Una cara conocida regresó a la conducción del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). Se trata de Carlos Tizio, el ingeniero agrónomo que presidió el organismo entre 2016 y 2020, durante la era Macri, y que el 19 de enero pasado volvió a ser nombrado en ese puesto de la mano de Javier Milei, convirtiéndose en la primera persona en pasar dos veces por ese cargo.
En su primera entrevista pública -brindada al programa Conexión Agro, de Radio Nihuil en Mendoza-, Tizio dio a conocer los lineamientos de su nueva gestión, que en la mayoría de los casos siguen la lógica del “no hay plata” instalada por el Ejecutivo.
“Estamos en una situación donde hay que ahorrar. Vamos a trabajar como trabajamos antes, pero con más austeridad. El INV tiene una función sustantiva dentro del estado, y por supuesto tiene que tener su presupuesto, pero tenemos que adecuarnos a la situación económica, con simplificación en las tareas, en el control de cosecha, en acciones en las que hay que bajar los costos lo más posible”, dijo el funcionario.
Acto seguido confirmó que no habrá despidos en la planta del organismo, aunque sí una reorganización de los puestos. Por ejemplo, las tareas de cosecha, realizadas hasta ahora por personal externo, serán llevadas adelante por empleados de la planta actual y estudiantes avanzados previamente capacitados.
“Nuestra gente, el personal propio, hace muy buenos análisis y muestreos estadísticos. También vamos a trabajar conjuntamente con el apoyo y la responsabilidad de la industria. Vamos a ahorrar en el papeleo, en la cantidad de trámites que se van a simplificar y digitalizar”, sostuvo.
En esta misma línea indicó que se reverán algunas medidas regulatorias como “el caso de los tiempos para la liberación de vinos, por ejemplo para permitir exportaciones de vinos varietales enológicamente estables”, así como las sanciones por contaminación de vinos incluidas en la Ley de Vinos.
“Hay cosas que se pueden revisar. En la ley está perfectamente establecido que la función sustantiva del INV es el control de la genuinidad y de la aptitud del vino para el consumo. No hacemos política, acompañamos las políticas, asesoramos con datos, tenemos una cantidad de datos muy precisos y útiles para ayudar a las 18 provincias vitivinícolas que hay en Argentina”, afirmó.
Ahora bien, en lo que respecta a acciones de control como la lucha contra la Lobesia botrana o polilla de la vid, la principal plaga local de esta producción, Tizio fue tajante: “Ahí no hay plata”.
En este sentido, consideró que el país debería encaminarse hacia el desarrollo local de las feromonas empleadas en las tareas de control, ya que ellas son actualmente importadas y representan un importante costo.
“Tiene que ser el tema prioritario del Conicet. Hay que tener acá en el país alguien que produzca la feromona y abaratar los costos, lo mismo que se hizo para la lucha contra la mosca del Mediterráneo con el Iscamen. Tiene que ser una política de estado. Con las 220.000 hectáreas implantadas en todo el país, la Lobesia es un problema muy importante, tenemos que solucionarlo, y de una forma amigable con el ambiente”, sostuvo.