Como quien se quema con leche, la producción de cultivos de servicio recién ahora está regresando a los niveles normales. Y es que, tras 2 campañas azotadas por la sequía, en 2022 y 2023, muchos productores habían desistido de sembrar centeno, carinata, rábano y otras gramíneas y leguminosas.
“Tuvimos un año de nuevo más o menos normal”, observó el coordinador de la Red de Cultivos de Servicio de Aapresid Gervasio Piñeiro, que, durante la primera jornada del congreso, presentó los resultados recabados en la campaña 2024/25.
Sí, fue normal en términos de producción de biomasa y de disponibilidad de agua, pero no hubo resultados positivos en la siembra “al voleo”, una técnica que hace tiempo se impulsa con aviones, drones o altina, pero que en el caso de los cultivos de servicio no ha dado buenos rendimientos.
En realidad, más que por una cuestión de costos y tiempos, el interés por aplicar esta técnica está en que puede permitir empezar con los cultivos de servicio algunas semanas antes que con siembra directa, incluso previo a la cosecha de la campaña gruesa. En el caso de la soja, asegura Piñeiro, el ciclo puede iniciar 3 semanas antes, y en el caso del maíz, hasta 4.
Sin embargo, explicó el académico e investigador del Conicet, aún no han “pulido” los aspectos relativos al manejo dentro de la red que coordina. Cuándo empezar la siembra precosecha, en qué estado tiene que estar el cultivo, si hay que hacerlo con pronóstico de lluvias o no, o qué nivel de humedad es el aceptable; son algunas de las líneas de trabajo que quedan por definir.
“Todavía no le agarramos la mano a la tecnología de la siembra aérea”, observó Piñeiro, que aún así aclaró que hubo casos exitosos detectados y que hay expectativa de que pueda aplicarse sin problemas en los cultivos de servicio.
El apremio por adelantar los tiempos de siembra responde a una cuestión básica, el consumo de agua. Ese es, en palabras del propio investigador, el “talón de Aquiles” de las campañas de cobertura, y lo que, generalmente, hace que muchos productores opten por el barbecho largo en vez de sembrar gramíneas, leguminosas y crucíferas.
Sin embargo, en su ponencia, Piñeiro llamó a desterrar la idea de que los barbechos sólo retienen agua y no la consumen, y lo demostró con los datos arrojados por las últimas mediciones de su red.
“Todos los cultivos de servicio consumieron la misma agua que el barbecho o apenas por encima, pero no hay una diferencia significativa”, explicó el especialista.
Pero donde efectivamente se inclina la balanza, es cuando se habla de rendimientos. En parcelas donde antes hubo cobertura, se detectaron diferencias positivas de hasta 800 kilos de soja y 4000 kilos de maíz.
Y eso sin necesidad de producir 10 toneladas de biomasa, sino con niveles normales como los de la última medición, que no llegaron ni a la mitad. Es en ese punto, explicó Piñeiro, en que se juega la viabilidad del cultivo de servicio contra el barbecho. En definitiva, para que no consuma agua de más, y aporte los suficientes nutrientes, no hay que “pasarse de rosca”.
“Es muy tentador sostenerlo en la primavera, que es cuando más crece y genera volumen. Pero si nos consume agua por demás, nos vamos a dar un palo con el cultivo de renta siguiente y eso no está bueno”, aseguró el investigador, con bastante pedagogía.
Como todo se reduce a una cuestión de tiempos, y de saber cuándo terminar, ahí es donde entra en juego la siembra aérea. Si antes se empieza, antes se termina, y más líquido queda disponible para la campaña siguiente. Lo que está descartado es no hacer cultivo de servicio, dice Piñeiro, que es un gran defensor de ellos.