Periurbano. Se trata de una palabra cada vez más frecuente en las crónicas agropecuarias porque se trata a la vez de un espacio de conflicto, donde conviven productores rurales y habitantes de la ciudad, cada uno con sus intereses. Unos quieren producir y poder ser rentables, los otros tener una vida sana y acceso a la Naturaleza y el paisaje. En el medio, los periurbanos son territorio para negocios inmobiliarios, ofensivas ambientalistas, reivindicaciones gremiales y batallas de todo tipo.
Un quilombo es el periurbano. Y por eso la palabra se repite.
La noticia en la que nos detenemos ahora en Bichos de Campo es la reciente creación, formalizada hace un par de años, de la Sociedad Argentina de Planificación Territorial (Saplat), con gente que venía trabajando en el tema ya sea desde la función pública, desde la academia o como asesores externos. “Queríamos tener una mirada multidisciplinaria y sobre todo compartir experiencias desde una perspectiva federal, no ‘porteño-céntrica'”, nos contó Roberto Monteverde, un arquitecto que es presidente de esa asociación que a futuro podría convertirse en una aliada importante del sector agropecuario, usualmente una víctima pues la urbanización desordenada le va corriendo el arco y achicando la cancha de modo permanente.
“El territorio es un lugar donde convergen muchos temas. Pero estas prácticas (la planificación territorial) se suelen mirar siempre desde desde miradas recortadas. A veces se llega a conflictos y no nos ayuda esta cuestión de fragmentar tanto las miradas sobre el periurbano, de planificar desde algunas visiones acotadas. Cada uno mira una parte desde su propia realidad. Pero en este tema hay que se consciente de que hay racionalidades distintas que hay que poder integrar, aunque en algún momento confronten. En algún momento la mirada debería ser desde lo colectivo, más de futuro, pensando en un modelo de desarrollo”, afirmó Monteverde en esta entrevista.
Mirá la charla completa con el presidente de Saplat:
La organización de especialistas, desde su regional Litoral (Entre Ríos-Santa Fe), acaba de emitir un documento en el que se afirma: “Vemos a este momento como una oportunidad única de avanzar hacia un nuevo marco de gestión territorial, que contemple la integralidad en el abordaje y en clara defensa del interés público”. Hay que recordar que en ambas provincias los conflictos por el periurbano -en especial por la aplicación de agroquímicos- han sido moneda frecuente y han conducido a definiciones a veces ridículas, como prohibir la utilización de esos insumos en áreas exageradamente extensas en torno a escuelas rurales o centros poblados.
En el medio quedan un montón de superficies productivas sin poder producir al menos con parámetros habituales. Es el famoso periurbano el que está en jaque.
“La centralidad de la problemática del periurbano radica en el valor estratégico de su localización. Más allá de su apariencia de suelo vacante y residual, su cercanía a la ciudad le otorga características excepcionales para la urbanización, imponiendo una competencia por el uso del espacio, que eleva el precio de su suelo, provocando el declive de su capacidad productiva y la pérdida de recursos ambientales irrecuperables; insostenible para el futuro de la ciudad”, advierten ahora los expertos de Aflat.
Podés descargar el documento PERIURBANOS desde aquí.
Los especialistas en planificación consideran que el famoso periurbano “es un espacio que condensa las problemáticas de nuestras sociedades a través de profundas tensiones, pero que también abre la oportunidad de avanzar hacia un reequilibrio territorial que favorezca la convivencia entre áreas para producir, áreas para preservar y áreas para vivir, trascendiendo la concepción funcionalista que promovía la separación de dichas áreas”.
En la charla con Montenegro surge varias veces el conflicto ambiental muchas veces fagocitado desde las ciudades, que tanto atormenta a los productores. Pero también hay tensiones por la falta de planificación sobre hacia dónde debe crecer la planta urbana en las localidades. El arquitecto cree que muchas veces los dirigentes locales optan por la más fácil, que es avanzar sobre campos productivos, en vez de tomarse el trabajo de ocupar con seriedad los espacios vacantes en las propios ejidos urbanos.
“La actual coyuntura de pandemia y crisis socioeconómica mostró la fragilidad de nuestros sistemas de abastecimiento de alimentos y la necesidad de volver a un mercado de cercanía que favorezca la soberanía alimentaria. Evidenció las disputas por el territorio entre urbanizaciones para altos ingresos y las ocupaciones de grupos sociales empobrecidos”, remarca el documento.
También la cuestión ambiental se mezcla de modo permanente en el periurbano. “Aparece como clave en lo que hace al rescate del patrimonio cultural y paisajístico de ciudades, pueblos y localidades. Es fundamental para el debate ambiental por los servicios ecosistémicos que brinda (humedales, regulación hídrica, conservación de biodiversidad, captura de carbono, etc.) y por las innumerables oportunidades económicas y de generación de empleo local que es capaz de aportar. Se presenta, además, como estratégico para repensar tanto los modelos ecológicamente insostenibles de expansión urbana, como los sistemas de producción agropecuaria, ambos vinculados con el logro de estándares mínimos de sustentabilidad y sostenibilidad”, definen los expertos en planificación.
- Monteverde argumenta que no hay recetas para encarar una planificación de esos espacios que conforme a todos, pues cada localidad es un mundo diferente. Pero en la región del Litoral, la Aflat rescata algunas experiencias que deberían ser tenidas en cuenta como antecedentes. Ellas son:
- El PASSS de (Programa de alimentación sana, segura y soberana), de la localidad de Gualeguaychú, Entre Ríos. Una iniciativa para fomentar la producción, distribución y alimentación saludable, a un precio justo, elaborado en la región y por productores locales. A través de distintas políticas de protección y fortalecimiento de capacidades, impulsa un cambio en la matriz productiva basada en la sustentabilidad del modelo agroecológico, e incorporando la disposición de tierras fiscales en el proceso.
- El Proyecto de Parque Agrario en Santa Fe Metropolitana, que identifica 12.000 hectáreas e incorpora la categoría de “periurbano” como suelo en los planes de ordenamiento local. Es la primera experiencia en el país que establece una herramienta de gestión de política pública con una visión de lo productivo como un sistema metropolitano, en un modelo de gestión inter-jurisdiccional, llevado a cabo a través de una carta de acuerdo entre cinco localidades del área metropolitana de Santa Fe y el gobierno provincial.
- El área metropolitana de Rosario, con su proyecto de cinturón verde. Actualmente Rosario avanzó en reforzar la agenda de suelo periurbano para producción de alimentos con algunas estrategias apuntadas a la promoción y protección del suelo dedicado a la producción frutihortícola. En la misma línea, el proyecto de la Comuna de Soldini, integrante el Ente de Coordinación del Área Metropolitana de Rosario, la convirtió en la primera localidad del área metropolitana de Rosario en aprobar en el 2019 su área periurbana mediante ordenanza municipal.
- Hersilia es otra localidad santafesina de pequeña escala, que desde 2011 trabaja en la regulación de su línea agronómica, sabiendo aprovechar la disposición de recursos propios en la reconversión de prácticas productivas, sobre sus áreas de protección libre de fumigaciones. La producción agroecológica y/o orgánica significa para Hersilia la oportunidad de producir alimentos sanos, pero además mayor generación de mano de obra local y la apertura de nuevos rubros productivos. En 2015 estableció una serie de políticas orientadas a la promoción del consumo saludable, comercialización y abastecimiento con productos locales, certificación propia de productos e incentivos de exención de tasas y líneas de crédito.