La faena vacuna de enero fue baja. El total informado por el la Dirección de Control Comercial Agropecuario para el primer mes del año fue de 970.000 bovinos, lo que representa una reducción del 15% respecto del mismo mes del año pasado.
Operadores del negocio indican que la caída fue mayormente consecuencia de la menor oferta provista por los feedlots, que dejaron de encerrar en la primavera pasada debido a los malos resultados económicos que se venían acumulando en 2020.
La faena del mes pasado dio lugar a una producción de carne de 222.000 toneladas res con hueso, una baja 14% respecto de enero de 2020 porque se incrementó el peso medio por res faenada en un1,3% (indicador que promedió los 228 kilos).
Del total producido, según informaron operadores del sector a Bichos de Campo, 68.500 toneladas fueron destinadas a la exportación. Se trata de un crecimiento del 10% respecto de enero de 2020.
El consumo interno, en tanto, absorbió 153.000 toneladas res con hueso. Si se anualiza ese valor en función de una población nacional de 45,4 millones de habitantes, el promedio por persona quedaría en sólo 40,5 kilos, es decir, el nivel más bajo del que se tenga registro histórico.
La oferta de haciendo viene muy floja desde que arrancó el 2021 y eso tiende a incrementar los valores de la hacienda gorda, tal como se viene anticipando.
La duda es qué respuesta tendrá el consumo interno cuando los aumentos de la hacienda comiencen a trasladarse a los precios minoristas de la carne vacuna.
La buena noticia es que, para compensar la caída de oferta de carne vacuna, las producciones de carne aviar y porcina están trabajando a toda máquina para ocupar ese espacio y mantener constante el elevado consumo de proteínas cárnicas que forma parte de la mesa de los argentinos.
Y la otra gran duda es si el gobierno se va a meter en el mercado ganadero con sus maravillosas herramientas “solucionadoras” que tanto daño han causado en el pasado (daño que persiste hasta la actualidad porque buena parte de los faltantes de oferta actuales se explican por la liquidación masiva del stock bovino promovida en la década pasada”.
Y demás está decir que la tendencia a la caída en el consumo se sostendrá en los próximos años en tanto no haya políticas que incentiven la inversión ganadera a todo nivel, pero fundamentalmente en la cría, el primer eslabón del negocio del cual depende la oferta de terneros/as.
Sin incentivos adecuados, cabe esperar una oferta de carne estancada de hacienda que no logre crecer el ritmo del aumento demográfico argentino y del apetito externo por la carne vacuna. En 1980 el consumo interno de carne vacuna representaba 82 kilos, el doble que en la actualidad y con un nivel de producción de carne similar.
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