 10.000 litros/día eran solo 1% del total y aportaban 5% de la leche disponible.
Sin embargo, el OCLA hace una interpretación de otros datos y expone que “podemos deducir que la mayor reducción no se da mayoritariamente en los tambos más chicos (con una característica mayor de producción familiar), sino en aquellos que superaron un volumen de 2.000 litros diarios, pero no llegan a convertirse en tambos de mayor escala por diferentes motivos: sucesión familiar, superficie, acceso al financiamiento, incorporación de tecnologías de insumos y procesos, etcétera”.
Una vez más, parece ser la clase media tambera la que lleva la peor parte en este ajuste.
Santa Fe sigue teniendo más tambos y vacas en ordeño, pero no le escapa a la caída lechera nacional
En este contexto que se repite medición a medición, vuelve a crecer el “tambo promedio” de la Argentina, que es el que surge de dividir la producción mensual y la cantidad de tambos que detecta el Senasa. Ese tambo promedio aportaba unos 3.637 litros de leche diarios para octubre de 2024, una producción 4,3% superior a la del año anterior.
“Marca a las claras que la caída interanual se da fundamentalmente por la menor cantidad de unidades productivas y por menos vacas en las unidades productivas en actividad. En el período 2016-2024 el tambo promedio creció a una tasa del 2,9% anual, situación que se ve interrumpida en 2023 por los efectos de la sequía”, explica el Observatorio.
Los tambos más grandes están principalmente ubicados en Buenos Aires, seguido por Córdoba y el resto de las provincias -con Santa Fe a la cabeza- se caracteriza por una prevalencia de tambos de menos de 3.000 litros diarios.