Que la Cuenca Matanza-Riachuelo es una de las más contaminadas del país, no caben dudas. Un basural a cielo abierto, cuyo saneamiento fue prometido por cuanto Gobierno hubo en las últimas décadas. La tarea de sanearlo está a cargo de la Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR), creada por ley, que hace 10 años puso en marcha el llamado Plan Integral de Saneamiento Ambiental (PISA).
Un equipo de investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) se sumó a la titánica tarea de limpiar el Riachuelo. Asegura que probó con éxito una técnica novedosa, denominada “biosorción”, para sanear efluentes industriales contaminados con metales pesados en la Cuenca.
“La investigación pasa por utilizar biomasa de microalgas para remover materiales pesados. Mezclamos esa biomasa, la cual tiene capacidad de retener los metales presentes en un efluente. Un caso es el del Zinc, generado por la industria de la galvanoplastia y que conlleva graves problemas para la salud humana”, comentó a Bichos de Campo, Agustín Rearte, docente e investigador de la cátedra de química inorgánica y analítica de la FAUBA.
El proyecto “AlgAr”, que busca la promoción de esta tecnología de microalgas para tratar efluentes, está liderado por alumnos y docentes de esa facultad, y cuenta además con el apoyo de IncUBAgro.
“Poner en funcionamiento una planta de tratamiento de microalgas para una empresa oscila desde los 500.000 pesos hasta el millón de pesos, intentando reducir al máximo los costos de inversión y de implementación. Y luego queda el costo operativo de la planta. Lo bueno es que cuanto más aumenta el volumen de tratamiento, mayor es la diferencia de reducción de costos. Por ende hay un beneficio económico para las empresas”, remarcó el investigador.
Rearte contó que “ya estamos tratando con municipios como el de Mercedes y con frigoríficos, pero aún no hay nada concreto. Estamos esperando a quien quiera invertir (en esta tecnología), el cuello de botella”, describió.
Escuchá lo que nos decía Agustín Rearte:
“Lo interesante es que esa biomasa la generamos a partir de otros tratamientos biológicos para remover materia orgánica de efluentes y con esos tratamientos generamos la biomasa de microalgas, la misma que utilizamos en nuestros experimentos para tratar efluentes con metales pesados. La idea era tratar 2 efluentes con diferentes tecnologías y evaluar su eficiencia. Hoy estamos tratando de llevar esas tecnologías a la industria”, agregó el investigador.
Rearte aseguró que también trabajan observando la acción de las microalgas en otros metales tales como Cromo, que se utiliza mucho en curtiembres, y Plomo, otro elemento contaminante presente en la Cuenca.
¿Entonces será posible poder sanear o reducir la contaminación en la Cuenca Matanza-Riachuelo? Hay dos medidas, según Rearte, que deberían tomarse: “Una es la precautoria, y es que las industrias tomen conciencia ambiental y no viertan efluentes contaminados. Esa es la primera base. Y por otro lado están las estrategias de saneamiento in situ, en el Riachuelo, estudiando cómo mantener los márgenes vegetados, reducir la velocidad y erosión del río para que no haya sedimentos, etcétera. Lo que nos falta son industrias interesadas en aplicar los criterios de asesoramiento y en invertir”, aclaró.