Pergamino y Jesús María. Los productores se reunieron en buena cantidad en dos asambleas donde respaldaron el paro agropecuario de tres días de la semana que viene y criticaron con fuerza la política de Alberto Fernández para el sector, que tuvo su último y peor capítulo con el sorpresivo cierre de las exportaciones de maíz. Los productores tomaron esto como el inicio de una escalada de intervenciones en los mercados. Recordaron momentos de terror donde casi se importaba trigo o desaparecía un 20% del stock bovino.
Ciudad de Buenos Aires. El ministro de Agricultura, Luis Basterra, se reunía con representantes del Consejo Agroindustrial Argentina (CAA), quienes le ofertaron una fórmula diferente para enfrentar la escasez de maíz este verano, acordada entre todos los eslabones de ese negocio. Basterra concurrió con esa oferta a la Casa Rosada porque necesitaba respaldo político para dar marcha atrás y negociar así con la Mesa de Enlace que desistieran de hacer este paro. Suspenso. La definición no llegaba.
A las ocho de la noche, con el sol cayendo, esta película combinaba terror y suspenso. No se podía anticipar el final.
Agricultura, que paralizó los negocios con maíz para exportación con una simple decisión administrativa (el cierre del registro de DJVE), decidió blanquear esta jugada porque ahora se ve urgida de desactivar una nueva escalada de la protesta rural.
Lo hizo a través de un comunicado: “El sector productivo le presentó al Ministro el compromiso de garantizar el abastecimiento interno de maíz, continuar sosteniendo precios accesibles para la población y conformar una mesa de trabajo permanente con la participación de todos los sectores interesados”, resumió.
Era cierto. Con el cuchillo amenazante sobre sus cabezas, el miércoles ya había habido dos reuniones entre privados, en el marco de las cadenas de trigos y maíz, con la intención de desbaratar los humores intervencionistas de algunos funcionarios que se comenzaron a excitar luego de un discurso que pronunció Cristina Kirchner a mediados de diciembre en La Plata, y en el que ordenó a su tropa de zombies comenzar a “alinear” algunos precios. Estas reuniones técnicas servirían también para darle insumos a otros conjunto de funcionarios que no está del todo de acuerdo en este tipo de intervenciones drásticas y que prefieren canalizar todo a través de acuerdos con el sector privado.
Aunque no lo dicen publicamente, Basterra y sus pares de Economía, Martín Guzmán, y de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, militan en ese bando más moderado. Por eso se habilitó esta ventana para la negociación con el CAA, el entramado de 55 entidades agroalimentarias con las que vienen negociando políticas de más largo aliento que las del tipo “12 horas para matar o morir”.
“El Ministerio de Agricultura avanzó hoy en un entendimiento con los representantes del Consejo Agroindustrial, con el objetivo de garantizar el abastecimiento interno del maíz para los sectores nacionales que requieren del cereal como insumo para producir y sostener niveles de precios accesibles para las y los argentinos en todo el territorio nacional”, sobreactuó la cartera agropecuaria. El entendimiento era desesperación por encontrar una fórmula que permitiera tranquilizar a las fieras. Los lobos están aullando desde hace rato.
Con Basterra estuvieron el presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y coordinador del CAA, José Martins, el presidente de CIARA-CEC, Gustavo Idigoras, el presidente de Maizar, Alberto Moreli, y el presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas, Roberto Domenech. Es decir, los que exportan maíz y los que lo consumen.
“Se ha logrado poner los diversos intereses particulares en virtud de un bien mayor y primordial como es el bien común, compatibilizando los intereses privados con la necesidad del Estado en garantizar los bienes esenciales a todos los argentinos, en el marco de la seguridad alimentaria”, expresó Basterra, según la gacetilla. Casi seguro que alguien escribió esa declaración. Hay que estar medio endemoniado para decir tantas palabras seguidas, casi sin comas y conservado cierto sentido.
La frase que sigue resultó mucho más clara: el ministro reconoció que este entendimiento es un avance que “nos coloca en condiciones distintas a la de semanas anteriores”. Es decir, que la semana pasada, cuando cerraron las exportaciones.
Neblina. Nebulosa. No quedó nada claro cómo funcionaría el mecanismo ofertado por los privados, pero la gacetilla oficial igual consideraba como “un importante avance que los sectores involucrados se comprometan a generar mecanismos que ayuden a desacoplar los precios internos del dinamismo de los precios internacionales, garantizando la mesa de los argentinos”.
Volvió aquella fatídica figura que utilizaban Cristina y Guillermo Moreno. “La mesa de los argentinos”. ¿De nuevo el terror?
El acta de trabajo donde se expresa el compromiso de trabajo de la cadena maícera tiene “tres ejes centrales” dice la gacetilla, aunque después el propio parte de prensa enumerara cuatro puntos. Es evidente que aquí las cosas aparecen y desaparecen.
- Garantizar el abastecimiento interno.
- Mitigar efectos de cambios bruscos de precios internacionales que impactan en el consumo y promover facilidades en el acceso a la producción
- Generar una comercialización fluida, considerando las necesidades de la demanda, el abastecimiento interno y los precios.
- Crear una mesas de trabajo permanente del Maíz y Trigo que permita darle mayor previsibilidad a las necesidades de cada sector involucrado.
Esto no quiere decir que los privados, con ganas de escapar deesperadamente del cepo, hayan terminado de convencer al gobierno (a todo el gobierno) de dar marcha atrás con el cierre de las exportaciones.
Lacónica y enredada, como si fuera la de un asesino serial lleno de esquizofrenias, la comunicación de Agricultura terminaba dejando claro que a pesar del disfrute del acuerdo no se había tomado ninguna decisión.
“Luego de finalizado el encuentro las autoridades nacionales expresaron la satisfacción por los acuerdos alcanzados y manifestaron que realizarán una evaluación de los volúmenes informados para determinar si se anticipa la decisión de reabrir el registro para la exportación”, indicó el escrito oficial. De nuevo, casi sin comas.
Suspenso. Hasta las próximas horas no se sabrá si las autoridades más relevantes del gobierno darán su venía a este acuerdo. Todo parece indicar que sí, pero no se sabe. Así funcionan los guiones tan intrigantes de esta gestión.
Terror. Cuando el sol se ponía, la asamblea de productores de Pergamino lanzaba su proclama al viento:
“Los productores acá reunidos expresamos nuevamente que, ante la agresión constante al sector productivo primario nacional:
- No toleraremos más ataques a la actividad productiva de cualquier índole.
- No aceptamos a la permanente decadencia que nos quieren llevar a todos los argentinos.
- Los principios y valores republicanos, la moral y la ética tanto publica como privada son principios que jamás negociaremos.
- Nos sublevamos ante la posibilidad que el futuro de nuestros hijos o nietos se vea amenazado por políticas destructivas”.
Quieren maiz y trigo barato?. Que lo siembre la gente de grabois en tierras fiscales usando la tecnica que se les antoje. Que se lo vendan a los consumidores baratito.
Asi van a poder demostrar que su ideologia de carton pintado funciona en la realidad y van a mejorar el abastecimiento bla bla, evitar los picos de precios bla bla.
No existe mejor situacion que esa: gramois demostrando que se puede y el estado consiguiendo contorlar el precio del maiz.
O era todo sarasa?.