Cuando Facundo Arregui, director del Centro de Educación Agraria n°12 de Ayacucho, llegó al colegio con los nuevos equipos para su tambo ovino, lo último que se esperaba era encontrarse con algunos de sus animales más valiosos muertos.
Ocurrió el pasado lunes 2 de junio, y fue obra de un grupo de perros que se cobró a 5 borregos padres de su rodeo de 130 animales, uno de los más importantes de la región, no sólo a nivel productivo y económico, sino también educativo.
Facundo, que es profesor del colegio y uno de sus miembros desde que se fundó hace más de 20 años, no podía creer lo que estaba viendo. “Ese mismo día habíamos terminado de pagar uno de los carneros muertos”, relató a Bichos de Campo, y lamentó el “enorme esfuerzo” que se perdió con el ataque, que no es el primero que le ocurre al colegio.
El CEA N°12 de Ayacucho es un centro educativo “no formal”. Eso quiere decir que brindan una serie de cursos y capacitaciones destinadas a estudiantes secundarios o universitarios. Su currícula anual alcanza unas 1500 personas, pero su plato fuerte ha sido, desde siempre, el sector ovino, en el que participan unos 400 alumnos.
“Por eso es que nos duele, porque ahí es donde nos pega”, expresó Arregui, aún muy movilizado por el hecho.
Es que, con su rodeo de las razas Frisón, Texel y Dorper, la institución se ha erigido como referente en la producción ovina. Participa en exposiciones, produce y vende leche y quesos, y con esos fondos -más el apoyo de la comunidad- la cooperativa ha logrado robustecer la majada.
Eso explica que la muerte de 5 de sus animales les caiga como un baldazo de agua fría. En cifras, estima Arregui, no son menos de 7 millones de pesos de pérdida, porque murieron 3 carneros Dorper, valuados en 1 millón y medio cada uno, y 2 Frisones, que son menos costosos.
Como si fuese hecho a propósito, cada uno de esos animales tenía un valor sentimental -y no sólo económico- importante. Uno de los carneros Dorper lo habían terminado de pagar ese mismo lunes a la familia Zeberio, que es muy cercana a Facundo y los habían ayudado a costear el alto precio del animal. Los otros dos de esa raza pertenecían al lote de campeones de la exposición de Ayacucho de febrero.
Además de esos ejemplares, que habían llegado a servir pero eran dientes de leche y tenían aún mucho futuro, también perdieron un Frisón que iba a ser enviado esa misma semana a otro colegio agropecuario, en el marco de los intercambios que suelen acordar.
“Detrás de todo esto hay un trabajo tremendo. Eso es lo que más duele”, expresó el director de la institución. La situación expone una problemática recurrente en zonas rurales linderas a las ciudades, donde jaurías de perros abandonados o descuidados por sus dueños terminan provocando estos destrozos.
El mismo día del hecho, Facundo llegó con una ordeñadora nueva para el tambo ovino y una mesa de trabajo para la sala de quesos. Se trató de una inversión de unos 5 millones de pesos obtenidos a través del Plan de Mejora Institucional.
En ese sentido, la muerte de los animales, lamenta Arregui, “incide en todo el proceso pedagógico”. Y no sólo en lo económico, sino a nivel productivo, porque es genética y padres que no se recuperan.
En tanto, lo que más le preocupa es cómo encarar este tipo de noticias en las aulas, porque muchos de los alumnos se encariñan con los animales y los preparan por muchos años. “¿Qué le digo a los pibes? Tenés que contarles que al carnero que cuidaron la semana pasada lo mató un perro”, expresó el director del colegio.
De aquí en adelante, les quedará asimilar el trago amargo y evaluar algunas medidas de prevención. El uso de perros pastores, que les ofrecieron desde Ley Ovina, está casi descartado, señaló Arregui, por el peligro que pueden representar para el resto de la comunidad, así que por el momento se abocaron a planificar capacitaciones para la tenencia responsable de perros para dictar a los vecinos de la zona.
“Ya elevamos el proyecto a la Dirección General de Escuelas, que tiene que aprobarlo. En principio, fue una forma de darnos respuesta a nosotros mismos”, afirmó el profesor.
El documento preliminar, al que pudo acceder Bichos de Campo, señala que constaría de 40 horas de duración y que el propósito es “promover el uso y tenencia responsable del perro en ámbitos rurales, contribuyendo al bienestar animal, la convivencia armónica, la seguridad productiva y la preservación ambiental”.
Asimismo, Arregui agradeció el inmenso apoyo recibido por parte de productores de toda la zona e instituciones, que han ofrecido desde compensación económica hasta animales para reemplazar a los perdidos.