Maximiliano Bonadeo trabaja en el área de agricultura digital de John Deere, el mayor fabricante de maquinaria agrícola a nivel global. Desde hace varios años, ese tipo de equipos se ha convertido en una gran fuente de datos sobre cada lote agrícola. Cosechadoras y pulverizadoras vienen de fábrica con sensores instalados que capturan un gran volumen de información que luego puede ser útil para hacer la misma tarea de modo más eficiente, o corregir defectos sobre la marcha.
-¿Cuánto tiene que ver la maquinaria con la agricultura digital? ¿Desde cuándo se digitalizan los equipamientos?
-Hubo una serie de primeras pruebas allá por los ´90, pero para John Deere la historia comenzó en la década del 2000, cuando se dio el boom de la digitalización de los datos y los mapas de productividad. Se empezaron a incorporar sensores en los equipos, que miden por impacto la masa o peso del grano, y sensores de humedad que corrigen y lo llevan a la referencia de humedad de recibo, como modo de darte una referencia de la productividad que vas teniendo en cada lote- explicó Maximiliano.
“A partir de ahí, empezábamos a generar información. Recuerdo la recomendación a los primeros usuarios de que guardaran sus datos porque en algún momento los íbamos a poder usar”, comentó Bonadeo.
El especialista en agricultura de precisión de John Deere contó que, más adelante, esos sensores se combinaron con un posicionador o receptor GPS. Esto generó en los productores y contratistas la posibilidad de poder notar en el terreno una gran variabilidad de situaciones. Antes de esos cambios, se solía trabajar con dosis fijas y manejo constante para todo el lote.
Mirá la entrevista completa a Maximiliano Bonadeo:
-Lo que se podía hacer al principio era acumular datos e ir midiendo, pero no se podían construir series históricas que ahora son posibles. Pero poder tener lecturas rápidas, efectivas y conducentes de esos datos, ¿es eso lo que está cambiando?
-Exacto. Nuestra compañía fue incorporando estas tecnologías, entendiendo la necesidad de poder variar esas dosis, de aplicar sistemas que -leyendo una prescripción o un mapa basado en esos ambientes-, pudieran hacer siembras y aplicaciones variables. Entonces ya los insumos comenzaron a usarse de modo diferencial y mucho más racional, no solo por un beneficio económico, sino también para evitar un impacto ambiental grande. Ahí se fue generando esta conciencia y sin dudas, creo que lo más disruptivo fue el momento de la conectividad, de la telemática. En nuestro caso, a partir de 2015 nos permitió conectarnos con la máquina en tiempo real en el campo. O sea, hoy desde tu oficina ves todo.
-Es decir, mientras se produce una cosecha o una aplicación, ¿ustedes ya saben lo que está pasando?
-Sin dudas, y ahí empieza esto de la agricultura más colaborativa. Es decir, que no solo el operador de la máquina ve lo que hace ese equipo sino que hay más participantes que pueden seguir lo que sucede desde sus computadoras o dispositivos móviles.
-Claro, el agrónomo, el asesor o incluso el vecino preocupado por las aplicaciones.
-Sin dudas, y otro jugador clave que nos acompaña en todo este proceso de digitalización, en unir a todos estos participantes, es el concesionario de nuestra red. Ahí es donde entra en juego nuestra plataforma digital que se lanzó en 2018 a nivel global y que fue presentada en Argentina en el mismo momento, y que permite la posibilidad de acompañar al equipo y poder ver todos los datos de una producción.
– ¿Qué hace esa plataforma?
-Esta plataforma es el llamado “Centro de Operaciones” de John Deere, el cual te permite tener dos informaciones claves. Por un lado ver la salud de la máquina y entender a los equipos que trabajan, cómo trabajan y cómo se los puede optimizar y llevar al máximo de productividad. Por otro lado está toda la información que procesan. Es decir que todos estos equipos vinculados a través de la telemática de John Deere pueden transmitir en tiempo real, no sólo donde están ubicados sino también qué información están procesando, por ejemplo, la aplicación de una siembra. Hoy podemos ver desde nuestra oficina, acompañando a un tractor conectado con esta telemática, y así saber cuál es el coeficiente de variación o cuál es la dispersión de esos datos al momento de la siembra. Y el agrónomo puede hacer intervenciones mucho más instantáneas, puede estar más pendiente, con lo cual no es solo responsabilidad del operador de la máquina, sino que estamos todos acompañando esa labor.
-John Deere es el principal fabricante de maquinaria global y ya no fabrican máquinas sin sensores. ¿Todas tienen, de algún modo, un tipo de medición de eficiencia sobre su propio trabajo?
-Exacto. De hecho ya tenemos el concepto de hablar de “soluciones”, entendiendo que un productor necesita una solución y no un fierro con tecnología. Es una solución que, con todo el soporte que tenemos a través de los concesionarios locales, te permite sacarle el jugo a esa tecnología y entender que si necesita, por ejemplo, sembrar tres ambientes distintos en un lote, esa maquinaria podrá hacerlo.
-Y a partir de estos sensores y de la posibilidad de leer esos mapas de ambientes, ¿John Deere va adaptando sus máquinas para que tengan la capacidad de hacer esas tareas diferenciales que requiere cada uno de esos ambientes?
-Claro. Nuestro Centro de Operaciones combina, no sólo información de mapas de productividad, sino que es una plataforma abierta donde, con un lenguaje de comunicación que sería lo más parecido a las Apps que tenemos en el teléfono, se puede conectar a otras plataformas, eventualmente trayendo información de clima, mapas de suelo, información satelital de vuelos de drones, y de ese modo la toma de decisiones es mucho más integrada y más eficiente.
-Una máquina en todo caso está equipada para una doble función. Por un lado captar datos con sus sensores y enviarlos a esta gran base de datos donde el agrónomo puede tomar decisiones en tiempo real. Pero a su vez ejecutar la orden que llegue a ese centro de datos ¿Es así?
-Exacto, y lo importante es que esa nube de datos tiene un nombre y apellido, porque es la nube del propio productor. Recuerdo un productor que nos visitaba todos los años en las exposiciones y al cual le costaba dar ese paso, comprendió e incluso incorporó a su hijo en la producción, y hoy es uno de los referentes que lleva adelante esto. Tiene conectado a su agrónomo en la toma de decisiones y él decide con quién comparte sus datos.
-Me imagino que el productor debe sentirse abrumado con semejante cantidad de datos, sobre todo si no sabe leerlos. Le debe dar un poco de miedo
-Y si, pero en este momento de pandemia se animaron muchos más, porque gracias a la telemática tuvimos esa proximidad con los concesionarios. Te digo más, hasta se hicieron entregas técnicas de una máquina de modo remoto, algo que antes era impensado. Entonces ese acompañamiento del concesionario es como darte la mano y llevarte por este camino de la agricultura digital donde el agrónomo es clave y donde el concesionario cuida de tu equipo durante toda la campaña, haciendo que la máquina trabaje al máximo de su potencial.
-¿Y cómo ven el grado de avance de adopción de tecnologías en los productores argentinos? Hay que amortizar este tipo de inversiones.
-Sin dudas, pero la agricultura de precisión y la digitalización vienen para aumentar la productividad y reducir el costo de los insumos. También nos ayuda a generar procesos para ser más eficientes. Entonces si uno hace un cálculo rápido de un proceso de implementación y en cuánto se traduce esa incorporación de tecnología a nivel económico, vas a ver que en una o dos campañas podés amortizar la tecnología. Y lo importante es que ya quedamos a otro nivel de producción, prácticamente a nivel de primer mundo.
-¿Se puede mejorar así el uso de agroquímicos?
-Por ejemplo, los equipos aplicadores o pulverizadoras vienen equipados de serie en muchos casos, con una estación meteorológica móvil, donde tenés las condiciones climáticas del viento, la temperatura, humedad relativa o dirección del viento, y así podés definir si aplicar o no un producto. Hay un factor que se llama Delta T que en agronomía nos definen un montón de parámetros y calidad de aplicación. Vos podés ajustar el tamaño de la gota o el nivel de presión, y te permitirá saber si continuar o no, y lo clave es que esas condiciones están siendo documentadas a la nube del productor y son compartidas, lo que te permite aplicar con todos los recaudos, manteniendo la relación con las áreas rurales y las urbanas.
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– Te planteo un dilema: un intendente tiene un conflicto fuerte entre vecinos de áreas periurbanas que limitan con un campo, pero no quiere prohibir los agroquímicos sino avanzar en el uso de tecnologías. Los datos que generan estas máquinas, ¿pueden ser compartidos por el intendente con sus vecinos para monitorear si en el campo se está haciendo un buen trabajo?
-La herramienta está pensada con fines productivos, pero el dueño de los datos es quien los produce, y él puede compartirlos si quiere. De hecho se hicieron algunos ensayos en Pergamino donde, justamente se hace esa prueba de simular un área urbana y evaluar según las condiciones de aplicación, si hay o si no hay deriva, por ejemplo. Entonces, estas tecnologías te permiten mapear y tener esa referencia de dónde se hizo y cuál fue esa aplicación realizada.
– Bueno, en ese caso la información sirve para generar confianza y validar esos procesos.
-Claro. En Uruguay por ejemplo, hay un proyecto muy interesante que consiste en trabajar referenciando este tipo de labores, porque en definitiva no se trata de ver a un equipo aplicador o pulverizador como una amenaza, sino que tenemos herramientas que nos permiten ser más confiables.
– ¿Tenemos acceso en Argentina a la misma tecnología que se vende en otras partes del mundo o estamos algo más atrasados?
-Hoy te diría que sí. El nivel de atraso que tenemos puede llegar a darse más en la implementación de procesos que en otros países comenzó antes. Te digo más, tenemos la posibilidad de traer necesidades propias de nuestra región, algo que antes era impensado -porque eran definiciones más globales-, a nivel de ingeniería de John Deere. Hoy podemos trabajar de modo más integrado. Sin dudas estamos en camino de encontrar soluciones a medida para nuestro modelo productivo argentino.