El título de la gacetilla oficial dice: “Argentina recupera el stock de vacas después de 12 años”. Remite a palabras dichas por el titular de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, durante la Exposición Rural de Comodoro Rivadavia.
Entre líneas debería leerse: “Por favor, no rompan los kinotos con eso de que entramos en una etapa de liquidación ganadera, porque lo que estamos viendo es que la cantidad de vacas que tiene la Argentina ha crecido y ya es la misma que había en 2007”. Esto es, hay igual cantidad de vacas que antes de que apareciera Guillermo Moreno en escena y provocara en pocos años la extinción de casi 10 millones de vacunos, el 20% del rodeo.
Es muy rico el contrapunto que se esconde detrás de la gacetilla emitida en las últimas horas por el ex Ministerio de Agroindustria. Allí Etchevehere informa -contra lo que dicen muchos entendidos en ganadería-, que en realidad “la Argentina recupera el stock de vacas después de 12 años, con 23,76 millones de cabezas de vientres bovinos”.
La cifra aportada por Etchevehere remite a la última estadística del Senasa sobre el stock bovino, que luego de muchas correcciones arrojó para marzo de 2018 un total de 53.929.119 cabezas. Entonces puede concluirse que el plantel de madres representa 44% del total del rodeo.
En los últimos meses, al calor del retraso de los precios ganaderos y de la fuerte demanda de carne de vaca para exportar a China, se produjo una aceleración notable de la participación de las hembras en la faena. En 2018, la participación de las hembras en el total de la faena promedió el 45,46%, según datos de la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario (la ex ONCCA). Aunque en los últimos meses del año ese porcentaje se elevó por encima del 47% y lo mismo sucedió en enero de 2019.
Muchos analistas, incluso algunos muy cercanos a la Mesa de las Carnes, vieron en este indicador el peligro inminente de que la Argentina ingresara en un nuevo periodo de liquidación de su stock ganadero, semejante al que se desencadenó con las intervenciones de Moreno. Pero Etchevehere y sus funcionarios parecen tener otro diagnóstico: “El haber alcanzado esto en 2018 evidencia una claridad en las políticas públicas implementadas por el presidente Macri y una rápida respuesta del sector ganadero que ante la primer señal apuesta sin dudarlo”, evaluó el secretario en referencia a la recuperación en el número de vacas disponibles.
Detrás de esta lectura hay algunos datos objetivos, que también deben ser considerados para hacer estos análisis. En 2018, según las cifras oficiales, la faena de vacas alcanzó las 2.523.016 cabezas. Respecto de una faena total de 13.403.094, equivale a 18,8%.
Ver Aníbal Pordomingo: “La ganadería de hoy vive más la expectativa que el momento”
Años anteriores, esa relación no era muy diferente, aunque levemente inferior. En 2016 se ubicó en 17,57% y el 2017 en el 16,96%. Es decir, existe un crecimiento de la participación de las vacas en la faena, pero no es de la magnitud que se refleja en el indicador de la participación de todas las hembras.
Además, en el análisis oficial se afirma que el salto en el número de vacas que fueron al matadero tiene mucho que ver con la implementación de los controles sobre la faena de bovinos implementados por Marcelo Rossi y su equipo de la ex ONCCA. “Hay un visible blanqueo”, afirman en el ex ministerio de Agroindustria.
Entre 2017 y 2018, finalmente, la faena de vacas creció en 400.000 cabezas. Eso representa la tercera parte del crecimiento en la faena total de bovinos, que pasó de 12,6 a 13,4 millones de cabezas y creció en 1,2 millones. Es decir, otras categorías (en especial terneras y vaquillonas) también dieron sostén a la mayor actividad de los frigoríficos. La participación de todas las categorías de machos creció mucho más moderadamente, en apenas poco más de 100 mil cabezas entre un año y otro.
Desde esta lectura, entonces, el salto de la participación de hembras en el total de la faena (básicamente pasó de 45% a 47%) debe explicarse no tanto en una liquidación de los planteles de vacas (como argumentan los que hablan de un proceso de achique ganadero) sino en un retroceso relativo de los machos, en un contexto general donde crecen tanto el stock de bovinos como la faena.
Etchevehere, en la gacetilla oficial, puso en relieve otro indicador que mostraría el vigor del proceso de recuperación ganadera de los últimos años. Indicó que “en 2018 el peso de faena aumentó 3 kilogramos, lo que representa un 1,3% respecto al año anterior”.
Ver La perinola ganadera que dejó el 2018, según Matías Sara
En ese sentido, hace unos días el analista Matías Sara compartió (e ironizó) en las redes sociales un breve análisis remarcando que el peso promedio de faena fue de 227,91 kilos al gancho, “el más alto desde que hay datos” estadísticos. La serie arrancó hace 60 años, en 1958.
Sara añadió que este indicador favorable poco tiene que ver con una mayor faena de hembras. “De hecho el peso medio de faena de los machos subió más (de 236 a 240 kg/cab) que el de las hembras (de 201 a 212 kg/cab)”, indicó.