“Esto es histórico” nos dice Raúl Crucianelli a los Bichos de Campo, luego de visitarlo en el flamante stand de su empresa en Agritechnica, la principal feria de maquinaria y tecnología para el agro.
Es la primera vez que su empresa llega con ese tipo de presencia, sin depender del espacio institucional que se genera bajo el paraguas de una misión comercial estatal, que agrupa cada dos años a unas 30 empresas argentinas en un solo lugar.
La felicidad de Raul, que se manifiesta en la charla ante este medio, radica en el orgullo que le genera leer su apellido en medio del enorme hall de la feria alemana, frente al pabellón de Ucrania y codeándose con los grandes.
“Tengo tanto de nada que hacer que estoy todo el día ocupado”, nos dice Raúl, entre risas, cuando le preguntamos cómo convive su supuesto retiro con esta presencia tan activa en una de las ferias más exigentes del planeta. Lo cuenta parado al lado de una sembradora, después de una reunión que lo tuvo ocupado hasta dos minutos antes de empezar la charla. “Me lleva todo el día… haciendo nada. Pero me lleva todo el día”, insiste.

La historia del desembarco propio en Agritechnica, la que él califica como “la primera novia, la primera carrera”, empezó mucho antes de este stand imponente que hoy ocupa un lugar estratégico del hall. Raúl recuerda que “debe ser cerca de los 18, 20 años, 2000, 2005, 2007” cuando vinieron por primera vez. Y no había máquinas ni estructura. “Empezamos a venir con una estantería con folletos”, repasa. En aquel entonces, la empresa tenía “un encargado de comercio exterior, un gerente, un cadete, el que abría, el que cerraba”. Era un viaje a puro maletín.
Después llegó el pabellón argentino, donde se animaron a traer una primera máquina. Más tarde aparecieron tres concesionarios en lugares que en esos años parecían lejanos y difíciles: “Kazajistán, Ucrania y Rusia”. Se vendieron “60, 80 máquinas o casi 100 en 10 o 15 años”, hasta que la pandemia, la guerra y algunos problemas de cobro dejaron en pausa esa expansión. Aun así, quedó algo fundamental, que son los usuarios repitiendo compras. “Cuando un usuario vuelve a comprar, eso es un buen indicio”, subraya.
Por eso el 2025 fue distinto. Es volver a Agritechnica, pero ya con otra madurez. “Estos últimos dos o tres años un día dijimos ‘che, ya tenemos los pantalones largos, vamos a estar con stand propio’”. Y lo lograron. Raúl describe la sensación de ver su apellido allá arriba como si fuera un debut deportivo: “Yo quería vivir esa experiencia de entrar a la Fórmula 1. Y vos sabés que estás entre los 20 de la Fórmula 1, y tenés tu auto ahí disponible”.
El desafío, dice, recién empieza. Desde 2020 la empresa tiene un plan de internacionalización. “Nuestro programa 2020-2030”, explica. Apunta a que Crucianelli juegue entre los grandes de la maquinaria a nivel global, aunque Raúl aclara que para él “no es una carrera”. Sí, reconoce que en Argentina son líderes, pero hoy la mirada está puesta sobre todo en Brasil, un mercado que sienten como el paso lógico para consolidar la expansión.
Mirá la entrevista completa con Raúl Crucianelli:
“Alguna vez los nietos me han escuchado decir que algún día algún nieto terminará yendo a la escuela en Brasil”, cuenta. Lo dice como una decisión estratégica que ya empezó a materializarse. Hoy trabajan en ese país con una sociedad industrial llamada ACP, donde fabrican máquinas con un socio local. “Ya tenemos 10, 12, 15 máquinas hechas en Brasil. Ya somos industria brasileña. Podemos pedir Finames”, señala. Ese esquema, que exige 40% de integración brasileña y 40% argentina, les abre acceso al crédito para productores y los habilita a pensar incluso en exportar desde allí. “Ese es el otro desafío”.
Cuando la conversación vuelve a Europa, Raúl explica que sí existe interés por la siembra directa, pero con limitantes agronómicas. “La siembra directa necesita humedad y temperatura”, dice. En esta región hay humedad y buenos suelos, pero no siempre la temperatura. Aun así, asegura que avanza: “Ellos reconocen que Argentina tiene un plus que es saber mucho de siembra directa”. Pero no es homogéneo. “Así como te vas a encontrar con alguno que dice ‘estoy bien con la rastra’, también hay quienes ya piden soluciones nuevas”.
Ese contacto con productores europeos los obliga a pensar adaptaciones. “El próximo proyecto es hacer una máquina europea”, adelanta. Acá, el 70% de las explotaciones son pequeñas y la escala de la maquinaria es otra. “Nos tendremos que ir adaptando”, resume.
Cuando nos avisan que está por perder el avión, la charla se corta casi de golpe. Pero Raúl alcanza a mirar otra vez hacia arriba, hacia ese cartel que dice “Crucianelli” en medio de Hannover. Y vuelve sobre la idea que abrió la nota: “Esto es histórico”.





