El avance en el desarrollo e implementación de los bioinsumos a nivel internacional es un tema que el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) –el brazo agrícola de la Organización de los Estados Americanos- viene siguiendo desde hace tiempo para identificar las diferencias en su adopción en cada país.
En Argentina, en particular, comenzó a trabajar en conjunto con el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca en el año 2013, cuando se desarrolló el primer evento oficial de bioinsumos, que implicó la realización de numerosos talleres y culminó con la creación de la Comisión Asesora de Bioinsumos (CABUA), en el ámbito de esa cartera agraria.
“En ese momento el objetivo era separar la concepción de biotecnología de la de transgénicos. Biotecnología era una palabra mucho más amplia, y era una herramienta que estaba en auge, incluida en un mundo que quizás no era el propio y que a veces le impedía su desarrollo. Ya se perfilaba como industria pujante, fundamental para la agricultura que se plantea hoy: la que respeta al medio ambiente y produce con tecnologías limpias, que no vienen a reemplazar a las otras sino que viene a complementarla”, recordó Tomás Krotsch, veterinario y especialista en sanidad agropecuaria de IICA Argentina, en una charla con Bichos de Campo.
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Pero teniendo en cuenta que los bioinsumos son herramientas históricas y culturales, que en muchos casos se utilizan por fuera de los registros y normativas, como es el caso de los biofertilizantes caseros intraprediales (los famosos compost), el IICA se enfocó en trabajar con cada país de forma particular.
“Nosotros tratamos que los países de América vayan sabiendo lo que pasa en los diferentes países en materia de políticas y regulaciones, para que no aparezcan obstáculos al comercio de estos productos”, afirmó Krotsch.
Y a continuación agregó: “El acceso a las diferentes herramientas es libre y uno tiene que tener esa libertad. Lo que tenemos que evitar es que haya productos que sean riesgosos para la salud, al igual que con los de síntesis química. Eso es capacitación, educación, que se entiendan cuáles son los riesgos y cuáles son los procesos que te llevan a tener una producción segura”.
-¿Cómo ven desde el IICA el avance de los bioinsumos en la región?- le preguntamos al especialista.
-El camino de los bioinsumos es un camino del cual no se está volviendo sino que incluso las grandes empresas están yendo hacia estas tecnologías. Los países están adecuando sus regulaciones. En algunos surgen como una propuesta alternativa o de reemplazo al uso de productos de síntesis química, en otros como una alternativa de más fácil acceso, por ejemplo en la pequeña agricultura. El Estado tiene que acompañar en las cuestiones vinculadas a lo que es la inocuidad y seguridad de los productos la seguridad de los productos. Ahí hay una discusión similar en todos los países.