Oscar Subarroca, empresario ganadero, consignatario de hacienda y actual presidente del Mercado de Liniers, quiere comunicar a la comunidad pecuaria algo evidente pero no siempre tenido en cuenta: los mercados formadores de precios funcionan cuando tienen operatoria y, si dejan de tenerla, entonces desaparecen junto a la referencia de precios.
Hoy martes, por ejemplo, luego de un fin de semana largo, se negociaron en el Mercado de Liniers 5774 animales, una cifra exigua para esta época del año. Buena parte de ese fenómeno se explica por el “cepo cárnico” instrumentado por el gobierno nacional.
“Estamos pasando una crisis porque no estamos contando con todos los compradores que teníamos antes de la intervención oficial. Los frigoríficos exportadores operan a cuenta gotas y los operadores sin planta dejaron de comprar porque ya no pueden exportar por cuenta propia”, explicó Subarroca a Bichos de Campo.
La principal víctima del “cepo” fue la categoría vaca, que dos meses atrás, por ejemplo, operó más de 6000 cabezas con un promedio general de 117,4 $/kg, mientras que hoy martes se colocaron menos 2200 a un valor medio de 110,2 $/kg. Los compradores de esa categoría –especialmente de la vaca conserva– prácticamente desaparecieron.
Además de la retirada de frigoríficos exportadores y empresas exportadoras sin planta propia, la participación de la cadena de supermercados COTO también se redujo de manera considerable desde la intervención oficial.
“Australia y EE.UU. tenían un mercado concentrador de hacienda y lo perdieron. Y todas las delegaciones que recibimos de esas naciones siempre nos dicen que nunca perdamos el mercado de referencia formador de precios, porque si eso sucede la formación de precios queda en manos de unos pocos participantes”, alertó el presidente del Mercado de Liniers.
En lo que respecta a las categorías de hacienda liviana –novillito y vaquillona–, el efecto “susto” del “cepo cárnico”, más la creciente pauperización social, le pusieron un techo a los precios a pesar de que se trata de una mercadería que escasea en función de las necesidades de aprovisionamiento de la demanda.
“El gobierno no quiere que los valores de Liniers acompañen la inflación y eso es un drama para la ganadería, como lo sería también para cualquier otra sector de la economía, dado que lo que no logra compensar la depreciación del peso argentino se termina descapitalizando”, apuntó Subarroca.
Los precios de la hacienda liviana, antes de la intervención, ya venían mostrando cierta reticencia a expresar en toda su magnitud el faltante de animales precisamente porque los frigoríficos consumeros y matarifes no pueden colocar carne que esté fuera de la capacidad de compra del consumidor argentino.
“No es casual que en la primera quincena del mes los valores negociados en Liniers por la hacienda liviana estén mucho más firmes que en la segunda quincena, que es cuando las familias comienzan a quedarse sin efectivo”, grafica el propietario de la firma consignataria Campos y Ganados S.A.
El drama presente en el Mercado de Liniers se presenta cuando, luego de invertir varios millones de dólares, la plaza concentradora localizada en el barrio de Mataderos de la ciudad de Buenos Aires está a pocos meses de mudarse al partido bonaerense de Cañuelas, lo que facilitará de manera importante la logística.
Subarroca, además de los dolores de cabeza generados por el “cepo cárnico”, tiene otra gran preocupación. Este año, con el aumento sideral del precios de los granos, llevó la recría propia a engordar a las islas de Entre Ríos, pero ahora, debido a la bajante histórica del Paraná, es imposible llevar o retirar hacienda de allí porque las barcazas no pueden acceder a muchas islas con ganado.