Máximo Ortega es el delegado de la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra) en Mercedes, unos 100 kilómetros al noroeste de la ciudad de Buenos Aires. Allí todavía no han podido formar una colonia agrícola, pero con él nos cruzamos en Jáuregui (cerca de Luján), donde funciona la primera experiencia de colonización de este tipo llevada adelante por la organización sobre tierras fiscales.
La entrevista con Máximo Ortega es un buen resumen de las demandas históricas de la UTT y otras organizaciones sociales vinculadas a los pequeños horticultores.
-¿Qué le reclaman a las autoridades?
-Políticas, políticas públicas para los productores. Todas las políticas están destinadas para los grandes empresarios y no existen políticas simples para los pequeños productores.
-¿Y qué políticas te gustarían?
-Siempre venimos buscando eso, el crédito blando para que los pequeños productores en vez de pagar un alquiler puedan comprarse una tierra propia para poder producir.
-¿Ese es el sueño? ¿La tierra propia?
-Sí, una hectárea por compañero. Con una hectárea una familia se sentiría muy feliz.
-¿Y qué te cambia, más allá de no pagar un alquiler, tener un pedacito de tierra propia?
-Trabajás ya no esclavizado, al no producir grandes consumos para poder cubrir los alquileres.
-¿A veces se trabaja solo para cubrir el alquiler?
-Y obvio que para vivir también, porque si no trabajás de algo no podés vivir. Entonces tenés tus gastos aparte. Esto te aliviaría un poco el trabajo. Y aspirarías a tener una casa digna, cosa que nosotros no tenemos porque en los contratos no nos dejan construir. Nosotros en el campo que vamos lo agarramos pelado y tenemos que hacer la bomba y tenemos que hacer una casilla prefabricada de machimbre y chapa para sobrevivir. En el verano es muy calor y en el invierno es muy frío. Y tenés tus hijos. Y yo no quiero que mis hijos pasen por lo mismo que yo. Que mis hijos tengan un techo digno por lo menos
-Vos no querés que tus hijos pasen las que pasaste vos de chico. ¿Por qué pasaste?
-Yo vengo de un país extranjero, entré a los 12 años acá, me recorrí desde el norte hasta Chubut, trabajando en campo, en quinta, en cosecha, en todo. Y pasé hambre, pasé frío, pasé de todo. Pasé por buenos patrones y pasé por malos patrones. Todo eso.
-¿Tener un lote propio te brinda estabilidad para proyectar? ¿Crees que a partir de ahí podés tener una vida más digna?
-Te hace proyectar tu familia, para que puedas trabajar dignamente y cultivar los alimentos que vos crear que son sanos para tu familia y sanos para el consumidor. Porque al comer sano como nosotros, cambia tu monotonía de vida. ¿Viste que vos comés una lechuga y sentís que es un cartón? Comés cualquier cosa. Pero una verdura producida por nosotros sentís el gusto a lechuga. Sabés qué es lechuga y sabés que el tomate, es tomate. Cambia 100%. Y tu organismo recibe eso y tiene otro ritmo de vida. Tiene más energía, más vitalidad. Uno se da cuenta al consumir las verduras que nosotros hacemos.
-¿Vos decís que con 1 hectárea por familia alcanza para vivir mejor? Pero hay dos maneras de llegar a ese objetivo. Una son las colonias, como esta de Jáuregui, donde el Estado cede los terrenos en comodatos a largo plazo. La otra es que te den un crédito muy barato. ¿Están bien los dos caminos?
-La del crédito sería mucho mejor. porque sería una tierra que sería tuya. Esto (por la colonia) es un paliativo, pero no es tuya. El día de mañana entra un gobierno que decide cambiar todo, y esto se termina. En cambio nosotros, que pagábamos alquileres caros, podemos cubrir un crédito. El tema es que no tenemos de dónde sacar un crédito porque no tenemos quien nos respalde para hacerlo.
-¿No tienen nada que hipotecar?
-Claro. Yo creo que cada productor puede cubrir un crédito en vez de un alquiler. Llegarían sin dificultad. Pero el tema es ese, que no tenemos quien nos haga de garante.
-Volvemos al principio de esta nota. ¿Por eso hace falta que se involucre el Estado?
-Por eso que de entrada pedimos que el Estado se involucre, para que haya política publica para nosotros, los pequeños productores, que somos los que producimos casi el 90% de los alimentos. No estoy en contra de los otros, que exportan y generan divisas. Pero el problema es que todo se va a afuera y no queda para la alimentación del pueblo.