Los datos oficiales conocidos este jueves (aunque en la Secretaría de Agricultura prefirieron esconderlos y “no hacer prensa” con ellos) ratifican la caída del stock vacuno que vienen anunciando diferentes analistas y no hacen más que confirmar el impacto de la sequía de 2022/23 y de la falta de incentivos a la retención de animales por la continua crisis económica y la falta de perspectivas para el negocio cárnico. La cosas no mejorar ni aún con la libertad de exportar carne que estableció de entrada el gobierno de Javier Milei.
El dato duro que difundió Agricultura en base al sistema SIGSA del Senasa indica que al 31 de diciembre había en el país 51.626.909 cabezas. “La cifra representa una baja del 2,2% del rodeo nacional” respecto del mismo indicador del años anterior, que coincide con el cambio de gobierno. Pero de acuerdo a la evaluación oficial, poco tiene que ver la política pues esto se dio “a partir de la sequía que afectó al sector”.
Esa explicación solo grafica parte de la verdad, porque del propio gráfico enviado por Agricultura surge que después de la brusca caída en el gobierno kirchnerista, el stock bovino logró recuperarse hasta un pico de casi 55 millones de cabezas en 2018. Y desde allí viene cayendo.
Por otra parte, tratando de maquillar una estadística que la da la espalda, el informe de Agricultura destacó una mejora en la productividad de la cría: “El resultado del stock terneros/as es de 14.602.899. Este número de terneros/ras, resulta una relación ternero24/vaca23 del 65,2%, siendo este un resultado superior al promedio de la serie 2007-2024 (61,9%)”. Se trata del mejor resultado productivo luego del récord alcanzado en 2022 cuando el destete fue de 66,7%, añadió.
Los analistas ganaderos vienen alertando por la alta presencia de vaquillonas en la faena lo que da cuenta de que a los criadores les cierra más la venta para el engorde y posterior faena que transformarlas en futuras madres.
Eso también se expresa en la caída de esta categoría de hembras jóvenes y la de vacas. “Analizando los resultados en relación al último cierre de stock (31/12/23) por categoría, se observa una reducción de Vientres (Vacas y Vaquillonas), en el orden de las 800.000 cabezas (-3%)”.
También los consignatarios vienen destacando que todavía no se observa una intención clara de recuperación de los rodeos de cría. Las vaquillonas preñadas se venden entre 1,2 y 1,4 millón de pesos, pero recién comenzaron a mejorar sus valores en el último mes y la demanda sigue siendo poca sobre todo en función de la mejora de ingresos que viene teniendo por la venta de terneros.
También se redujo la producción de machos. “Se observa una disminución de unos 185.000 Novillitos (-3,93%), 97.000 Novillos (-4,19%) y 15.500 Toritos (MEJ -4,42%)”, respecto de la medición del stock de fines de 2023.
Este es el stock por categoría y provincia:
Este dato también es sinónimo de preocupación en el sector. En 2006 había más de 6 millones de novillos, el animal macho adulto que debería ser el objetivo final de la cadena. En la actualidad quedan solo 2,2 millones de vacunos de esta categoría. La disminución fue de más del 60%.
La caída en la producción de novillos arrancó cuando el kirchnerismo comenzó con los cierres de exportaciones a partir de marzo de 2006, y sus sucesivas intervenciones en el mercado ganadero hace 20 años. Desde entonces, y a pesar de los cambios de gobierno, no hubo señales lo suficientemente sólidas para alentar el cambio de tendencia. Queda visible que con la eliminación de los cepos a la exportación de carne no basta para construir una política ganadera sólida.
La falta de retención de vientres y la poca producción de novillos es consecuencia de la falta de estímulos a las inversiones ganaderas de largo plazo, que implica el desembolso de dinero en infraestructura, pasturas y genética.
Es lógico se roban el cuero y las vísceras de los animales, son el 35% del animal, no hay actividad que soporte ese latrocinio.