Una visita a la fábrica cordobesa de Grido, el unicornio lechero: ¿Cuál fue la estrategia social de la tercera mayor fabricante de helado del mundo?

Los lácteos son de los alimentos más diversos de todos, úes permiten desde una materia prima elaborar productos que a su vez se transforman en preparaciones irresistibles. Esta historia habla de eso, de leche cruda de alta calidad que termina llegando a los consumidores en su versión como helado, para siempre mejorarles las sensaciones.

Bichos de Campo llegó al parque industrial de Ferreyra, en las afueras de la ciudad de Córdoba, donde Helacor SA tiene su planta desde 2005. Allí se fabrican los populares helados Grido, que luego se distribuyen para una red de comercios tan amplia que abarca todo el país y se extiende más allá de las fronteras. Estos productos, además, han cambiado la forma de tomar helado en Argentina.

Javier Díaz Caballero, líder de comunicación de la empresa, junto con Camila Barbiero, nos recibieron para mostrarnos y contarnos los secretos del que tranquilamente podría ser el unicornio lechero.

La historia de Grido empezó cuando Lucas Santiago padre comenzó a comercializar helados de marca Laponia en una zona limitada, actividad que luego tomó su hijo con el mismo nombre, Posteriormente, con sus hermanos iniciaron empresas de insumos para heladerías, siendo una de ellas de cucuruchos, por lo cual tenían todo el mapa mental del segmento.

Cuestiones familiares hicieron que venda su parte en esas sociedades y así Lucas Santiago hijo invirtió en el año 2000, en una heladería con el nombre Marvic, que sigue estando frente a la plaza Jerónimo del Barco en el barrio Juniors de la capital cordobesa. Desde ahí leyó un mercado, puntualmente desde la demanda de cucuruchos que no estaban en las grandes heladerías, sino que iban a los heladeros de barrio “que vendían una bochita de helado a un peso”. Había una necesidad de comer helado a bajo precio y desde ahí comenzó a trabajar para cubrir esa demanda insatisfecha.

Junto a sus hijos, Sebastián y Lucas, comienza a sus 55 años a vender la marca Via Bana, en los barrios de Córdoba, intentando encontrar el formato adecuado para competir con grandes cadenas de heladerías a las que no les estaba yendo bien por el elevado valor de los productos, pero también por el marco económico de aquel momento.

Una nueva idea de negocios, con un formato efectivo de franquicias desarrollada por una empresa familiar ordenada, logró en muy poco tiempo tener 500 sucursaless, cien veces más de la idea original, creciendo rápidamente de Córdoba a La Rioja y después a todo el país. Hoy Grido tiene más de dos mil puntos de venta, pero también negocios en Chile, Uruguay, Paraguay y Perú.

Hubo una intención social detrás de esa expansión. Fue a partir del libro “Un mundo sin pobreza” de Muhammad Yunus que empiezan a pensar por qué muchas marcas o productos no llegaban a ciertos lugares y mucho menos la posibilidad de disfrutar un helado.

De ahí surge esta idea de financiar negocios inclusivos. “Se propusieron empezar a prestar dinero a personas que querían montar su heladería pequeña en casas de barrios, empieza a crecer un negocio innovador, con fondos propios y de bancos. Con la condición de trabajo familiar, sin colaboradores externos, con fondos para pintar una habitación, comprar un freezer y la primera tanda de helados, desde 2019 hasta hoy ya son más de 1.000 las familias con heladerías sociales en toda Argentina”, representando a la mitad de las bocas de expendio nacionales que tiene la empresa.

Díaz Caballero indica que estos puntos de venta tienen un socio franquiciado que funciona con el formato de “padrino”, que facilita almacenamiento por capacidad de frío, y que acompaña y ayuda a desarrollar el negocio.

Detrás de este tipo de heladerías sociales, “el 80% de los negocios son desarrollados por mujeres”, que se han convertido en sostenes de sus familias, o que pueden mejorar los ingresos para ascender socialmente y sobre todo, brindar educación de mayor calidad a sus hijos, pero que a la vez demuestran un cumplimiento en cuanto a los créditos que sólo tienen 0,8% de morosidad.

Necesidad y oportunidad están detrás de ese placer del helado, y lo que hace muchas décadas era un lujo, hoy es un fenómeno muy argentino y en el cual Grido tuvo mucho que ver, con un consumo que promedia los 9 kilos per cápita al año.

En Córdoba está ubicada la planta de la tercera empresa a nivel mundial en el rubro helados, detrás de Baskins Robbins y Dairy Queen. La firma argentina deja afuera del podio a la rusa Pingvina e incluso a Häggen-Dazs, por el número de puntos de venta y la facturación en dólares, a pesar de la falta de competitividad global; y teniendo en nuestro país un proporcional del mercado situado en el 35%.

“Hoy estamos ahí y la intención es crecer. Siendo líderes sabemos que marcamos el ritmo de los precios, a partir de una fuerte convicción de lo que es nuestro helado, pero apostamos a la escala y la diferencia está ahí, con un margen más chico, pero que hace que siempre nos elijan”, dicen los referentes de la empresa.

En un contacto constante con los consumidores, Grido pelea cuerpo a cuerpo con la relación de muchos con las heladerías artesanales de barrio, llevándose las compras constantes e incluso ofreciendo alternativas para multiplicar el aprovechamiento de la cadena de frío, con productos congelados que logran “ampliar la oferta en alimentos, con productos uniformes de calidad y a buen precio en todos lados”.

El punto clave para el producto está en las materias primas. Se preocupan por todas, pero “la número uno es la leche”, aclaran. Para lo cual trabajan en un programa de buenas prácticas en los tambos proveedores, a partir de lo que se hace un seguimiento en la calidad productiva, el bienestar animal y el resto de los procesos.

Aún con un siglo de trayectoria en la producción láctea, los Chiavassa no se “duermen en los laureles” e invierten en nuevas instalaciones: “Es el camino para progresar”, afirman

Para Díaz Caballero, “debemos ser los que mejor pagamos un litro de leche por el valor agregado que le damos y por el precio en que se vende”. Cuentan con tambos como el del Grupo santafesino Chiavassa, que les vende el 80% de su producción, o en otros casos de menor volumen con el total de los litros destinados a los helados, haciendo todos un producto “a medida”.

“Nosotros nos vinculamos con todos nuestros públicos, en este caso con los proveedores, de la mejor manera, para poder tener una mejor relación y que nos den un mejor producto”, explican en Grido.

Actualmente Helacor procesa 250 mil litros de leche cruda, que se concentra para llegar a 90 millones de kilos de helado al año. La intención es llegar en 2030 a 130 millones de kilos.

Esos helados, por ejemplo, contienen las mejores frutillas de Coronda, demandan 90 mil litros de jugo de limón tucumano por semana, las nueces de La Rioja, o las almendras a medida y caramelizadas, para que cada cucharada tenga la misma proporción de fruta seca crocante.

En la planta que ostenta en Latinoamérica la mayor cámara de frío, equivalente a un edificio de 12 pisos, o la mayor producción de helado en palito de hasta 40 mil unidades/hora, que pronto se duplicará, se genera empleo en forma directa para 900 trabajadores, que no detienen la producción con tres turnos diarios, además de los 10 mil colaboradores indirectos ligados a las franquicias y heladerías sociales en todo el país.

“Mantener un precio accesible, por más crecimiento y marca reconocida, es un valor fundacional para seguir pensando siempre en la comunidad, para sostener a nuestros consumidores”, indicó Camila Barbiero.

Grido vende el helado en bochas a precio accesible, en cucuruchos más grandes y con salsas. Pero también comercializa tortas heladas. Todo adaptado a lo que pide el mercado, con toda logística propia en el país y el exterior. Cuentan con 36 sabores de granel, que salen de cuatro bases y unos 76 productos más, entre ellos los de consumo impulsivo, congelados, semifríos, libres de gluten. De todo, para todos y a partir de la bebida más completa, la leche.