Se incendia el mercado internacional de trigo. La cosecha cereales de verano falló en muchas naciones del hemisferio norte. Y las siembras de invierno enfrentan un panorama complicado. Para colmo, a los chinos se le ocurrió comenzar a comer pizza y tostadas y la demanda global del producto se disparó de manera sistémica.
Argentina, nación que en los últimos años se preparó para abastecer al mundo con trigo –además de a su tradicional cliente, Brasil–, no sólo mira desde lejos el incendio, sino que además lo hace a temperaturas bajo cero.
Hasta el pasado 14 de octubre, las declaraciones de exportaciones de trigo 2021/22 venían viento en popa en la Argentina y para el Estado nacional era un buen negocio porque, con el ajuste alcista de los precios FOB –según lo determinado por los funcionarios del Ministerio de Agricultura–, se generó, gracias a la magia de las “retenciones anticipadas”, un volumen fresco de divisas indispensable para reforzar las alicaídas reservas internacionales del Banco Central (BCRA).
Por entonces era todo fiesta. Exportadores contentos porque podían registrar exportaciones de trigo 2021/22. Productores porque veían cómo los precios del trigo se iban para arriba. Y gobierno contento porque se hacía con dólares de disponibilidad inmediata, los cuales, de manera urgente, son indispensables para contener a cualquier precio intervenido el tipo de cambio oficial.
Pero cuando el 14 de octubre se llegó al número de 9,0 millones de toneladas registradas, se prendieron las luces y la fiesta acabó de pronto. El patovica mandó a su casa a todos los que estaban bailando como locos de alegría. Adiós.
A partir del 15 de octubre se aplicó un cierre de facto del registro de exportación de trigo 2021/22. Pero lo más increíble es que además el Ministerio de Agricultura –una vez desactivada la “canilla” de dólares generados por las retenciones anticipadas– comenzó a aplicar un mazazo bajista a los precios FOB oficiales y eso, por extensión, deprimió los precios futuros del trigo 2021/22. Y eso ocurrió cuando falta un mes para que ingrese la cosecha pampeana de trigo.
El contraste de tal accionar no pudo haber sido más burdo: mientras que en el mundo civilizado el precio del trigo trepaba varios escalones alcistas, en la Argentina ocurría exactamente lo contrario.
Estas cosas suceden sencillamente porque para el gobierno de Alberto Fernández, tal como ocurrió durante el primer período kirchnerista, el trigo no es un cultivo en sí mismo, sino una fuente de recaudación y generación de divisas que debe ofrecerse en el mercado interno a un precio subsidiado.
Lo curioso es que, a diferencia de lo que sucedió con el maíz 2020/21, la intervención del mercado de trigo se hace de manera velada, porque no existe, al menos por el momento, ninguna norma específica que regule la oferta exportable tácita.
Preguntas incómodas ¿Por qué para el maíz sí pero para el trigo no?