En abril de 2001 se instituyó el régimen para la recuperación de la ganadería ovina bajo la ley 25.442. El propósito era reconstruir la producción ovina, que venía en baja desde la década de 1970. En 2021 se cumplirán 20 años de su vigencia y llegará también su fecha de caducidad.
Pero la Mesa Ovina Nacional ya está en marcha para renovar esa política activa a favor del sector. Las entidades que la componen, en especial CRA y la Sociedad Rural, acaban de consensuar un anteproyecto de ley que busca la prórroga del régimen y su actualización, en especial en materia de aportes presupuestarios.
“La ley ovina alcanzó sus objetivos: permitió detener esa caída constante de la producción, logrando revertir y estabilizar la situación, aun sorteando la inestabilidad recurrente de la economía del país. Así y todo también demostró ser un excelente negocio para la economía nacional y las arcas del fisco, dado que generó seis dólares por cada uno de inversión”, destacan en el documento.
Entre los objetivos de la Ley renovada en 2021, tal como se aspira, se encuentra alcanzar en la próxima década un stock de 18 millones de cabezas, desde las 14 millones actuales, así como duplicar las exportaciones de lana y carne en volumen y valor.
Para esto proponen utilizar el dinero asignado a la Ley Ovina para recuperar al menos el 60% de los establecimientos vacíos o abandonados (ubicados sobre todo en la inmensa estepa patagónica) y aumentar en un 50% el número de empleados directos, temporarios y de servicios en las cadenas. Se buscará además llegar a un superávit fiscal de al menos 120%, entendido como el balance favorable entre el costo fiscal del régimen y lo que la actividad producirá de forma incremental.
Por cierto, el documento del Foro Lanero no precisa montos requeridos, pero con claridad el sector pretende que sean reforzados los exiguos fondos actuales, de unos 100 millones de pesos, que han quedado desactualizados por la inflación constante y las devaluaciones.
En lo que respecta a los temas de agenda, el proyecto busca incorporar prácticas amigables con el medio ambiente, como la implementación de sistemas productivos, que cuenten con protocolos para reconstruir suelos y regenerar pastizales. También define la incorporación de mecanismos para amortiguar las adversidades climáticas.
“La nueva norma prevé el diseño del los planes estratégicos de las cadenas agroindustriales de la lana, de la carne ovina, y de las producciones socio-culturales referidas al ovino”, remarcan desde la Mesa Ovina y agregan que “el ovino no sólo es producción sino principalmente ocupación del territorio, arraigo y cultura.”
A nivel nacional esta actividad abarca aproximadamente a 140 mil productores en sus distintas escalas y modalidades, e incluye a 14.8 millones de cabezas ovinas.