Una serie de expertos internacionales en ciencias naturales y sociales presentaron en la COP27, que se está realizando en Sharm el Sheij (Egipto), un documento que contiene propuestas para hacer frente al cambio climático.
El informe, titulado “10 New Insights in Climate Science” (10 nuevas reflexiones en la ciencia climática), presenta recomendaciones orientadas a diferentes actividades en lo que respecta a diseño de políticas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
El informe, elaborado por las organizaciones Future Earth, The Earth League y World Climate Research Programme a pedido del área de Cambio Climático de Naciones Unidas, tiene un capítulo especifico dedicado al uso de la tierra productiva, el cual fue elaborado por un equipo académico de Canadá, EE.UU. y Alemania.
El documento señala que “la intensificación agrícola que es sostenible a largo plazo es preferible a una mayor expansión hacia las áreas naturales”, por lo que se recomienda incrementar “esfuerzos para aumentar la producción de alimentos mediante la mejora de los rendimientos”.
En ese sentido, apunta el informe, “las prácticas agrícolas regenerativas y de conservación, como la siembra directa, el uso de cultivos de cobertura y dejar rastrojos de cultivos en el campo, pueden mejorar la calidad del suelo y aumentar las reservas de carbono orgánico del suelo”. También se recuerda que “los suelos sanos tienen una mayor capacidad de retención de agua y son menos susceptibles a la erosión, lo que ayuda a preservar la productividad del suelo para las generaciones futuras”.
Hasta aquí, todo muy razonable, especialmente para una nación como la Argentina, que es líder en el uso masivo de prácticas agropecuarias conservacionistas.
Pero en los siguientes párrafos del documento aparecen cuestiones confusas y hasta contradictorias, como por ejemplo cuando señala que “se necesitan acciones políticas urgentes para prevenir la conversión de ecosistemas naturales, en particular la deforestación y degradación tropical, y frenar las emisiones de metano y óxido nitroso, en particular de la ganadería y otras actividades agrícolas”.
El comentario referido al metano hace referencia, de manera velada, a la propuesta de restringir la capacidad de crecimiento del sector ganadero, aunque múltiples estudios científicos muestran con pruebas irrefutables que tales emisiones corresponden a un ciclo biológico natural de mínimo impacto en el proceso de cambio climático respecto de la incidencia, por ejemplo, de las emisiones de dióxido de carbono proveniente de fuentes fósiles.
La referencia al óxido nitroso es un tanto más problemática, porque está referida al uso de fertilizantes de síntesis química, los cuales resultan críticos para sostener los actuales niveles de productividad agrícola.
¿Entonces? El propio documento reconoce “que el cambio hacia la conservación y las prácticas regenerativas tarda algún tiempo en desarrollarse, por lo que el apoyo gubernamental específico a los productores durante el período de transición es crucial para incentivar cambios sostenibles”.
“En muchos casos, los rendimientos de los cultivos mejorarán, pero a menudo, durante el período de transición, la producción de alimentos disminuirá. Los gobiernos deben estar preparados para proteger a los más expuestos a las crisis, como aquellos con acceso reducido a los alimentos, durante estas transiciones”, señala –sin ponerse colorado– el texto avalado por Naciones Unidas.
De todas maneras, para disimilar aunque sea un poco, el documento señala que “poner las consideraciones de equidad en el centro de estas soluciones climáticas basadas en la tierra es esencial para su base moral general, pero también para su efectividad, dado que los cambios en el sistema de tierras que dan prioridad a las preocupaciones ecológicas e ignoran la equidad probablemente solo serán una solución temporal a un marco muy limitado del problema” Traducido: cuidado con “hambrear” a muchedumbres numerosas porque ahí la cosa se puede complicar socialmente.
A nivel mundial, el documento solicita que se implemente un monitoreo a escala global “para prevenir la conversión de ecosistemas naturales, particularmente la deforestación y degradación tropical”
El documento fue presentado ayer jueves en la COP27 durante un acto que contó con la presencia del Secretario Ejecutivo de Naciones Unidas Cambio Climático, Simon Stiell, quien avaló las iniciativas propuestas en el mismo.
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Launch of "10 New Insights in Climate Science 2022."#COP27 | @jrockstrom | @simonstiell https://t.co/lpolt1Fn86— UN Climate Change (@UNFCCC) November 10, 2022
Lo que recomienda este documento encargado por Cambio Climático de la ONU, curiosamente contiene muchos de los ingredientes propuestos por el Gabinete Nacional de Cambio Climático argentino para revertir -de cara a 2050- el cuestionable impacto ambiental rural por ellos determinado. Mas que una simple restricción de la actividad ganadera, lo que están pensando es reducirla a la mitad, cuando el carbono del metano emitido por nuestros vacunos proviene del capturado de la atmósfera por las pasturas que alimentan al ganado. Lo mismo puede decirse de los fertilizantes cuestionados, donde el nitrógeno utilizado proviene también del capturado desde la atmósfera. El principal factor de deforestación y degradación de suelos son los fenómenos adversos derivados del cambio climático, causados principalmente por las emisiones de las energías fósiles, frente a las mismas, las de la agricultura y ganadería tienen un rol muy relativo.