Victor Giri es un empleado rural, encargado de hacer muchos de los trabajos que son necesarios en un campo. El horario de llegada al campo es bien temprano por la mañana, y desde allí pasa buena parte del día engordando capones. También se encarga de alimentar los bovinos, y es quien siembra o cosecha en el campo donde lo emplean.
Poco quisquilloso, Giri es un hombre polifuncional, ya que también realiza tareas como reparación e instalación de alambrados, movimientos, reparaciones y podas. “Un comodín”, como le gusta presentarse.
Víctor trabaja en un campo cerca de la Laguna de Rocha, en el partido de Bragado, a 35 kilómetros de Junín, provincia de Buenos Aires, donde vive. Hacia ese campo viaja todos los días, salvo los domingos.
La historia de Víctor comienza en un hogar profundamente vinculado al trabajo rural. Hijo de un contratista y de una madre con un pequeño tambo, Víctor creció rodeado de animales y labores de campo. Desde niño, su vida estuvo marcada por el esfuerzo diario de la vida rural. Recuerda con cariño cómo, a una edad temprana, ya acompañaba a su padre a las labores de mantenimiento de los campos y al cuidado de los animales. “Recuerdo estar en el tambo, viendo a mi mamá ordeñar las vacas y luego ir a ayudar a mi papá con el tractor”, dice Víctor.
El campo siempre estuvo en la vida de Víctor Giri. Nació en El Porvenir, cerca de Ameghino, pero su historia rural no se detuvo allí. Desde los tambos familiares hasta el engorde de capones, el trabajo en el campo ha sido el leitmotiv de su vida. Sin embargo, a diferencia de otros trabajadores rurales, Víctor, de 44 años y padre de Lola, se destaca en las redes sociales con una mezcla peculiar de humor espontáneo y anécdotas de la vida rural.
“El campo siempre estuvo en mi sangre”, dice Víctor mientras recuerda sus inicios, primero en Villegas y luego en Irala, donde comenzó a trabajar en el engorde de cerdos. “Después de un tiempo trabajando en las vías, volví al campo, y de a poco me fui metiendo de lleno en las tareas rurales”, cuenta sin dejar de sonreír. Sin embargo, lo que comenzó como una vida dedicada al trabajo agrícola y ganadero, tomó un giro inesperado con la llegada de las redes sociales.
Con su celular en mano y su estilo único, Víctor se convirtió en un agroinfluencer. Lo que comenzó con una idea improvisada y un video grabado sin mayores pretensiones, pronto se transformó en una plataforma de humor rural que atrae miles de seguidores y millones de reproducciones. “Nunca pensé que iba a ser conocido por hacer videos”, dice entre risas. “Yo siempre fui espontáneo, no me preocupaba si estaba peinado o no. Lo que más me gusta es que la gente lo vea natural, que no esté preparado”.
@victorjgiri
La fama de Víctor comenzó con una broma casual sobre los choclos robados en el campo, algo que resonó en las redes sociales, especialmente en TikTok, donde se volvió viral. “Al principio me grababa para pasar el rato, para hacer reír a la gente. No me lo tomaba tan en serio”, confiesa. Pero los números comenzaron a sorprenderlo: cientos de miles de visualizaciones, comentarios positivos que hacían su día, e incluso empresas que lo contactaban para colaboraciones.
“Lo que más me sorprende es que no solo me siguen de Argentina, sino de otros países. A veces ni el idioma importa, el humor rural trasciende fronteras”, explica Víctor, quien aunque reconoce que la conectividad en el campo es un desafío, ha logrado crear videos sencillos pero efectivos gracias a su teléfono y las ideas espontáneas que le surgen mientras trabaja. “Es complicado hacer vivos porque no hay buena señal, pero después los edito y los subo”, dice, aunque revela que su hija de 9 años es quien lo ayuda con la edición. “Los chicos hoy en día la tienen clarísima con la tecnología”, bromea.
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“Es increíble cómo la gente que nunca vio un campo puede conectarse con lo que hago. Recibo mensajes de personas de toda América Latina, incluso de otros continentes, que me cuentan cómo les gusta aprender sobre la vida en el campo”, reflexiona Víctor, quien se siente orgulloso de haber logrado mostrar la vida rural desde una perspectiva única.
Lo que más destaca de su contenido es el enfoque cercano y humano que tiene, además de su humor sencillo. “Siempre trato de mostrar mi vida tal como es. A veces en el campo las cosas no salen como uno espera, y eso es lo que me gusta compartir: las situaciones cotidianas que a veces son graciosas, pero que también nos enseñan a ser resilientes”, dice Víctor.
Su presencia en redes fue creciendo de forma orgánica. Pronto, los videos de Víctor eran compartidos por otras cuentas, y la gente comenzaba a reconocerlo no solo por su trabajo en el campo, sino por su capacidad de contar historias de forma divertida y accesible. “Me sorprendió mucho el alcance que tuvieron mis videos, sobre todo porque venían de alguien tan común como yo. No soy un influencer de moda ni un experto en tecnología, solo un hombre de campo mostrando lo que sé hacer con mucha humildad”, explica.
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Si bien las redes sociales le han dado visibilidad y nuevas oportunidades, también han traído consigo desafíos. Uno de los principales, según Víctor, es encontrar el equilibrio entre su trabajo en el campo y las exigencias de crear contenido. “Al principio era difícil, porque el trabajo en el campo no da tregua”, dice, al tiempo que agradece al patrón del campo no solo por permitirle tomarse unos minutos cada tanto para grabar, sino que además se suma a las ideas para un próximo video.
En cuanto a la parte comercial de ser un agroinfluencer, Víctor sabe que, como en cualquier otra plataforma, la clave está en la autenticidad. “Hay empresas que te contactan cuando ya te ven crecer, pero lo más importante es no perder tu estilo”, asegura. Si bien su trabajo en el campo sigue siendo su principal ocupación, admite que las redes sociales le ofrecen un ingreso extra, aunque no es su motivación principal. “Lo que más me gusta es generar contenido que haga reír a la gente, que cambie su día. Si de paso gano algo, mejor”, señala con humildad.
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Víctor, que aún vive en Junín pero trabaja todos los días en el campo de Irala, disfruta de la interacción con sus seguidores. “Está buenísimo cuando alguien te pide una foto en la expo de Palermo o en algún pueblo. Nunca me lo imaginé”, reflexiona. Para él, este reconocimiento es un reflejo de cómo el humor rural puede conectar con la gente, incluso con aquellos que no tienen contacto directo con el campo.
Pero más allá de los números y la fama, lo que realmente importa para Víctor es la autenticidad. “Lo que más valoro es la interacción con la gente. Si me dicen que mi video les cambió el humor del día, ya está, valió la pena”, asegura. Para él, las redes sociales no solo son una ventana para mostrar la vida rural, sino una oportunidad para educar y desmitificar el trabajo en el campo, sobre todo para aquellos que no conocen la realidad del sector agropecuario.
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Lo curioso de su historia es que, al igual que en el campo, Víctor no planeó ser un influencer. “Un compañero me convenció de hacer un video, y a los pocos días tuvo 30 mil vistas. Ahí me dijo: ‘¿por qué no te haces una cuenta?’ Y así empezó todo”, cuenta con una sonrisa. Desde ese primer video hasta los millones de visualizaciones que recibe hoy, su estilo ha sido siempre el mismo: auténtico, fresco, sin filtros ni pretensiones.
En cuanto al futuro, Víctor sabe que la clave para mantenerse vigente en el mundo digital es adaptarse a los cambios. “Si no te renovás, quedás atrás. Tenés que mostrar algo diferente, algo que te distinga”, afirma. Y, aunque aún no sabe qué le deparará el futuro, tiene claro que disfrutará cada paso de este camino. “No sé si toda mi vida será así, pero por ahora lo disfruto mucho”, concluye, antes de despedirse con su característica firma: “Ta luego”.