La Lhemann tiene unos 3.500 socios y más de 800 empleados distribuidos en catorce provincias argentinas. Fuerte en la zona tambera, cobija a productores que llenan solo dos camiones de soja hasta otros de 20 mil toneladas al año. Aunque el 80% de sus socios se concentren en la provincia de Santa Fe y su sede central se ubique en Pilar, una ciudad de 5.500 habitantes, la Cooperativa Guillermo Lehmann extiende su presencia desde Chubut hasta Salta.
La primera pregunta es obvia: ¿Quién fue Lehmann?
“Guillermo Lehmann fue un colonizador de estas tierras y ha sido el fundador de Rafaela, de Felicia, de Pilar, de Susana. Todas localidades que tienen nombres de mujeres y que muchos asocian a los nombres de las hijas de sus amigos, de sus propias hijas. En aquel momento, hace 71 años los fundadores de la cooperativa habrán entendido que una forma de reconocer a este colonizador era ponerle su nombre a la cooperativa”, explica el director ejecutivo de este empresa, Gonzalo Turri, a Bichos de Campo.
-Por lo general una cooperativa se expande como mucho hacia el pueblo vecino. Ustedes se extendieron en catorce provincias y eso es mucho ¿Por qué crecieron tanto?
-Por convicción y por necesidad. Nosotros necesitamos que la manera de trabajo asociativo contagie cada día a más productores y mantener los pies sobre la tierra para no apartarnos de la solidez y la prudencia que ha caracterizado a la Guillermo Lehmann, pero con una mirada amplia para ser ambiciosos, conseguir grandes proyectos y buscar la escala que necesita todo negocio.
Turri remarca luego que “la cooperativa es una empresa cooperativa”. Su estructura incluye 8 Sucursales (Pilar, Esperanza, Felicia, Llambi Campbell, Rafaela, San Agustín, San Jerónimo Norte y Sarmiento), 13 Locales de remates ferias, 6 Depósitos de combustibles, 4 Plantas de acopio, 2 Fábricas de alimentos balanceados, 1 Planta clasificadora de semillas y hasta 1 fábrica de premezclas vitamínico minerales.
-¿Finalmente hay que competir contra gente que se organiza para ganar dinero?
–Creo que por ahí pasa parte del secreto de la cooperativa. Nosotros tenemos la obligación de generar utilidades. La diferencia que nos hace cooperativas es qué hacemos a partir de esos excedentes que se generan, de la capacidad de administrarlos de manera prudente, de reinvertirlo en beneficio del socio, de que esa inversión le acerque un nuevo beneficio, un nuevo servicio al productor agropecuario. Que seamos competitivos en términos de negocio porque la sustentabilidad económica es necesaria, pero que la mirada cooperativa trascienda lo económico comercial.
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-¿Se pueden hacer las dos cosas? ¿Tener una mirada cooperativa y a la vez ganar dinero compitiendo contra verdaderos monstruos del agro?
–Es un desafío permanente y para eso debemos mantenernos actualizados. Dominar las mismas herramientas de conocimiento y transformar ese conocimiento y aplicarlo. Por eso además de intentar identificar buenas personas cuando los sumamos al equipo de la cooperativa, pedimos que estén actualizados, se capaciten, sean profesionales. 70 años de cooperativa pueden solidificar el pasado y presente, pero no te garantiza nada de cara al futuro.
-Una empresa capaz que se especializa en algo particular, pero ustedes responden a socios que hacen un poco de cada cosa: un poco ganaderos, un poco tamberos, agricultores. Deben competir en varios frentes
-Es ahí donde tiene que esforzarse la cooperativa para tener la competitividad en una amplia región. En conocer al productor para poder adaptar la cooperativa al productor, siendo lo suficientemente flexibles para que la propuesta que le hagamos llegar sea convincente y además útil. Ese sigue siendo el secreto.
-¿Y que los hace no rechazar a productores que, por su escala productiva, pueden ser considerados hasta inviables?
-Todos son socios de la cooperativa, desde el que produce dos camiones de soja hasta el que produce 20.000 toneladas. Creo que hay que adaptarlos porque tienen necesidades distintas. Algunos tienen resuelto algunas cuestiones y otros no y es ahí donde la cooperativa los puede ayudar. A mejorar la gestión de su empresa, a tener una mirada de empresario agropecuario. Es ahí donde la cooperativa es un vehículo.
-¿Y cómo se ayuda a esos productores?
-Conociendo la empresa, las necesidades y recorriendo el campo nosotros podamos adaptarnos y decir “mira, te podemos ayudar organizando la cuestión financiera o en la parte comercial”. Creo que por ahí asa un poco lo que intentamos llevar a la practica.
-¿Se logra? ¿Va creciendo o el cooperativismo o es una figura que va cayendo en el recuerdo?
-Yo creo que la salida de productores del sistema es algo que vemos en todas las regiones. Aún con esa realidad, la cooperativa crece en cantidad de socios que deciden vincularse. No tenemos que perder de vista que no porque crezca el número de productores debemos desatender y que el sistema se vaya quedando sin productores, que es lo que le da la territorialidad y la sustentabilidad. Porque el campo alguien lo va a producir.
-El tema es que te lo vengan a producir con dos agrónomos y una maquinaria de Buenos Aires
-Acá somos respetuosos de la producción agrícola, la ganadera, la tambera pero si hay algo que tiene nuestra región, esta zona central de la provincia de Santa Fe, es que hay establecimientos agropecuarios mixtos. Y donde hay establecimientos mixtos, además de trabajo y generación de riquezas, hay cultura del trabajo. Cuando muchas veces hablamos de la Argentina a la cual aspiramos creo que tenemos que hacer un esfuerzo para mantener esa cultura del trabajo. En la medida que podamos mantener y ayudar como cooperativa a que se mantengan establecimientos agropecuarios mixtos, con una mirada empresaria pero que trascienda el negocio, que se ocupe de la parte social y medio ambiental estaremos cerca de cumplir lo que define el objeto social de la cooperativa Lehmann.
– ¿Te gustaría que la Lehmann forme parte de la argentina que soñamos?
-La verdad es que hay que trabajar por algo más que los resultados económicos. No vamos a ser hipócritas, debemos decir que de eso vivimos y si no generamos resultados económicos todo lo demás es anécdota. Pero la verdad es que el pensamiento es muy mezquino si solamente termina en eso, si no pensamos en dejar un mejor país, en construir otra cosa.