Con una historia de 86 años, pues fue fundada en 1938, la empresa Atanor ocupa uno de los primeros lugares entre las compañías proveedoras de insumos en la Argentina. En dos plantas industriales ubicadas en las localidades bonaerenses de Pilar, San Nicolás y una tercera en Rio Tercero, en la provincia de Córdoba, la compañía se ha especializado en sintetizar las tres moléculas (glifosato, atrazina y 2,4-D) más utilizadas por los productores argentinos y de toda la región.
Si bien la compañía siempre estuvo diversificada, desde 2017 se enfocó en consolidar su negocio más rentable: los herbicidas. Actualmente representan el 91% de sus ventas, y la cifra final de ventas posiciona a Atanor como “el tercer grande” dentro de este mercado.
Pese a estas grandes dimensiones, Atanor prevé ampliar su capacidad productiva con el propósito de incrementar la producción en el menor tiempo posible, cuando la demanda de señales en línea con un imperativo de la Argentina actual, que precisa de manera urgente de los dólares genuinos, que tradicionalmente ha aportado el campo.
“Siempre estamos buscando expandir capacidades. Tenemos un plan ambicioso de crecimiento durante los próximos cinco años y por suerte hoy estamos con las plantas a máxima capacidad. Pero tenemos planes de inversión para ampliar capacidad y seguir abasteciendo no solamente el mercado argentino, que dentro de la región donde operamos es uno de los más importantes, sino también países limítrofes”, dijo a Bichos de Campo Juan José Moreno, director de marketing de la compañía.
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Tomando como referencia distintas categorías claves para el mercado, Moreno aseguró que Atanor tiene un lugar a considerar. “Hoy somos la tercer compañía en facturación en el mercado de agroquímicos, solo detrás de dos multinacionales. En volumen somos la principal empresa del país, porque tenemos un portafolio muy completo tanto en herbicidas como en insecticidas como fungicidas. Cuando uno suma la cantidad de volumen que comercializamos en todas estas categorías y en todos los productos, hoy somos el número uno”.
-¿Por qué siguen invirtiendo en las condiciones críticas en las que está el país?
–El negocio agropecuario siempre se levanta y siempre ayuda. Es el que de alguna forma, después de cada crisis, pone de pie al país nuevamente. Entonces, uno por más que una campaña tenga dificultades -hemos tenido tres secas seguidas- siempre tiene que seguir apostando, porque esto es una industria de largo plazo. Uno no puede mirar el corto plazo. En base a eso planificamos a cinco años y tenemos un plan de inversiones muy importante.
En este sentido, Moreno es de de los que aprueba el pedido desesperado del gobierno de duplicar las exportaciones. Lo cree posible. “Entiendo que es lo que país necesita y que el agro es un motor fundamental. Entonces desde la posición que ocupamos en la cadena agroindustrial ponemos nuestro granito de arena, que es produciendo con calidad, con un excelente desempeño a campo e intentando trasladar todas las eficiencias operativas que tenemos con el mejor costo para el productor argentino”, enfatizó.
Pero la eficiencia de Atanor no termina en la síntesis de moléculas y la formulación de agroquímicos. Como en el resto de la industria, están buscando opciones más sustentables para todo el sector. En la reciente Expoagro, presentó innovaciones en materia de distribución de este tipo de insumos.
“Estamos lanzando nuestra línea de grandes contenedores, la denominamos Atanor XL. Son envases de mil litros. Con esta mirada muy práctica que tiene la compañía, lo que estamos mostrando son los beneficios al utilizar este tipo de envases desde el punto de vista medioambiental. De entrada, se reduce un 95% el envío de plástico al campo. Por otra parte, tiene muchas ventajas operativas y eso se traduce en ahorro de tiempo y costos para el productor”, aclaró el directivo.
-¿Y cómo se distribuyen estos bidones de gran tamaño?
–A través de nuestra red de distribuidores autorizados se lleva el envase al campo a donde está el productor o el contratista. Una vez que se vacía, se llama al distribuidor, este viene, retira el vacío y entrega uno lleno. Por supuesto, hay que tener una mínima infraestructura, un carro de apoyo o soporte que puede tener cualquier productor y es donde se arma la base de operaciones para la pulverización. Pueden ser más simples y trabajan por gravedad y los hay un poquito más sofisticado, pero sin representar una gran inversión. Se trata de un sistema de lanza que trabaja con la bomba de la pulverizadora.
Con estos envases se logra retirar gran cantidad de plásticos de los campos y se fomentan buenas prácticas al reducir en gran medida el contacto del productor o aplicador con el agroquímico.
“Los envases son de mil litros, pero lo que queremos plantear desde Atanor es no se necesita ser un productor de 5000 hectáreas para poder acceder a estos envases y poder utilizarlos y gozar de las ventajas que tiene. Lo que estamos viendo acá es una inversión relativamente baja que inmediatamente te permite empezar a operar, evitar derrames y contactos accidentales” terminó diciendo Moreno.