Un trabajo conjunto de la Fauba, Aapresid, los grupos CREA y el INTA evaluó cuán sostenibles son los establecimientos agrícolas de todo el país. La encuesta indagó en rotaciones, fitosanitarios y salud del suelo, entre otros aspectos. Y según reveló el sitio de divulgación universitaria de la Fauba Sobre La Tierra, la nota finalmente no fue tan favorable para los productores, que sacaron 6 sobre 10 puntos y al borde del aplazo.
La producción agropecuaria argentina aumentó su superficie y se intensificó, elevando también su productividad. Pero a la par también crecieron los problemas ambientales asociados a la actividad.
Fue así que se decidió realizar una encuesta desde la Red de Estudio de Sistemas (RedES), un espacio integrado por la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba), Aapresid, CREA y el INTA. En total se hicieron más de 170 encuestas que, luego de analizadas, indicaron un nivel de sostenibilidad del 60%. Los mejores resultados provinieron de las provincias de Buenos Aires y Córdoba.
Entre otros aspectos, la información muestra que muchos productores rotan cultivos y pocos controlan el trabajo de los contratistas.
Karen Kazlauskas, ingeniera agrónoma de la Fauba e integrante del equipo técnico de RedES, comentó que a partir de 57 preguntas se evaluó cuán sustentables son las prácticas que usan los establecimientos agrícolas de la Argentina. Sumaban puntos aquellos que, por ejemplo, incorporan procesos biológicos y ecológicos (como la regeneración de suelos). También se les preguntó si hacían rotación de cultivos, el tipo de fitosanitarios que usaban y si monitorean el estado del suelo.
Entre 2020 y 2022 recibieron 170 respuestas desde todo el país. El 70% vino de Buenos Aires y Córdoba, y el resto, de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, San Luis, La Pampa, Chaco y Santiago del Estero. La investigadora ya había adelantado algunos resultados del estudio en le último Congreso de Aapresid.
“En promedio, el nivel de sustentabilidad fue de 6 sobre 10 considerando las tres dimensiones -la productiva, la social y la global, una combinación entre anteriores-, con una variabilidad alta”, destacó Kazlauskas.
“Si analizamos por regiones, encontramos que Buenos Aires y Córdoba presentaron los mayores niveles de sustentabilidad, y Santa Fe, los valores más bajos en las tres escalas. Las otras provincias se ubicaron en un punto intermedio”, agregó la agrónoma.
Por un lado, hay un grupo grande productores que rota cultivos, los fertilizan e inoculan, rota principios activos (fitosanitarios) y ya no usa los de “banda roja”, además de tener una dirección técnica-profesional de los campos. Por otro lado, hay pocos establecimientos que eligen pasturas para sus rotaciones, que controlan las decisiones productivas cuando las toma un contratista y que cuentan con un programa de actividades recreativas con sus empleados. Respecto a este último ítem, Karen aclaró que la dimensión social tuvo un desempeño algo menor al promedio.
Diego Ferraro, docente de Cerealicultura de la Fauba y director del trabajo de Kazlauskas, resaltó que la encuesta nacional como herramienta de diagnóstico de la sostenibilidad fue clave por dos razones. “Primero, por considerar directamente las acciones de los productores, y segundo, por involucrar a quienes toman las decisiones en los campos. Así, aumentamos las chances de transferir el conocimiento que generamos en la investigación”.
Ferraro contó, por último, que también están desarrollando una plataforma para que los propios productores puedan evaluar el nivel de sustentabilidad de sus prácticas y ajustarlas cuando sea necesario.