Suele suceder que los grandes fabricantes de maquinaria agrícola piensan todo en grande: cuando más poderosos sean los equipos, cuanto más se fabriquen, cuanta más tecnología posean, mejor será para optimizar los procesos industriales. Esa es la lógica dominante. ¿Pero quien piensa en las necesidades puntuales de economías rurales de subsistencia y pequeños productores familiares?
En Reconquista, en el norte de la provincia de Santa Fe, existe un emprendimiento muy singular que tiene ese objetivo muy preciso desde que nació hace veinte años: pensar en pequeño, en las necesidades de tecnificación de los minifundistas. Por eso Andrés Stahringer, quien lo dirige hace diez años, renunció a fabricar equipos en serie y exportarlos cuando le surgió la oportunidad. En Teknycampo, él prefiere trabajar dentro de un taller donde se fabriquen máquinas casi a medida y se aporten soluciones concretas a la necesidad de productores que se dedican a la agricultura de subsistencia, especialmente en las provincias del norte de la Argentina.
Molinos Multiuso Tekne para moler pequeñas cantidades de granos e incluso mandioca; hornos móviles para hacer carbón (que reemplazan las viejas construcciones a campo); cocinas solares y hornos a leña; ralladoras y peladoras para procesar la mandioca; un secador solar para diferentes frutos; y hasta un pequeño trapiche y otros equipos para el procesamiento de caña de azúcar. Todas estas curiosas máquinas forman parte del catálogo de este taller, que arrancó como parte de las tareas sociales del Instituto de Cultura Popular (Incupo) en 1994, en busca de satisfacer las demandas de pequeños productores ubicados especialmente en todo el norte del país.
Actualmente se trata de un emprendimiento familiar en el que colaboran los productores, acercando sus necesidades e ideas y algunos técnicos de Inculpo, organización social con presencia en el Gran Chaco argentino, que trabaja con 24 organizaciones campesinas y llega hasta aproximadamente a 2300 familias campesinas y 1500 familias de los pueblos originarios.
Al surgir como empresa en 2014, ya en proceso de desligarse de Incupo, las primeras labores del taller metalúrgico, estuvieron enfocadas en la reparación de maquinarias empleadas en la labranza de la tierra por tracción animal, el famoso arado mansera. “Así empezó el taller arreglando herramientas viejas” cuenta Stahringer, el ingenioso responsable del taller a Bichos de Campo.
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Luego fueron creciendo las necesidades de los destinatarios y Teknycampo se especializó en otras tecnologías, específicamente las máquinas de molienda. “En el campo las máquinas de molienda multiuso se utilizan muchísimo, pero molinos para pequeños productores no había en ese momento. Así empezamos hacer máquinas de molienda a partir de modelos brasileños y paraguayos”, recuerda Stahringer.
Teknycampo, tuvo la fortuna, a la que aspira todo pequeño negocio y casi por accidente llegó a convertirse en una empresa exportadora de maquinarias especiales para pequeños productores. Sin embargo, Andrés prefirió mantener su esencia y consolidarse como un taller metalúrgico para cubrir las demandas tecnológicas de los pequeños productores argentinos. Hoy le llegan pedidos desde todas las latitudes. Cuando Bichos de Campo lo visitó, venía de montar un equipo en Antofagasta de la Sierra, en la lejana Catamarca.
“Se nos podía desorientar el rumbo y dedicarnos a los mercados externos, pero nuestra génesis siempre fue brindar a los pequeños productores del país soluciones tecnológicas”, refiere Andrés quien tomó la decisión de dar “un paso hacia”. Aquí lo retuvo cierto mandato familiar: su padre fue uno de los fundadores de Incupo y su hermano, que vive en Corrientes, es uno de sus actuales directivos.
-¿Pero cómo fue que llegó esa demanda desde el exterior?
-Estábamos en páginas de internet y nos contactan desde una corporación alemana y otra suiza que tenía inversiones en Cuba, para hacer exportaciones de máquinas de molienda. Entonces empezaron las exportaciones, pero también aparecieron las complejidades de la exportación. Hubo que hacerse cargo de todo. Pasamos a tener una producción mayor; pero también estaba el desafío de convertirnos en una empresa exportadora y se requería de otra infraestructura.
-¿Cómo se empieza a fabricar una nueva máquina para necesidades tan pequeñas?
-Estamos muy conectados con los usuarios de nuestras máquinas, el productor nos va pidiendo según sus necesidades. A partir de ver una demanda que justifica un desarrollo de tecnología, nos volcamos a la fabricación de esas máquinas. El desarrollo debe estar muy adecuado a la escala de producción del solicitante. La tendencia siempre es hacer máquinas que resuelvan todo, pero de gran tamaño. Aquí tenemos el desafío de hacer una máquina que cumpla los objetivos del productor en tamaños más pequeños.
Alrededor de 12 tipos de equipos conforman la oferta estandarizada de Teknycampo, entre molinos, pulidoras y rayadoras. La mayoría orientados a la molienda y procesamiento de cultivos regionales como la mandioca, el algarrobo y la caña de azúcar. Fueron diseñados para aligerar el trabajo que por mucho tiempo hicieron de forma manual los pequeños productores y sus familias.
-¿Finalmente te hace feliz esta decisión de seguir cubriendo la demanda del pequeños productor te llena, te hace feliz?
-Totalmente, para mi es una satisfacción muy grande ofrecer mis conocimientos y ponerlos al servicio de un sector que lo necesita. Es un compromiso con un esquema de vida que me interesa. Eso viene de la vinculación con Incupo, no es por casualidad.