Una idea loca que surgió por estos días a raíz consultas recibidas desde el INTA Marcos Juarez es la de sembrar trigo en verano, entrando en febrero. La pegunta, según contó el portal cordobés Agroverdad, surgió de parte de aquellos productores que han perdido la soja por los excesos hídricos de enero y ya no les queda margen para resembrar la oleaginosa. Tampoco pueden encarar un maíz. Una variedad tardía puede llegar hasta fines de diciembre, pero en febrero le quedarían muy pocos días para desarrollarse antes de la primer helada. Es mucho riesgo con el alto costo que implica implantar un híbrido de maíz.
¿Y por qué no jugarse con un trigo? Si hay humedad, muy buen precio (el valor en mayo marca 190 dólares la tonelada) y no es muy costoso implantarlo. Claro que habrá que definir el rinde de indiferencia, teniendo en cuenta de que puede llegar a rendir tan solo 2.000 kilos por hectárea. Y con una calidad que no sería la mejor.
Pero, ojo, que un lote de trigo sembrado en verano puede llegar hasta 3.000 kilos. Rogelio Fogante, un inquieto productor y pionero de la siembra directa, había probado con el cereal en esta época y había superado las tres toneladas por hectárea con un material llamado Chajá.
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Bichos de Campo consultó al especialista en cereales, docente de la FAUBA e investigador del CONICET, Daniel Miralles, quien señaló que técnicamente es posible implantar trigo en febrero, aunque teniendo en cuenta varios factores. Por un lado hay que sembrar una variedad de ciclo híper corto (algún Baguette 13, Biointa 1008 o Ceibo), teniendo en cuenta que se va a cosechar sobre fin de abril o entrado mayo y tiene que esquivar las primeras heladas. La variedad, además, debe tener poca sensibilidad al fotoperíodo (horas de luz) y sin necesidad de vernalización (requerimientos de frío).
“Hay que tener en cuenta que las plantas van a florecer muy rápido y por ende no van a macollar nada. Y por esto hay que sembrar con alta densidad, hablo de 450 plantas por metro cuadrado”, dijo el técnico.
“Y por último, hay que tener sumo cuidado con las enfermedades, sobre todo con los hongos como Fusarium o roya del tallo”, destacó Miralles en referencia a las altas condiciones de humedad y temperatura que experimentará el hipotético cultivo. Recordemos que usualmente el trigo comienza a sembrarse en junio/julio. Por eso es considerado “un cultivo de invierno”.
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El especialista del INTA destacó que también podría pensarse en sembrar una cebada en estos meses tórridos. Aunque en ese caso debería ser de una variedad netamente forrajera, porque el calibre alcanzado en tan pocos meses no será alto para el requerimiento de las malterías.
Otra alternativa es la colza de verano. El propio Miralles experimentó con 150 plantas por metro cuadrado y obtuvo rindes aceptables. Igual febrero para la oleaginosa ya resulta medio tarde. Miralles hizo sus pruebas comenzando en diciembre.