“Yo me crié entre abejas”, relata el apicultor Julio César Cabral, quien heredó a tal punto la pasión de su padre por la actividad que, además de su empresa, decidió impulsar la recuperación de la actividad cooperativa en Junín, una zona ganadera por excelencia donde históricamente la miel fue una actividad económica de peso.
Tras 2 décadas de inactividad, junto a otros colegas, Cabral ayudó a recomponer esa asociación, que hoy nuclea a 50 productores de toda la región. Además de la venta en conjunto, que el año pasado alcanzó los 500 tambores, también comparten la actividad de extracción y fraccionamiento, con una planta propia recientemente inaugurada
Experiencia en el sector le sobra, porque con 15 años ya acompañaba a su padre, cuando este, en los tiempos libres que le dejaba el trabajo en el diario local, administraba unas pocas colmenas. Con el tiempo, esas “pocas” llegaron a ser 2000 desperdigadas en distintos puntos del país
Hoy están ubicados en Junín, General Villegas y General Campo, en La Pampa. Pero, además de su miel, Julio ofrece con su etiqueta lo que producen apicultores de otras latitudes.
Por eso, en los potes de JuliAn, la marca que eligió su padre en honor a Julio y su hermana, Andrea, hay mieles de algarrobo de Catamarca, de limón y naranja de Tucumán, de eucaliptus del Litoral, de quebracho colorado de los montes chaqueños y, por supuesto, de flor amarilla, que producen ellos mismos en el oeste pampeano.
“Igualmente, yo me quedo con la que saco yo, que es cremosa y la que más se vende”, dice Cabral, orgulloso de lo que ha hecho con el legado familiar.
Ver esta publicación en Instagram
Mudarse de zona suele ser muy común en la apicultura, donde la búsqueda es aprovechar la floración y, si es posible, poder distinguir las mieles de acuerdo a eso. De hecho, durante muchos años fue una práctica común para Julio, que hoy reconoce que está “de vuelta” y prefiere instalarse en los lugares donde sabe que la calidad no merma.
“La apicultura cambió mucho con la aparición de los agroquímicos. Tuvimos muchos años complicados y creímos que íbamos a desaparecer”, recordó el productor, que incluso tuvo que retirar sus colmenas de Junín por mucho tiempo hasta que pudo regresar.
Mirá la entrevista completa con Julio César Cabral:
Desde su lugar, como productor y cooperativista, Julio juega también un poco con recuperar la tradición apícola que, de antaño, supo ser central en las chacras familiares de la región. Por eso, además de su miel envasada, distribuye piezas de cuadros que evocan el recuerdo de quienes, de pequeños, solían raspar la colmena en el medio del campo.
“Antes la apicultura estaba más presente en la familia, pero todo eso se perdió”, señala Cabral, que intenta recuperar eso llevando un poco de su historia personal a las mesas juninenses.