La campaña triguera que iniciará en las próximas semanas será la primera netamente libertaria. Sin embargo, las reglas de juego seguirán siendo prácticamente las mismas porque las retenciones para ese grano continúan vigentes, y es allí donde se esconde uno de los principales desafíos del sector: mantener la competitividad a nivel internacional.
“La cosa no cambió absolutamente en nada. En tema retenciones venimos de una campaña donde la molinería sostuvo los precios casi solo porque la exportación no empujó al no tener mercados. Lejos de lo que a veces se dice, la molinería sostuvo precios realmente importantes que hicieron que se pagara casi el precio lleno sin retención”, dijo a Bichos de Campo Diego Cifarelli, presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM).
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Y si bien la sequía que atravesó la campaña anterior quedó atrás, con estimaciones que dan cuenta de que habrá trigo suficiente, para Cifarell el desafío ahora será ver cómo se comporta Argentina en los mercados mundiales.
“Si es competitiva va a sacar los 10 a 13 millones de toneladas de saldo exportable, y la molinería va a consumir 6.5. Tenemos una ecuación diferente a la de la molienda de soja. Somos 90% mercado interno y 10% mercado externo, y ojalá fuera distinto. Tenemos fierros y conocimiento para hacerlo, y mercados que lo consumen. Pero lamentablemente, la retención sobre la harina, sumado a lo que significa la falta de competitividad producto del peso impositivo que tiene la transformación, hace que solamente exportemos harina a Brasil y Bolivia”, explicó el molinero.
Para ese eslabón de la cadena, la principal deuda tiene que ver con el agregado de valor en el proceso industrial.
“Cuando Argentina produce y exporta granos, lo hace a 55 destinos. Cuando pasamos a la segunda industrialización, lo hace a 2 destinos. Cuando pasamos a la tercera industrialización, que son farináceos, pan de molde y pan congelado, somos el 0.2% de la torta mundial. Algo pasa en Argentina porque el mundo consume”, lamentó Cifarelli.
En la vereda de enfrente se encuentra Brasil, que curiosamente no se autoabastece de trigo y logra, por el contrario, ser el número uno en exportación mundial de harina transformada en fideos, panificados y otros subproductos.
“Acá se pueden hacer cosas y eso es lo que nosotros queremos mostrar, que somos un sector que a pesar de tener molinos que son más añejos que la Constitución, todavía tiene muchas ganas y la posibilidad de pegar el salto”, señaló el presidente.
Eso queda a la vista analizando la capacidad ociosa de los molinos, que en promedio ronda el 50%, según Cifarelli. Para él, de las 6.5 millones de toneladas que absorbe ese sector, se podrían superar las 13 millones.
“Esto tiene que ser un plan de toda la cadena, un plan obviamente de los funcionarios actuales. El trigo agrega valor, pero agrega mucho más cuando lo transformás en puestos de trabajo. Una tonelada hoy de pan de molde debe estar en 2.600 dólares, y el trigo está en 260. Multiplicó por diez el valor en la misma cadena. Por lo menos vale la pena intentarlo. Por eso es que estamos trabajando en un plan. Nos sonó interesante el plan de incremento de los autos y pensamos: ¿por qué no hacer el plan de incrementalidad de la harina o de los farináceos, si ya tenemos para atrás lo que exportamos?”, reconoció el molinero.
-El plan sería que lo que se crezca en exportaciones no sea penalizado con retenciones.
-Claro. Sacame el pie encima. Tenemos todo para ganar y hay muchos complejos industriales y cadenas de valor que lo pueden hacer. La caja no la tocamos, la caja la tenés. Te sigo aportando lo mismo a valores actuales. Si genera un poco más y voy a un país que nunca exporte, premiame, no me castigues.
-¿Y es fácil de implementar eso? Porque la excusa de los funcionarios es que es muy difícil de controlar.
-Todos tenemos una performance. Las estadísticas oficiales y privadas están de cuánto exportó, porque eso se hace con declaración jurada de venta al exterior. No hay manera de errarle. Distinto por ahí es en la primarización en la exportación de grano. Acá somos 150 que exportaron tanto, salió por la Aduana, tenés el sistema María y listo. A partir de las 501 mil toneladas, esas mil extras ya empiezan a salir sin retención. Los molineros pyme quieren laburar.
-Uno entiende que en el gobierno están urgidos con la macro. ¿Hay algún alguna señal de que puedan darle bola a esto?
-Sí, yo creo que sí. El hecho de que le hayan bajado la parte impositiva a los fertilizantes para importar y mejorar la ecuación, hace ver que le están prestando atención. Ahora viene lo otro, el salto, el agregado de valor. Y el hecho de que lo hayan hecho con los vehículos nos da un aliciente que lo están mirando. Dios quiera que lo podamos lograr y si no, seguiremos insistiendo hasta que así sea.
-Uno sueña con eso y en el medio los molinos llegan a 6 millones de toneladas con la caída del consumo. ¿Es fuerte eso por la recesión o se sostiene?
-Después de muchísimos años, la producción bajó 6,3% en marzo. Hacía muchísimos años que no pasaba y con una particularidad que es que nosotros atendemos varios mercados. Con la harina vos vas a una fábrica que te compra a granel, vas a una panadería que te compra 100 bolsas de 25 kilos, o vas a supermercado que te compra los 100 paquetitos de la góndola. En el negocio de la góndola, el paquete de kilo se multiplicó por tres.
-Con lo cual la gente empezó a hacer su propio pan, como en la pandemia.
-Exacto. Estamos por encima de los valores de pandemia. La de 25 kilos es donde se resintió, porque las panaderías no la están pasando bien. La gente va con 1.500 pesos y no pide un kilo, pide ese valor en pan. Ya en abril se estabilizó y no hay caída de producción industrial. Por eso es que necesitamos agregarle comida a los fierros y la única solución es exportar. Ahora me toca ser vicepresidente primero de la Copal. Tenemos 16.500 empresas que producen alimentos en el país y todas tienen capacidad para exportar y están todas con ganas de exportar. Yo entiendo que los funcionarios actuales están apagando incendios y por ahí se les quedan algunas cenizas en la macro. Pero creo que el foco está en ver cómo hacemos para potenciar hasta la empresa más chica y cómo la internacionalizamos.