Verano. la cosecha de frutas se generaliza.
En el Alto Valle de Río Negro y Neuquén las fincas se llenan de escaleras porque se levanta la manzana y la pera. En las zonas irrigadas de Mendoza todavía subsisten cientos de hectáreas dedicados al durazno y la ciruela. Son las dos principales regiones frutícolas del país, sin contar las citrícolas, más al norte.
En Río Negro hubo una asamblea en la localidad de Allen, capital nacional de la pera. Los productores independientes salieron de allí formulando un pedido para la gobernadora Arabela Carreras. La pidieron que se convoque a la Mesa de Concertación Frutícola, con la intención de que se fijen “pautas de la comercialización de la fruta”, ante el inminente comienzo de la cosecha. No quieren que se los emponen en carnaval, como tantas veces.
Ver En Gral. Roca, corazón del Alto Valle, ya hay 2300 hectáreas de chacras abandonadas
“Los chacareros esperan que los montos que se barajen no sean inferiores a los que rigieron en la pasada temporada, cuando el kilo de fruta se fijó en 28 centavos de dólar, que en la actualidad equivale a unos 15 o 16 pesos”, explicó un vocero de esa reunión.
La Mesa de Concertación Frutícola fue creada por la ley 2.355 de 1989, y prevé la participación de representantes del gobierno provincial y nacional; de los productores, de los empacadores, de los propietarios de frigoríficos, de las industrias jugueras, de los transportistas del sector, y de los gremios. “Una de las funciones es la de acordar anualmente los costos y precios que regirán para la temporada”, remarcó la fuente. De todos modos, casi nunca se respetan.
Mendoza. En el oasis central, el Valle de Uco. La sociedad rural local, enrolada en CRA, emite un comunicado para recordarles que se pongan firmes a la hora de vender su durazno, para evitar que “una vez más la posición dominante de la industria afecte la actividad de los productores” y les asegure un precio razonable por su fruta.
Aquí no esperan la intervención del gobierno provincial ni tiene leyes de donde agarrarse. Por eso el histórico dirigente del Valle de Uco, Mario Leiva, instó a sus pareas a hacer respetar sus valores de venta. Define que “el precio de durazno para industria (el que va a lata) tiene que estar en un rango de 17 a 22 pesos por kilo. Y el durazno que va a pulpa debe tener un piso de 14 pesos por kilo”.
Ver El durazno en lata: Una agroindustria que es ejemplo de supervivencia
También le pide a sus pares que no se dejen timar con los plazos de pago. Dice Leiva que la fruta debe ser pagada “al contado o no más de 30 días, dado que el Estado provincial a puesto un fondo importante de 200 millones de pesos para que no haya excusas de desfinanciamiento para que los industriales no paguen”. Clarito. Si echan agua hacen jugo.
En rigor, desde el gobierno mendocino se informó que destinarán esos 200 millones de pesos para apoyar al sector del durazno industria y la ciruela desecada, a través de una línea de crédito con tasa subsidiada para financiar el proceso de agregado de valor de esos productos.
Según informeó la cartera económica provincial, los créditos estarán destinados a solventar gastos de capital de trabajo. Es decir que no deben ser los chacareros los que financien a los industriales aceptando largos plazos de pago.
Del total de la producción mendocina de ambos frutos, alrededor de 46.000 toneladas de durazno y 60.000 toneladas de ciruela serán destinadas este año al sector industrial. El sector de duraznos industrializados reúne a poco más de 1.000 productores primarios, 20 empresas procesadoras y un importante número de proveedores directos e indirectos en la provincia.