“Yo me considero un verdadero ambientalista. Hace 40 años que manejo mis suelos en Siembra Directa. He frenado la erosión, he producido toneladas de granos y mis suelos están hoy en mucho mejores condiciones que 40 años atrás”, enfatiza Roberto Peiretti, uno de los socios fundadores de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID) y de la hija dilecta de esta agrupación, la empresa de biotecnología argentina Bioceres.
En diálogo con Bichos de Campo, este veterano del agro recuerda cómo fueron los días de fines de 2001, en medio de la crisis que terminó con el gobierno de Fernando De la Rúa y la salida en helicóptero, en que 23 productores enrolados en AAPRESID decidieron crear la firma que ya logró la aprobación condicionada de una soja HB4 tolerante a la sequía.
Hablamos con Peiretti durante el lanzamiento del trigo HB4, que repite la misma característica de aquella soja. Mirá la entrevista:
-¿No se arrepintió nunca de haber puesto dinero en Bioceres?- le preguntó Bichos de Campo a Peiretti.
-La respuesta definitivamente es no- dijo el productor, que se mostró orgulloso de “haber podido tenido la suerte de colaborar al progreso de la biotecnología aplicada a la agricultura, en un proceso bastante largo que arrancó en los años 90”.
Peiretti puede decir con tranquilidad que fue un pionero en eso, tanto que su campo fue uno de los tres en los que se realizaron ensayos en 1996, para comparar la soja RR, el primer cultivo transgénico que vio la luz, con la convencional. “A partir de ahí es que le sugiero a Víctor Trucco, que era presidente de AAPRESID en esos momentos, que fuéramos para adelante. Obviamente él veía lo mismo”, rememoró.
El veterano productor también celebra haber sido uno de los 23 productores que se reunieron un par de años después, mientras afduera sucedía lo peor de la crisis de 2001, para dar vida a Bioceres. “El balance es muy positivo, porque jamás se nos hubiera ocurrido que íbamos a ser capaces de transformar ese potencial que teníamos en las realidades tangibles que hoy tenemos y en la estructura que hoy tiene Bioceres”, indicó.
-¿No se imaginaban entonces que iban a desarrollar algunos de los primeros cultivos transgénicos de la Argentina?
-En realidad era un horizonte que lo veíamos enorme. No teníamos claro cuál era el camino. El gen HB4 fue el disparador de la fundación de Biocéres, porque la doctora Raquel Chan (que investigaba ese evento en el Conicet y la UNL) ya estaba trabajando y le faltaban recursos. Entonces la idea básica fue apoyarla. ¿Y cómo la ayudamos? Proveyéndole lo que ella decía que necesitaba para dar los pasos subsiguientes.
-¿Y cómo sigue el proceso de incorporación de tecnologías a la agricultura argentina? ¿Lo ve sólido?
-Va a seguir ocurriendo, va a seguir. es un devenir de cosas que no paran. porque la ciencia no para y la necesidad de producir más con lo mismo, o mejor aún con menos, tampoco. Eso se llama eficiencia y va de la mano con la sustentabilidad, con la rentabilidad, con el compromiso social. En la medida que somos capaces de crear más con menos hacemos una mejora innegable para la sociedad y para el mundo. Es el camino a seguir. Hay muchos escollos pero pocas dudas.