La faena vacuna siguió en agosto en niveles altos y no explica por sí misma la suba de los precios de la hacienda que se dio desde fines de julio, cuando los operadores del negocio argumentaron que el faltante era el motivo de la disparada de precios.
En agosto se enviaron a faena 1,238 millones de vacunos, lo que significa una baja de sólo 3,8% con respecto a julio.
La mayor caída se dio en novillos con un retroceso de 10%, seguida por la de las vaquillonas que cayó un 6%. La faena de bajó un 3%, la de terneros un 1,8%, mientras que la faena de vacas estuvo lejos de tener una caída significativa: su merma fue de 1,7%.
Las hembras representaron el 47,4% del total, lo que da cuenta de que no está en riesgo el stock de madres. Aún así, esto no significa que el año que viene haya buena oferta de terneros ya que los tactos no dieron bien este año a causa de la sequía.
La caída en la faena es sólo una de las explicaciones posibles a la suba de precios que se dio de finales de julio y hasta mediados de agosto, cuando el consumo doméstico le dijo que no a los incrementos de la hacienda. De los 400 pesos que subió la hacienda en las últimas semanas perdió entre 100 y 130 por eso motivo.
Los otros argumentos que explican la recomposición tienen que ver con que, si bien la baja total fue reducida en las categorías que van al consumo interno, la disponibilidad de novillos, novillitos y vaquillonas fue más marcada, aunque tampoco como para generar semejante disparada de precios.
Según el analista Victor Tonelli, a esa situación se agregó “la necesidad de recuperación de precios, tras muchos meses de atraso respecto de la inflación. En segundo lugar, la devaluación que se produjo tras las PASO que llevó a una actualización de precios en toda la economía, y en tercer término jugó un rol importante la incertidumbre que es la que luego volvió para atrás”.
En adelante se espera una mayor moderación de la faena vacuna y seguramente un corte más marcado en los ofrecimientos en el cierre del año cuando lo feedlots se hayan vaciado. Esa reducción en la oferta de hacienda se profundizaría en 2024 debido a que habrá menos terneros para engorde. Y si el clima acompaña, la recría estirará los procesos productivos y demorará la aparición en el mercado de ganado para vender a los frigoríficos.