Vamos a desandar los caminos en la historia de Julián Imhoff, “Juli” o “El Melli”, porque compartió codo a codo gran parte de su vida con su hermano mellizo Ignacio. Vienen de una familia campera, con su padre, Rubén y su madre Julia, dos agrónomos apasionados por el campo que supieron transmitir a sus hijos muchos valores, entre ellos el amor por el quehacer rural.
En total son cinco hermanos. A Julián y Nacho se le suman Lucila, que trabaja con él en el campo, Pilar y Paula. En 2018 se hicieron cargo de la empresa familiar dedicada a la cría bovina. Sin embargo, decidieron dejar de lado esa actividad y apostar al tambo. Alguno podría decir, salieron de “Guatemala y se metieron en Guatepeor”. “Optamos por el tambo porque sentíamos que, en la superficie que teníamos, era la actividad que podía pagarnos el sueldo a todos. Nos miraban como locos en su momento, pero le metimos y acá estamos”, contó Julián durante el capítulo 43 de Oli-Nada-Garcas, “El podcast de tu vida”.
Julián es ingeniero agrónomo y dice que su plan b era ser piloto en alguna línea aérea. “Mientras estudiaba hice el curso de planeador, aviones sin motor, y el año pasado me recibí de piloto privado, estoy sumando horas para ser piloto comercial, por hobbie nomás”, cierra. Pasen y lean…
-¿Cómo fue tu infancia vinculada al campo?
-Mis viejos los dos eran muy amantes del campo. Hasta que Nacho y yo tuvimos 2 años vivimos en el campo. Mis hermanas son más grandes. De esa época no tengo recuerdos, pero sí de un poco más grande, que íbamos los fines de semana y, obviamente de las vacaciones. Llegaba diciembre, terminaban las clases y nos íbamos en una vieja camioneta todos amontonados y llevábamos desde el canario hasta los peces. Nos quedábamos hasta el inicio del colegio al año siguiente. Tengo recuerdos hermosos. Los días de lluvia, salir a correr por los charcos y el barro. ¡Ver películas! (dice y se va acordando). Mi viejo iba todos los días a trabajar a la ciudad y a la noche nos llevaba un VHS con alguna película. Era la que encontraba, porque no estaban todos los estrenos en el “video club” de la ciudad. Era toda una aventura. Lo peor que nos podía pasar era que se ensucien los cabezales y que no funcione. Quedábamos re manija con la peli. Encima, había un solo canal que era de aire, canal 13 de Santa Fe.
-Si cerrás los ojos y te dejás llevar por los sentidos, ¿qué olores, sabores, colores se te vienen a la cabeza?
-Mi vieja los días de lluvia hacía buñuelos, en una cacerola enlozada eterna, de las de antes. El asado del viejo los domingos. Otro recuerdo fuerte de otra época eran las comunicaciones por las radios UHF que mi viejo tenía en la agronomía de Gálvez, la tenían los vecinos, la teníamos en las camionetas y en el campo. Entonces era “Atento, atento…” y hablamos con cualquiera. ¡Otra época!
-¿Por qué o para qué estudiaste agronomía?
-Siempre me gustó lo que hacía mi viejo. Me gustaba andar en el campo. Era la opción más acorde a eso que me gustaba. De mis hermanas, la más chica es también agrónoma y la más grande es veterinaria. Mi hermano también es agrónomo, nos recibimos el mismo día. En retrospectiva, siento que elegí lo que me gusta, no me equivoqué. Tengo momentos que reniego, que digo, ¿qué hago acá?, pero después, cuando las cosas salen bien te genera satisfacción. A veces nos juega en contra el clima, uno pone todo y desde arriba las cosas no quieren pasar. Con el correr de las campañas uno se va ablandando, tratando de no sufrir por lo que no podés controlar.
-¿Te acordás del primer revés climático? De tu primer campaña mancada por falta o exceso de lluvias…
-La primer sequía y la primera inundación fue brava. Porque yo me exijo mucho y me flagelo cuando las cosas no salen, pero hay cosas que no podés manejar.
-¿Y qué es lo que más te gusta de lo que hacés hoy?
-Y… cuando ando loco… suena raro, pero cuando hay acción. Cuando hay mucho circo y uno está de un lado a otro para que todo salga bien, y cuando termina el día y pudiste encajar todo la satisfacción es enorme. En el medio hay días que se tranca y mi hermana, que ya me conoce, sabe que no puede ni hablarme casi. Pero todo ese vaivén de emociones es lo que más me gusta.
-En un momento, con tu hermana Lucila decidieron vender las vacas de cría que tenían porque la cosa estaba complicada para la cría y se metieron con el tambo, ¿pasaron de Guatemala a “Guatepeor”?
-Para entender mejor eso tengo que hacer un poco de historia. Mi viejo y mi vieja agrónomos jóvenes. Vienen de estudiar en Rosario, y se instalan en el campo que era de mi bisabuelo que fue el que empezó todo esto. En ese momento el campo estaba alquilado porque mi abuelo no había seguido con la producción. Entonces mis viejos lo empezaron a trabajar de cero. Arrancaron con 8 vacas y 1 toro. A mediados de los 70, ponele. Pero en el año 2012/13, después de varios años haciendo cría, bastante intensiva, bolleros, alfalfa, etc, la cosa se empezó a complicar y no nos daba más la facturación para mantener la familia. En el medio mi vieja se enfermó y falleció en 2015.
-Un cimbronazo…
-Eso desencadena una situación que nos hizo repensar hacia dónde íbamos. Mi viejo nos dijo que hagamos lo que queramos. Con mis hermanos siempre estuvo la idea de montar un tambo, porque es la única actividad que sentíamos que podíamos darle volumen sobre superficie propia, al ser más intensiva. Era la actividad que nos permitía pagarnos el sueldo a todos. Ahí surgió la idea de hacer tambo. Nos asesoramos con un grupo CREA donde hay otros tamberos y eso nos ayudó mucho. Pero sí, muchos nos han dicho varios eso de que estábamos pasando a “Guatepeor”. Nosotros teníamos fe que nos iba a ir bien, pero en su momento éramos los loquitos.
-¿Y qué te gusta puntualmente del tambo?
-Que todos los días tenés un resultado. Tenés una cosecha diaria de cómo estás haciendo las cosas. Te vas midiendo permanentemente. Los primeros tiempos llegaba al campo y me iba a la ordeñadora y miraba todo. Al tiempo fui bajando la ansiedad. También la producción de pasto. Empezar a entender mejor a las vacas.
-¿Qué pensás cuando dicen que los del campo son oligarcas?
-A mí ese mote no me cabe. No me preocupa que me lo digan, si que lo piensen. Es un concepto que nos han puesto en esta lucha política. Me parece muy alejado de la realidad. Acá vivimos en una ciudad de 20.000 habitantes, y el pueblo donde tenemos el campo son 2.000 o 3.000 personas. Y todos muy ligados al campo. La estructura de productores de la zona son todos muy pequeños. Todo muy de familia. Nosotros además de generar ingresos para nosotros le generamos a algunas familias que viven en la ciudad, y eso genera un dinamismo importante. El mote de oligarcas viene de otra época. Además es un sector muy, pero muy atomizado.
-¿Y cómo te manejás en redes sociales? ¿Tenés alguna anécdota? ¿Qué cosas de las que publicás tienen más repercusión?
-Me río porque es algo simpático que pasó cuando subí un tuit (N de la R: tiene 14.600 seguidores en la flamante X). Había llovido y estábamos complicados para sacar la producción de leche por los caminos de tierra. Cuando llueve terminamos rompiendo todo el camino que después tenemos que usar nosotros y todo el pueblo. Entonces con una motoniveladora yo mismo arreglé el camino. Hubo un día que me saqué una selfie y puse algo que nos decía mi mamá “el que rompe arregla”. Ese tuit se hizo viral con comentarios de todo tipo. Pero bueno, en realidad, con fotos y videos intento mostrar lo que hacemos en el campo, sobre todo en el tambo, cómo se produce la leche.
-¿Qué aprendiste de tus viejos?
-Aprendí a que las cosas se hacen bien, a honrar la palabra, a trabajar, el esfuerzo. Cosas que vi en ellos. Aprendí a querer un montón el campo. Es el lugar donde mis viejos nos criaron. Pudieron crecer. El campo es mi lugar en el mundo. Además de trabajar me gusta que esté lindo, cortar el pasto, tenerlo lindo. Y en las relaciones humanas no confrontar, no tener problemas con la gente. Mis viejos me han dejado que la gente que te reconoce como buena persona te abre muchas puertas. Más cuando uno arranca de chico, cuando fue lo de mi vieja. “Ser los hijos de…” por lo bueno que han hecho mis viejos.
-¿Cómo despejás tu cabeza, como te reseteás después de un día complicado?
-Los días de mucho quilombo llego muy tarde, como, me baño y me voy a dormir. Los días que tengo más tiempo trato de armar algún plan con un amigo para salir de casa y escaparle a la rutina. Me gusta estar con alguien. Vos pensá que nos criamos con mi hermano Nacho, hasta estudiamos juntos. Y recién nos separamos un poco cuando cada uno empezó su camino profesional a los 25 años.
-¿Tenés algún hobbie? Dijiste que uno de tus sueños era ser piloto…
-Volar es lo que me quedó pendiente en su momento. No me arrepiento del camino que hice pero hoy lo canalicé como un hobbie. Cuando estaba en la facultad pude hacer el curso de piloto de planeador. Muchos años mi vacación con Nacho era ir a las competencias de vuelo con planeadores. Conocimos muy lindos lugares con lindas personas. Hoy estoy haciendo el curso de Piloto Privado de Avión (N de la R: lo terminó en 2022 y ahora está sumando horas para obtener la licencia de piloto comercial).
-Y en el planeador se escucha solo el viento, pura paz…
-El planeador es lírico. Lo que me gustaba de subirme al planeador, ahora lo no hago porque lleva tiempo, es sentir que vos estás volando con la naturaleza, a partir de las condiciones térmicas. Podés volar 3-4 horas sin más energía que con las térmicas es magnífico.
-¿Qué es lo que más te gusta cocinar?
-Lo que más me gusta hacer los días de lluvia es tallarines con una buena salsa bolognesa e invitar amigos. Son los tallarines que hacía mi vieja. Unos frescos que venden acá en la zona. Eso con una bolognesa para mí es sublime. Obvio, si se puede, acompañado por un tinto y a dormir la siesta sabiendo que llueve.
-Si te presto la máquina del tiempo y podés viajar a cuando tenías 18-19 años. ¿Qué te dirías a vos mismo?
-Me replanteé varias veces porqué no aproveché a hacer más de deporte cuando estaba en la facu. Antes de arrancar el tambo tuve tres años que le di fuerte al ciclismo. Arranqué pedaleando tranqui y llegó un momento que hacía 100-120 kilómetros los fines de semana. Pero, bueno, en su momento hacía otras cosas. Respecto de la carrera me puedo replantear quizás los últimos años si hubiera podido hacer un intercambio, viajar. El final de mi carrera se dio de una manera por la enfermedad de mi vieja. Ojalá hubiera sido distinto. Pero bueno, fue como se dio. También hubiera querido poder haberme recibido con mi vieja aún viva. La vida te arranca cosas pero también te genera oportunidades.
-¿Tu ciudad, país o lugar favorito?
-Me voy a quedar acá cerquita. Mi ciudad favorita es Rosario. Tiene que ver con mis raíces, hincha de Newell de toda la vida, visitar a mi tía. La ciudad donde iba a comprar ropa, al médico, el río. Es una escapada habitual donde me siento a gusto.
-¿El país/ciudad que te gustaría conocer y por qué?
-Creo que España. Y me gustaría hacer el camino de Santiago de Compostela. Vi paisajes hermosos.
-¿Vino o Cerveza?
-Vino. Cerveza sí, pero prefiero vino.
-¿Hacías y/o hacés deporte? ¿Cuál?
-De pibe fui bastante ojota… hice casi todos, pero nunca tuve constancia. Sí la tuve cuando agarré la bici y estuvo bueno.
-¿Una serie o película que te haya gustado y quieras recomendar?
-“Borgen”, es danesa. Muy linda, una mujer de carácter, una buena historia política.
-¿Qué tenés grabado a fuego en tu cuerpo? Cómo una especie de tatuaje que te ha dejado la vida…
-Tatuaje en la piel no tengo. Nunca me gustó. Hoy todos están tan tatuados que hasta es más original el que no lo está. Pero si quisiera hacer, en un momento le había dicho a un amigo que hace tatuajes, con ilustraciones de las plantas, de un libro de botánica. Un día me hizo algo, no me gustó y quedó ahí. Aparte soy muy cambiante, ¡mirá si me hago algo y después me arrepiento!
-¿Que súper poder te gustaría tener y por qué o para qué?
-Me gustaría no cansarme. Tener energía todo el día. No tener el cansancio físico y mental que te tira para atrás. A mi me cuesta activarme pero cuando arranco le meto. Me puedo subir al tractor
-¿Qué animal te gustaría ser y por qué?
-Algún animal en plena naturaleza. Cualquiera alejado de todo, en medio de un contexto natural.
-Te dejan volver el tiempo atrás. ¿A donde volvés y para qué? Puede ser un momento en tu vida, con alguien… o puede ser a algún momento histórico, en la historia de la humanidad.
-Y… algún momento con la familia completa. Cuando todavía estaba mi mamá. Alguna vacación o el casamiento de mi hermana. Estaba todo bien. Estábamos los 7 felices. Volver a tener la familia armada. Para mí fue muy fuerte cuando falleció mi vieja que la estructura familiar se desarmó un poco. La vieja es la que organizaba las comidas y reuniones. Mis hermanas no viven acá y no vienen como antes. La dinámica familiar cambió muchísimo.
-Como cierre, ¿Qué tema elegís para cerrar la charla?
-No es fácil pero me quedo con el primer impulso que tuve. Porque cada vez que escuchaba un capítulo pensaba ¿qué tema elegiría yo? “El corazón sobre todo”, de Estelares. Me parece que el corazón manda. Y familiarmente, después de todo lo que pasamos, nos une.