Aunque se embarcó en esta misión hace dos años, lo primero que el agrónomo Rodolfo Zechner aclara al hablar del manejo holístico es que se trata de una transición, y que “para hacerla prolija se requiere de dedicación”.
Junto a su esposa, la veterinaria Bettina Mampaey, y respaldado por el Nodo Perennia de la red de Nodos de Ovis 21 –empresa especializada en el manejo holístico de pastizales a partir de la metodología creada por el africano Allan Savory-, reconvirtieron el planteo productivo en “La Invernada”, un campo destinado a la producción lechera, y comenzaron a aplicar en la lechería las guías y herramientas de la ganadería regenerativa, usualmente utilizada en planteos de carne.
“Es lo mismo que se hace entre quienes producen carne. En definitiva, es qué hacemos con el suelo, con los pastos y con los animales. Naturaleza hay una sola y la biología es una sola. Que nosotros apliquemos este manejo en lechería responde a que venimos en esa producción hace muchos años y decidimos cambiar. No tenemos un producto certificado ni lo vendemos de forma diferenciada, aunque sí lo tenemos como un norte”, dice a Bichos de Campo Zechner, quien ahora se convirtió también en uno de los protagonistas de una serie de documentales que realizó Ovis 21 para mostrar la experiencia de productores que aplican el manejo holístico.
El matrimonio, originalmente oriundo de Córdoba, trabaja sobre un establecimiento de 1.530 hectáreas de superficie, entre tierra propia y alquilada, entre las localidades santafecinas de Gálvez y Colonia Belgrano.
En promedio cuentan con un rodeo de 1.100 vacas en producción, y alrededor de 1.100 cabezas para la recría. Los animales se distribuyen en dos tambos, uno que opera con 450 vacas y otro con 650, a partir de los cuales alcanzan los 6 millones de litros de leche por año.
El interés por producir de una forma que conviva de la mejor forma con el ambiente no inició en verdad hace dos años. Si bien esta es la primera vez que se aproximan al manejo holístico, hasta 2008 los productores se enmarcaron en un planteo orgánico.
-¿Qué los llevó a salir del sistema orgánico?- le preguntamos a Zechner.
-Salimos por varias cuestiones. Una fue que formando parte del movimiento CREA, uno se encuentra con productores y con mensajes de la mesa técnica y de asesores de que hay posibilidad de ganar más dinero, de obtener mejores resultados, de que las actividades se pueden intensificar. Es el camino clásico de ir por más, bajo una tecnología de insumos muy intensa, con todo lo que eso conlleva. Uno arriesga más, invierte más, produce más y se endeuda más. También se puede ganar bien. Siempre digo que somos buenos “combinadores” de insumos para lograr un buen producto. Pero lo que veníamos haciendo nosotros no tenia quizás tan buenos resultados y había cosas a resolver. A su vez en 2008 se cerraron las exportaciones de carne. Nosotros exportábamos mediante la empresa Ecopampa y se terminó el negocio de la exportación de carne orgánica en esa época. El 50% de los establecimientos estaban dedicados al engorde de animales y eso cayó en saco roto en ese momento. Tampoco estábamos logrando comercializar leche como producto orgánico.
Eso los llevó a volver a producir de manera convencional, algo que ciertamente nunca los terminó de convencer.
“Llega un momento en donde uno se da cuenta de que podemos hacer las cosas distintas. Y es más, de preguntarnos por qué hay que hacerlas distintas. Si seguimos por el mismo camino de la intensificación y la producción convencional con tecnología de insumos, tal cual como la conocemos y como la hace el 95% de los productores, nos encontramos con que estamos agotando los recursos, la fertilidad del suelo, aumentamos la contaminación, los costos, los riesgos, etc.”, señaló el productor.
Esas inquietudes hicieron que estos profesionales analizaran otros caminos posibles, lo que finalmente los condujo a las puertas de la producción holística y regenerativa.
“Si bien estamos entre los primeros que formalizamos la metodología de lo que es la evaluación de la salud ecosistémica, incluso estamos en la base de la página del Instituto Savory, para decir que estamos regenerando tenés que tener una continuidad en el mejoramiento de los índices de salud, etc.”, adelanta Zechner.
¿Y cómo se mide eso? A través de la evaluación EOV -Ecological Outcome Verification- o Índice de Salud Ecosistémica, reconocida a nivel internacional y que se mide, según explicó el agrónomo, a partir de 15 indicadores a corto plazo –que se chequean todos los años- y de tres a largo plazo –que se controlan cada cinco años-.
“El EOV mide el funcionamiento de los cuatro procesos ecosistémicos fundamentales del ecosistema: el flujo de energía, el ciclo de nutrientes, el ciclo del agua y la dinámica de las comunidades. Para saber dónde estoy parado están esos indicadores que año a año te dan un valor. Nuestra ecoregión va de -160 puntos a +150 puntos. Para que un campo este regenerando, debe tener un índice superior a 60, lo que supone que todos los procesos están funcionando muy bien y que estás no solo secuestrando carbono sino mejorando la materia orgánica del suelo, la infiltración, la biodiversidad, y estás captando correctamente la energía solar”, explicó el productor.
Entre los indicadores de corto plazo se destacan el de biomasa presente, que siempre está relacionada al máximo potencial que ese sitio puede expresar en función de la ecoregión; los relacionados a los grupos funcionales como las gramíneas perennes de verano, las gramíneas perennes de invierno, las hierbas y leguminosas, la presencia de árboles y arbustos, las especies contextualmente deseables (indican que el manejo ayuda al ecosistema), las especies indeseables (corrientemente llamadas malezas); indicadores de presencia de mantillo; del bosteo de los animales y su descomposición; indicadores relacionados a suelo desnudo, a la erosión hídrica y eólica, entre otros.
“Gracias a esos indicadores de corto plazo rápido, podés hacer un cambio de manejo rápidamente. Si vos venís con mucho suelo desnudo, es porque te está faltando perennizar el campo. Si a vos te faltan en verano gramíneas, vas a tener suelo desnudo y poca capacidad de fotosíntesis y de producción de biomasa. Cada indicador que está captando algo y te da la posibilidad de mejorarlo rápidamente y reacomodar tu manejo”, indicó Zechner.
En cuanto a los indicadores de largo plazo, ellos miren el secuestro de carbono, la infiltración y la “dinámica de las comunidades” que refiere a la biodiversidad sobre el suelo y debajo de él.
-En el marco de la extensa sequía que azotó al sector en estos años, el control de estos puntos que mencionás, ¿te permite mejor posicionado ante las inclemencias del clima?
-Cuanta más salud tenés, mejor parado estás tanto para afrontar sequías como inundaciones. Nosotros lo hemos vivido este año donde nos llovieron 377 milímetros y tuvimos un crecimiento de 15 toneladas de materia seca en las praderas. No tuvimos que recurrir a compras adicionales. Hemos podido sostener la carga a lo largo del periodo.
“Yo siempre aclaro a nivel historia que en este establecimiento ya veníamos trabajando hace muchísimos años con sistemas de pastoreo organizado, con praderas perennes, con una buena proporción de materia orgánica en el suelo. Nosotros como piso en el suelo tenemos 3% de materia orgánica en los lotes. Medido a 20 centímetros (en Ovis lo medimos a 30), tenemos entre un punto y un punto y medio más que cualquier vecino”, agregó luego el agrónomo.
-Más allá de su paso por la producción orgánica, ¿este manejo le representó la necesidad de realizar muchos cambios de cara a esta transición?
-A nivel de lo que es pasturas y de manejo de pasturas, los cambios fueron relativamente menores. Lo más importante que hemos cambiado es el tiempo de reposo o de regeneración de las pasturas, en donde realmente nos hemos adecuado a tiempos que se acercan a una regeneración. Eso va variando de acuerdo a los años porque estamos condicionados por el ambiente, es decir, por la distribución estacional de la humedad. Además, salimos de los cultivos anuales. Salimos del silo de maíz, del de sorgo, del raigrás y de la poca agricultura que hacíamos. Hoy está el 100% del campo perennizado, por lo que produce el 100% de la superficie, los 365 días del año, con una gran variedad de especies que cada una da lo suyo en un periodo determinado del año.
-¿Estos cambios son más costosos en una superficie extensa como la de “La Invernada”?
-Existen herramientas como la planificación del pastoreo, que bien aplicada ayuda a prever por 150 a 180 días para adelante dónde van a circular los animales y qué carga podemos tener. El personal participa en la construcción de los planes de pastoreo, entiende, conoce. Y todos nos sentimos cómodos porque tenemos una herramienta que nos organiza y no tenemos que andar pensando a dónde van los animales porque ya está planificado. Lo vamos ajustando porque se va monitoreando permanentemente por si hay un cambio. Hay toda una metodología desarrollada por Ovis y por Alan Savory en su manual, y esta la experiencia nuestra de años de trabajar con esta cantidad de hacienda y de lotes.
-¿Con qué tipo de manejo se queda? ¿Con el orgánico o el holístico?
-Uno piensa que lo orgánico, por no usar agroquímicos y cumplir con una normativa, conduce a un alimento sano. Pero se deja de lado todo lo que ocurre con el ambiente. Yo puedo ser orgánico pero estar degradando el ambiente. Tampoco tengo en cuenta la parte de la integración de la persona en el sistema, de cómo participarla. El orgánico muchas veces es tratar de hacer un negocio mejor, porque hay un mercado que te paga más, y de no usar determinados insumos para generar una certificación. Para hacer un trigo orgánico tengo que arar, disquear; para un maíz tengo que escardillar. Mecánicamente hago el daño. Es decir, o lo hago físico o lo hago químico el daño, en el caso del uso de agroquímicos en planeos convencionales. La degradación de la materia orgánica sigue estando.
-Es decir que uno puede ser orgánico pero igualmente seguir agotando recursos. No son condiciones que se excluyen.
-Exactamente. En cambio, lo que sí puede llegar a ocurrir es que realizando ganadería o agricultura regenerativa -y digo regenerativa porque uno degrado durante 150 años la tierra con todo lo que hay arriba y debajo de ella y hoy tímidamente estamos intentando recuperar eso- puede que encontremos resultados, herramientas, dentro del ámbito del conocimiento, y las instituciones para certificar, por ejemplo, orgánico.
-En una entrevista dijo que toda esta producción lo llevó a mantener la misma cantidad de litros de leche. ¿Se puede pensar en que cuando usted alcance esos puntos de salud del ecosistema, este tipo de manejo ayude a aumentar la producción al tiempo que evite el sobreuso de tecnología de insumos?
-Pensémoslo al revés. En vez de tener más producción, tengamos un poco menos, mirándolo desde la perspectiva de volumen. Si nosotros lo medimos en función de cuánto bien le hacemos a una cuenca hídrica por retención de humedad; cuánto bien le hacemos por la salud del producto alimenticio que estamos generando; cuánto bien le estamos haciendo por ser un sistema menos mecanizado pero con mas procesos y manteniendo la actividad de la gente que trabaja por más que generemos menos volumen, podemos tener en vez de un tambo de 10.000 litros, cinco establecimientos de 7.000 litros. Eso puede ser un motivador de empleo.
-Es decir, que la motivación no sea producir más sino generarle un impacto positivo al planeta.
-Exactamente, en el bien común. El bien común es mucho más amplio que una producción más. Si hay mas establecimientos que hacen carne, leche, huevo, pollo, agricultura regenerativa, lo que estamos generando es que haya más posibilidades en la micro y muchas más posibilidades en la sociedad y en los pueblos, que haya un derrame de riqueza en lo zonal y de mejora en la misma cultura y educación local. Cada hectárea que nosotros desplacemos de monocultivo, y no es por tirarme en contra, es una ganancia para todos. En un momento decís “che, ni siquiera tenemos que hablar más de retenciones, si no estamos exportando más soja”. Lo que hacemos es transformar el alimento en uno mucho más sano, más evolucionado en la cadena de trasformación. Vamos a estar exportando leche, huevo, cualquier alimento transformado en un subproducto, y la plata queda acá, la gente queda acá, y el desafío humano queda acá. Es un camino integral, mucho más sano.Eso no es algo solo para la Argentina. Cada país debería actuar de esta forma y va a estar más tranquilo. Vamos a estar contaminando menos, reciclando mas, etc.
-Más allá de que ahora no está en sus planes de corto plazo, si de acá a diez años usted logra producir leche íntegramente por este sistema más amigable con el ambiente, ¿cree que sería una leche con valor agregado?
-Sí, totalmente. Yo por una cuestión de edad, de ganas, personalmente no quiero abrir otro frente en este momento. Pero esto está abierto y como empresa pensamos en desarrollar algo en este sentido, e invitar a personas que estén en línea con nuestro propósito. Ese es el desafío de seguir armando equipo y de encontrarse con gente que quiera ampliar esto.
-Ese debe ser en parte el objetivo detrás de los documentales de Ovis: generar más motivación.
-Sí. Es transmitir que esto existe y para qué existe. Nos parece que no hay salida y en realidad hay salida para producir todos los alimentos que estamos produciendo a nivel país. Es hacerlo de otra forma, mucho más acorde al medioambiente, con la salud mental y física de la gente.
Mirá el documental completo acá:
12 lt/VO/dia sobre campo natural. No inventaron nada. mi abuelo en 1930 hacia lo mismo.
La q es volver al pasado, no lo veo como malo. Solo q es tener un sistema más equilibrado. Lo q desequilibramos en el afán de la productividad, haciendo mucho daño en la parte humana y ambiente. Creo q no es ninguna maravillosa, es simplemente bajar intensidad de vida…