Aunque desde siempre se asocie a la provincia de Mendoza con las producciones frutícolas y vitivinícolas, en sus orígenes agropecuarios ese territorio creció de la mano de la ganadería. Antes de que el Departamento General de Irrigación ordenara el uso que se le da al agua de los ríos, ese recurso era destinado a sostener cultivos como la alfalfa, que servía de alimento para los caballos de trabajo y los novillos que se exportaban a Chile.
Esa historia puede parecer lejana, pero el productor ganadero Osvaldo Fernández la tiene muy presente. La razón de eso es el proyecto que lo mantiene activo día tras día: el de producir ganado para consumo de forma eficiente combinando áreas de secano con otras bajo riego, en una tendencia incipiente que está ganando espacio rápidamente en la provincia.
“De hace tiempo las cámaras empresarias, el gobierno de la provincia y los productores hemos venido tratando de impulsar esta actividad en Mendoza. Aquí se consumen alrededor de 450.000 novillos gordos por año y se producen 150.000 terneros, de los cuales se engordan solo 50.000, es decir el 10% (del consumo). El resto se va a Córdoba, San Luis y partes de Buenos Aires. Eso da una balanza comercial negativa del 90%” en materia de carnes, dijo Fernández en una charla con Bichos de Campo.
Mendoza cuenta con 9 millones y medio de hectáreas de superficie, de las cuales solo 300.00 están bajo sistemas de riego. La provincia cuenta con cinco ríos que dan forma a sus distintos oáses. Son los ríos Mendoza, Tunuyán, Diamante, Atuel y Malargüe. La ganadería que se hace en esta región se despliega principalmente en áreas donde no se riega, lo que lleva a que las cargas sean de 1 animal por cada 15 a 20 hectáreas.
En su finca “Renacer”, ubicada en el límite del oasis de San Rafael y el inicio del área desértica de la provincia, Fernández asumió el desafío de intentar achicar esa brecha en el balance comercial –acompañado por distintas instituciones como el INTA Rama Caída-, para producir un contexto económico de rentabilidad.
Esto a su vez busca contrarrestar los golpes que han sufrido las actividades vinculadas a las frutas y la vid, que por escenarios tanto nacionales como internacionales han visto sus ganancias afectadas y han achicado en consecuencia su presencia en la superficie bajo riego.
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“La fruticultura y la viticultura han pedido competitividad, se han achicado y se han relocalizado. El área sur ha quedado más para forraje, horticultura y cultivos de ciclo corto con destino a la producción de carne”, señaló el mendocino.
Para poder producir el forraje necesario para lograr engordar a los animales en la provincia y hacer ciclo completo, la clave es aprovechar los recursos naturales a disposición.
“Mendoza tiene agua de calidad, producto del deshielo de la cordillera. Hay muchas horas de luz y amplitud térmica. Son días cálidos y noches frescas, algo que le gusta mucho al maíz por ejemplo. El maíz está en equilibrio por sus orígenes en este ambiente. Estos son activos agroecológicos que hay en la región, que el hombre debe aprovechar. Trabajamos mucho con el INTA Rama Caída en el desarrollo de tecnologías para capturar esos activos”, indicó Fernández.
En esta finca, donde se ha montado un feedlot para poder engordar los terneros de la zona evitando su éxodo hacia otras provincias con mayor oferta de pastos, el trabajo sobre la eficientización del riego ha sido muy importante. En el caso de Renacer combinan riego tradicional con riego presurizado. Tienen un sistema de riego por inundación a través de grandes mangueras y también están implementando el riego por goteo para la producción de maíz, que es inédita en la zona.
Pero eso no es todo. El productor también sumo al riego la fertilización por agua, con la que busca regar y nutrir al mismo tiempo. Con esto buscan desafiar los límites productivos tradicionales, que no superan los 60.000 a 70.000 kilos de maíz por hectárea.
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Para poder hacer funcionar el sistema de riego por bombas, en esta establecimiento colocaron paneles solares, que proveen el 50% de la energía eléctrica que allí consumen. Cuando hay excedente es comprado por la red local, por lo que el productor adquiere un prorrateo de parte de su consumo. Pero Fernández fue claro: es necesario tener financiación para realizar este tipo de inversiones.
“No hay productor que tenga dinero guardado para instalar un equipo de riego, es decir, se necesita financiación y se paga con producción futura. En la provincia Mendoza hay un ente financiero que se llama Fondo para la Transformación y el Crecimiento, que trabaja siempre a tasas negativas, porque es un porcentaje de la tasa al Banco Nación. Incluso hay algunas promociones con 0% de interés para instalar equipos de riego como este que existe”, contó.
Dentro de la producción de forraje, Fernández combina maíz con otros cultivos como la cebada en las rotaciones. El objetivo es crear un modelo similar a los que se aplican en la región pampeana pero respetando las condiciones particulares de Mendoza.
“La idea es de hacer maíz sembrando en noviembre y cosechado en marzo. En mayo ponemos cebada en la misma hectárea que teníamos el maíz, en noviembre la cosechamos, hacemos silo de cebada. Esa rotación la mantenemos cinco años y después cambiamos por alfalfa tres o cuatro años y después volvemos a la misma rotación de doble cultivo en esa misma hectárea. Todo ese programa es para una hectárea que se riega o por riego convencional, inundación o gravitacional que es lo mismo, o por goteo”, detalló.
Y más allá de achicar esa brecha en el déficit de producción de carne, para el productor el objetivo final es ser rentables en la actividad.
“La idea de los productores que estamos en esto es ganar dinero. La fruticultura o la vid están en crisis y nosotros queremos entrar con nuevas producciones para que nos vaya bien. Hay un interés político y un interés empresario que no son iguales. Creemos que la forma de que la región en general aumente su producción de carne, y que se achique esa balanza comercial de la que hablamos, es produciendo comida, forraje y que no que lo tengamos que traer” de otras regiones, afirmó.
-¿Hasta cuánto imaginás que puede crecer la ganadería en Mendoza, haciendo más forraje y dejando a los terneros aquí?- le preguntamos.
-No te sabría precisar pero sí sé que tiene una gran una adaptación. Una porque del 2005 al 2015 creció casi el 1.000%. Teníamos 5.000 novillos en el 2005 y en 2015 teníamos 50.000 novillos. Todo eso fue producto de un incentivo en la producción de carne bajo riego que tiene en el Gobierno de la provincia, que te subsidia el 10% de los kilos que producís. Hay una promoción a la producción de carne.
A continuación, Fernández señaló: “El Gobierno de la provincia de Mendoza subsidió parte de este proyecto para que nosotros lo desarrollemos y después hagamos extensión al resto de los productores de la zona y se vea que se puede. Colaboró el INTA Rama Caída y la Dirección de Irrigación, instituciones como la Universidad Nacional de Cuyo y la UTN. Ellos están vinculados con este proyecto para que una vez que lo desarrollemos también se pueda hacer extensión”.
Tienen que meter el Kiri en Mendoza para sacar forraje bueno y rápido; y meterle a full con la ganadería ovina y caprina para combinar con el vino y sacarla a Medio Oriente.
El secano es la clave. Lavalle, Sta Rosa y La Paz se tienen q poner la provincia al hombro, verán ustedes como se despega.