Darío Ceballos es el director de la estación experimental del INTA Delta de Paraná, una de las más cercanas de la ciudad de Buenos Aires, pues queda a solo 65 kilómetros. De todos modos, también es una de las estaciones agropecuarias más aisladas, pues para llegar a ella inevitablemente hay que cruzar en barcaza el barroso río Paraná de las Palmas. Detrás de ella se encuentra el delta inferir del Paraná, una de las regiones productivas más difíciles del país.
En esta escondida filial del INTA, Ceballos dirige a investigadores de todo tipo: los hay especializados en especies forestales (en sauce y álamo, que son los árboles implantados en el lugar), los hay en ganadería bovina, los hay en medio ambiente, los hay en apicultura y hasta hay quien se dedica a los pescadores artesanales. Son las actividades principales de las que vive la gente de las islas.
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En este entrevista, con el Paraná de fondo, Ceballos nos cuenta la importancia que tiene para zonas de este tipo el proyecto de ley que este miércoles aprobó la Cámara de Diputados en las sesiones extraordinarias. El proyecto ahora sigue camino hacia el Senado y debería ser votado antes de que termine de 2018. Con algunas modificaciones, dispone la prórroga por diez años de la vieja Ley de Promoción de Bosques Cultivados 25.080, que fue votada originalmente en 1998 y prorrogada en 2008.
En todo el delta hay 1 millón 750 mil hectáreas. Y solo en el delta Inferior que atiende esta experimental del INTA “tenemos un potencial de entre 150 mil y 200 mil hectáreas potencialmente forestables, aunque actualmente la cuenca forestal tiene 60 mil hectáreas consolidadas”, describe Ceballos. Con esa superficie implantada con sauces y álamos, se trata de la tercera cuenca forestal más importante del país, después de Misiones y Corrientes.
La charla con el técnico del INTA permite entender por qué resulta clave la ley que hoy pasó el filtro de Diputados por 188 votos a favor y solamente 2 en contra. Ceballos participó de todo el proceso de discusión previo a la redacción del proyecto que extiende la política de promoción a las nuevas forestaciones hasta 2028.
Mirá la entrevista completa con Darío Ceballos:
“En este contexto actual donde se está discutiendo la prórroga de la Ley 25.080, y los que realizan nuevas plantaciones son los medianos y grandes productores, que no son demasiados. no los más pequeños. Lamentablemente en Buenos Aires hubo un apagón forestal” por varios años, explicó el director del INTA Delta. Es que la ley de fomento a la forestación no tuvo efectos prácticos debido al retraso en la ratificación provincial de la ley de Bosques Nativos, y entonces aquí nadie cobró los subsidios a las nuevas plantaciones. Eso comenzó a remediarse recién el año pasado.
Ceballos explicó que por otro lado “había un retraso de todos los subsidios (para las nuevas forestaciones” de la Ley 25.080, y estamos hablando de un retraso de décadas. Por lo cual el productor que hizo un plan hace diez años recién lo estuvo cobrando este año a valores nominales en pesos”.
La nueva prórroga de la 25.080, producto de un trabajo consensuado con el sector privado, intenta corregir algunos de esos defectos. El experto del INTA cree que “sin lugar a dudas el esquema de la ley es positivo para la región, donde el 70% de la superficie forestada se hizo bajo esta ley, a pesar de todo”. Pero aclaró que el sector forestal propuso varias correcciones.
“Básicamente lo que se discutió es favorecer el pequeño productor, y en ese sentido muchas de las trabas son burocráticas. Por ejemplo, tener que contratar un ingeniero agrónomo para hacer un plan de una hectárea. Se estuvieron trabajando muchísimo en los procedimientos para que los pequeños productores puedan acceder más fácilmente a este proceso”.