El INTA Rafaela publicó los últimos datos de la Encuesta Sectorial Lechera (ESL) que eealiza todos los años en busca conocer la situación de los establecimientos de producción de leche y generar proyecciones sobre el comportamiento de la actividad a nivel nacional. El documento puede ser leído en el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA).
En esta oportunidad, el estudio comprendió las provincias de Bueno Aires (cuencas lecheras de Abasto Norte, Abasto Sur, Oeste y Mar y sierras), Santa Fe (cuencas lecheras Central y Sur), Córdoba (cuencas lecheras de Noreste, Villa María y Sur) y Entre Ríos (cuenca lechera Central).
Respecto al ejercicio productivo 2022/23, el 84,3% de los casos encuestados manifestó haber tenido problemas de déficit hídrico a causa del fenómeno Niña, que impactó fuertemente en la producción.
En términos de mercado, el precio promedio de la leche durante esa campaña fue de de 0,379 dólares según lo informado por Siglea. Este valor resultó superior al promedio de los últimos 5 años (enero 2018 – junio 2023) de 0,302 dólares.
En cuanto al tamaño de las explotaciones, el 85% de las empresas trabajó en torno a un solo tambo, con una superficie media de 235 hectáreas. Del 15% restante, el 9% de los casos contaban con 2 tambos (superficie promedio de la empresa: 615 ha); el 4% de las empresas contaba con 3 tambos (superficie promedio de la empresa: 1182 ha); el 1,5% contaban con 4 tambos (superficie promedio de la empresa: 1193 ha); y el 5% contaban con 5 tambos (superficie promedio de la empresa: 1300 ha).
El tamaño medio del rodeo de vacas fue de 184 cabezas, siendo el rango más frecuente entre 100 y 150 animales. La producción diaria individual fue de 20,3 litros diarios, con un máximo de 35,6 litros.
Con relación al pastoreo, prevaleció el directo durante todo el año. Solo el 11% de los casos realizaba pastoreo estacionado y el 6% no realizaba pastoreo directo, permaneciendo los animales en la mayoría de los casos en corrales (77%), utilizando en menor medida en los galpones
La dieta de las vacas de ordeño incluyó forraje fresco, conservados y concentrados. La proporción fue 41% forraje fresco; 30% forraje conservado (heno y ensilado) y un 29% alimentos concentrados.
Por otro lado, según dio cuenta el informe, el 96% de los casos compró alimentos para la suplementación de las vacas en ordeño. El suplemento comprado más frecuente fue el balanceado comercial (58% de los casos), seguido por el expeler de soja/girasol (43%) y el grano de maíz (39%). En el 74 % de los casos se compra como máximo dos alimentos.
Respecto de la mano de obra en los establecimientos, en promedio el equipo de trabajo se formó por 4,5 personas.
Un dato llamativo fue que la asociación entre el lugar de residencia y la provincia de origen del tambo dio cuenta que en Entre Ríos predominan los productores que viven en el campo, mientras que en las otras provincias la opción más frecuente es vivir en una ciudad cercana.
Las características edilicias y de equipamiento, en general no presentaron grandes diferencias respecto a los últimos dos años, excepto por el uso de ventiladores y aspersores, los que se incrementaron en aproximadamente un 3% respeto a la edición anterior de la ESL.
Respecto al asesoramiento, el 96% de los tambos dijo tener alguno ya sea agronómico, veterinario, grupal o particular, permanente o eventual. Del 39% de los encuestados que recibieron asesoramiento grupal, la metodología más popular fue la de Cambio Rural (55% de los casos), seguido por CREA (18%) y cooperativas (14%).
En cuanto a indicadores de manejo reproductivo y sanitario, la tasa de parición se estimó en 82,7%, con una mejora del 4 % respecto a la anterior encuesta, y la mortalidad en la crianza alcanzó el 10,3%, con una suba del 21%.
En vacas adultas la mortalidad se sostuvo en 5,7%, pero el descarte pasó del 14,6 % al 17,4 % en comparación a la última edición, y este impacto (+19 %) puede haber estado afectado por el contexto de sequía. La reposición del rodeo productivo se realizó con vaquillonas propias únicamente en el 84 % de los casos, ya sean recriadas en el establecimiento relevado o en otros campos pertenecientes a la empresa.
En materia económica la rentabilidad estimada se ubicó en el 0,11%, lo cual representa un descenso respecto del ciclo anterior, explicado principalmente por las condiciones climáticas (sequias) que se presentaron en la cuenca en este período de evaluación.
Del total de gastos, aquellos destinados a la alimentación fueron del 49% e incluyen gastos de implantación y protección de pasturas (cuota anual) y verdeos, forrajes conservados (silaje y heno) y alimentos concentrados. El rubro mano de obra incluyó la remuneración a la mano de obra contratada. En este sentido, los tamberos contratados recibieron en promedio el 11,3% del ingreso de ventas de leche.
Finalmente, en cuanto a las perspectivas de continuidad, el 52% de los casos manifestó intenciones de crecer en producción y eficiencia.
En términos comparativos con respecto a aquellos casos que manifestaron tener perspectivas de decrecer o salir de la actividad alquilando o vendiendo (8 %), estos tambos son de mayor escala (en superficie especialmente), mayor nivel de producción, pero sin diferencias en la productividad. Asimismo, la edad promedio del productor fue menor en los casos con perspectivas de crecimiento que el resto.
Considerando que el 8% manifestó que su perspectiva a 5 años es salir de la actividad vendiendo y/alquilando todo, la tasa estimada anual de cierre de tambos podría ser del 1,4 al 1,6% en los próximos años.
En estos casos, el cierre estaría respondiendo a una decisión planificada en el tiempo, dada en el 38% de los casos por motivos personales, y no a la coyuntura de un año en particular, pero si a la búsqueda de la rentabilidad en el sistema (25% de los casos).
Los riesgos identificados por los productores como de mayor relevancia para la producción fue la variabilidad climática (45% de los casos); el incremento de los costos de producción y la volatilidad de los precios de la leche (44% de los casos en conjunto); y el incremento de los costos de producción y el riesgo de políticas sectoriales erráticas (42% de los casos en conjunto).