El año que viene la ganadería argentina “tomará impulso” para poder encarar las eventuales oportunidades que podrían llegar a aparecer en 2024.
Tal es la proyección realizada por el equipo técnico del área de Ganadería de CREA, que fue presentada hoy en un evento (Outlook Ganadero 2023) realizado en formato virtual.
En el mejor de los casos, el equipo técnico de CREA, coordinado por José Lizzi, proyecta una faena de 13,073 millones de cabezas con una producción de carne vacuna de 3,073 millones de toneladas res con hueso. Se trata de valores inferiores a los de 2021.
Tampoco se descarta que la faena pueda desacelerarse bastante más para terminar ubicándose en un escenario de “mínima” de 12,459 millones de cabezas.
La contrapartida de ese fenómeno es un aumento considerable de la retención de vientres, es decir, la “fábrica” de la ganadería. Si bien ese proceso contribuye a garantizar la oferta de carne en el mediano y largo plazo, lo contrario sucede en el corto plazo.
Otro factor que contribuirá a “sacar el pie del acelerador” es que, con un maíz escaso y probablemente más caro en el primer semestre de 2023 –como consecuencia de la sequía–, los sistemas pecuarios tenderán a hacerse más “defensivos” por medio del uso de recursos pastoriles (en caso, claro, que no los liquide la seca).
La matriz de exportaciones y consumo interno en 2023 seguiría en la misma línea que la experimentada en el presente año, con una demanda interna comprometida por la caída progresiva del poder adquisitivo.
En lo que respecta al precio interno de la hacienda, la tradicional suba de precios que se registra a fines de año sigue sin presentarse y es muy probable que no haya novedades hasta pasadas las fiestas de Navidad y Año Nuevo.
Sin embargo, el enorme retraso que tiene tanto el novillo como la carne vacuna respecto de la inflación general en algún momento tendería a equilibrarse (probablemente en el transcurso del primer trimestre de 2023).
La variable clave, en ese sentido, es cómo evolucionará el factor climático, dado que, si persiste la necesidad de “liberar” campo por pérdida de recursos forrajeros, el ajuste de precios tenderá a retrasarse cada vez más.